martes, 13 de mayo de 2014

EL PRECIO DEL ÉXITO


Hoy estaba viendo el concurso que acaba a las nueve, la última de las pruebas que en realidad es la única que me interesa del programa. Antes de ella, como cada día desde hace tiempo, tocaba la promo diaria del libro del presentador. La verdad es que no le hago mucho caso, ya sé que tiene un libro, no he escuchado lo que ha dicho aunque sí ha pasado por mi mente el mismo pensamiento que circula todos los días cuando lo veo: ¿qué pasaría con mi libro con una publicidad de esta entidad?

La respuesta que acude a mi mente optimista de las nueve menos cuarto es que seguro que había cola para que lo firmase en la Feria del Libro de Madrid. (La realidad es que ni siquiera hay planes de que vaya como autora; como persona normal iré, por supuesto). Inciso: mi última firma programada es el domingo de 12:30 a 14:00h en la Caseta de El Corte Inglés, en la Feria del libro de Guadalajara. Ya os ampliaré la información.

El presentador ha preguntado a una de las concursantes qué haría con el premio y entre sus objetivos estaba acabar un libro. Entonces él ha aprovechado para soltar un alegato, para decirle que lo intente y para dejar caer que a él se las están dando por todas partes porque le consideran un intruso en esto de la escritura. No ha dicho eso, en realidad se me han olvidado las palabras exactas que ha usado pero sugería que las críticas que recibe la novela tienen sobre todo que ver con su condición de personaje mediático. El precio del éxito de ventas es que las críticas caigan como machetes afilados por personas que ni han abierto el libro.

En parte lleva razón. Hay gente que lo leerá buscándole los fallos porque se trata de quien se trata y es normal que cuando tiran tu trabajo por tierra te sientas mal y revientes en algún momento. Hay quien lo critica sin haber abierto la novela. No sienta nada bien y eso no me lo tiene que contar nadie porque lo he vivido en primera persona.

Pero tiene otro lado, ese que le proporciona su situación de privilegio, el escaparate impagable que supone que te enfoque una cámara de lunes a viernes mientras enseñas la portada: está vendiendo. ¡Con lo que cuesta hacerlo cuando la única herramienta que tienes es vocearlo en las redes hasta que te quedes sin fuelle! (Lo bueno de las redes es que afónico no te quedas).

A mí no me molesta que haya escrito un libro.
Tampoco que se lo hayan publicado.
Mucho menos que venda muchísimos ejemplares.

Sé que hay autores que se rasgan las vestiduras cuando un personaje procedente de la televisión se pone el disfraz de escritor y se lanza al ruedo de la literatura. Yo no, no me molesta en absoluto porque todos somos otra cosa además de personas que escriben. Nos hemos puesto, en algún momento, ese mismo disfraz. ¿Por qué no un presentador de la tele que encima está todo el día entre palabras? No le veo el problema. Yo soy geógrafa. Conozco escritores que son médicos, otros ingenieros, algunos no tienen ni terminado el instituto. ¿Por no salir en la tele somos mejores? ¡Anda ya! ¡Eso sí que es pensar con simpleza! Otra cosa es cuando el personaje mediático demuestra día a día que no sabe hacer la o con un canuto, que ni se ha enterado de que el acueducto de Segovia es romano y no de la Edad Media. Reconozco que eso me molesta un poco (sobre todo cuando hacen bromas con mi apellido, que manda narices que hayamos tenido que coincidir publicando).

Pero tampoco me parece mal que se vendan estos libros porque son los que realmente sanean las cuentas de las editoriales. No se me olvida nunca que esto es un negocio y que como negocio el objetivo es ganar dinero. No sé dónde he escrito literatura. Pues no, no estamos todavía en eso. Lo dejamos en libros. Literatura la hacen los grandes y la reconocemos cuando ya ha pasado tiempo desde su publicación, cuando los textos, como el buen vino, han mejorado incluso. Cuando en cada relectura descubres algo más.
No tengo derecho a molestarme por el éxito de estos libros, al contrario, es una razón más para exigirme muchísimo más porque sé que no lo voy a tener nunca tan fácil, que lo único que tendré serán mis palabras y mis historias para convencer a los lectores.

