Ayer pasé el día fuera de casa. Por la tarde, el teléfono vibró en mi bolso y fui a mirar qué pasaba. No suelo recibir