Y tengo que decir otra cosa, me ha ganado la rabia que he sentido enredada en las palabras de Christian Gálvez defendiendo su Matar a Leonardo da Vinci. Ahora sí que digo su nombre aunque creo que sabíais de quién estaba hablando todo el tiempo (porque había que ser corto para no darse cuenta y por la foto que he puesto). Me ha convencido su mirada, transmitía dolor porque veía que siente este libro profundamente, que le ha puesto el alma y que, si bien tiene esa parte fácil para vender, lo tiene casi más difícil que yo para convencer porque le han puesto una lupa a cada una de sus palabras.

¿Sabes qué te digo, Christian? Que ojalá vendas muchos y te vaya fenomenal.

Esta foto es de la Feria del Libro del año pasado, la tenía por el ordenador.
De mi cámara, aunque no la hice yo.




domingo, 11 de mayo de 2014

ME DA MIEDO SOÑAR

Cuando el sol inunda con los primeros rayos con sabor a verano mi terraza, salgo, me columpio y cierro los ojos, imaginando historias que a veces convierto en novelas.

Otras, propensa como soy a dejarme llevar por los sueños, planteo hipotéticas situaciones de futuro, modelo imágenes en mi mente que a priori son imposibles. Me relaja, me hace sonreír, me entretiene y de paso dejo que el sol se pose en mi piel más de cinco minutos que es lo que aguantaría si no me distrajera con otra cosa.

El caso es que hoy me he dado cuenta de que algunas de esas hipotéticas historias que van desfilando por mi cabeza loca, mientras sol afecta seriamente a mis neuronas, se han hecho realidad, una tan palpable y tan intensa que asusta a veces. Soñé algunas de las situaciones que estoy viviendo, imaginé que ocurrían imposibles que hoy no lo son.

Me quedan algunos sueños en la recámara, improbables, locos, producto de un exceso de sol en la cabeza pero por el carril que discurre ahora mi vida no sé yo si al final se harán realidad.

Me está dando miedo soñar...


viernes, 9 de mayo de 2014

REESCRIBIR

Una vez leí una cosa: la vida no se puede reescribir. Uno comete el más mínimo error, el más idiota de los errores, el más absurdo, y te pasas el resto de tus días pagando por él. 

En la novela no. Ahí puedes retocar, reescribir, reelaborar. Pensar de nuevo y volver a empezar. Soplar a los personajes la mejor de las respuestas en el mejor de los momentos.

Sin embargo, las tonterías que haces en la vida, permanecen para siempre. 

Por eso intento evitarlas siempre.

martes, 6 de mayo de 2014

ENCUENTRO CON LECTORES EN LECTURARTE AZUQUECA.

Mañana, a las siete de la tarde, estaré en la Sala de Conferencias del Centro Cultural de Azuqueca de Henares, en el encuentro que cierra el programa LecturArte, que a lo largo de este 2014 ha contado con la presencia de destacados autores del panorama literario actual como Kirmen Uribe, Blue Jeans, Esteban Navarro, Maite Carranza, Adela Cortina, Manuel Loureiro, Javier Ruescas, José Antonio Portillo y Carlos Jano.

Para mí, novata en todo esto, es un verdadero honor haber sido invitada a cerrar este ciclo y que se haya contado con mi presencia, en medio de nombres tan grandes como los que os acabo de mencionar.

LecturArte: el sabor de la lectura y otros placeres, ha contado con el apoyo del Ministerio de Cultura. El objetivo de este programa ha sido potenciar el intercambio cultural y poner en contacto directo a creadores de 10 comunidades autónomas con los lectores, además de ofrecer la posibilidad a los ciudadanos del contacto directo con los creadores de las obras literarias que se presentan. Se buscaba disfrutar, sobre todo, de la literatura, tanto para niños, jóvenes o adultos. El objetivo es transmitir el placer de la lectura. ¿Hay algo más hermoso que llenar la imaginación tan solo con leer un texto?


Mañana me sentaré detrás del la mesa para hablar con los miembros de los distintos clubs de lectura (y quien se quiera acercar) de mi novela Detrás del cristal. Iré dispuesta a contestar preguntas, así que os animo a que os las vayáis preparando.



¡Os espero!

domingo, 4 de mayo de 2014

LA MEDIOCRIDAD SE HA CARGADO EL INVENTO

"La mediocridad se ha cargado el invento".

Me lo decía un amigo escritor a propósito de Amazon y los libros digitales autoeditados. Nada se parece a ese inicio, cuando a finales de 2011, principios de 2012, muchos nos lanzamos a la aventura de subir nuestros textos a una plataforma novedosa que permitía que el autor "publicase" sin coste alguno y, no solo eso, obtuviera además beneficios por ello.

¡Una maravilla!

Muchos textos, algunos muy, muy buenos, pudieron abandonar los cajones donde llevaban años esperando una oportunidad sin encontrarla.

Encima que se superaba la traba del rechazo editorial, los autores podíamos aspirar a cobrar por nuestro trabajo. Eso sí, dentro de los estrechos márgenes de poner las obras a un euro porque todo aquel que pretendió subir más allá, enarbolando la bandera de la dignidad o la calidad personal (los había de todos los colores en sus razonamientos) se dieron un tortazo de muerte, algo que no había que ser demasiado listo para intuir. Salvo honrosísimas excepciones se convirtieron en invisibles en las listas de ventas, aunque a final de mes el 70% de beneficios que reporta subir por encima de los tres dólares el precio compensase esas ventas menores. (Las compensa pero, ¿compensa tener menos lectores cuando ya has decidido salir del cajón?)

El hecho de que encima, casi nada más empezar, las editoriales se lanzasen a la búsqueda del ansiado best seller (es mucho más cómodo que te digan, lee esto que merece la pena, que ir buscando tú entre un montón de manuscritos) contratando a los autores que les parecía que encajaban con sus catálogos, hizo que la gente se lanzase en masa a subir todo lo que tenía entre sus manos, dejando de lado en muchas ocasiones algunos pasos que deberían darse antes de lanzarse al vacío.

Autocrítica.

Reposo de los textos.

Revisiones exhaustivas.

Autocrítica.

Autocrítica.

Autocrítica.

¿Me repito?

A lo mejor es que como yo soy tan crítica conmigo misma me parece que es lo más importante, valorar si todo lo que aterriza en Amazon es interesante por algún aspecto o si subimos la primera mierda que nos aparece por el disco duro porque esto, como leí en el blog de todo un experto que tiene una docena larga de libros publicados (bajo seudónimos varios, según él, así serán) esto no es más que un negocio que hay que alimentar.

Una inmensa hoguera de vanidades, añado yo.

Está ocurriendo algo, dentro de unos meses volvemos a ello si queréis. Lo primero, la sensación que tengo, es que se venden muchos menos libros que hace simplemente un año. Los libros que ocupan en top tienen unas ventas inferiores a las que tenían el año pasado otros libros en los mismos lugares. Lo segundo es que estoy convencida de que hay menos calidad en general y lo tercero es que, como decía mi amigo, la mediocridad se ha cargado el invento.

Algo de razón tiene.

En mi kindle he inaugurado una lista. Cruelmente la he llamado NO (para eso el kindle me lo compré yo solita y es mío). Significa que no voy a leer esos libros, que los he empezado y me han decepcionado tanto que no voy a perder un minuto de mi vida en ellos. ¿Por qué? Pues sin decir títulos, allá cada uno con su conciencia, voy a contaros qué me pasó con algunos.

Primero de la lista: me aburrió profundamente antes del cinco por ciento. No le encontré la gracia aunque no estaba mal escrito. Creo que no tiene alma y cuando algo no tiene alma...

Segundo: uf, uf, uf... que simple soy. Tanta profundidad me perdió al siete por ciento. Me hace falta alguna carrera más para entenderlo. Eso, o que no hay por dónde cogerlo.

Tercero: ¿pero esto qué es? Un aburrimiento absoluto, sin ningún estilo al que agarrarse como salvavidas. Llegué con las expectativas altísimas, muchas recomendaciones y no pude superar el 10% de cortesía. Me superó él a mí.

Cuarto: este me llamó la atención lo malísimamente mal escrito que está. Cambia de tiempos verbales como quien se está probando ropa mirándose a un espejo. La sinopsis era interesante, la portada buena pero el contenido... una pena. Pero de las gordas.

Quinto: un peñazo. Floritura tras floritura para demostrarme que sabe usar muchos adjetivos unos detrás de otros pero sin ningún ritmo. En el primer diez por ciento no había pasado nada así que cerré y a otro.

Voy a parar porque así tengo treinta. Menos mal que en el otro extremo hay noventa que sí me han gustado, pero el porcentaje de error es demasiado alto como para que ahora vaya alegremente a comprarme un libro a Amazon. Por mucho que cueste un euro o tres, por muchas opiniones buenas que tenga. Tengo que asegurarme primero de que lo vale.

En el extremo opuesto, os lo he ido contando, libros que pese a su sencillez en algunos casos cubren con creces mis deseos lectores pero encontrarlos cada vez cuesta más.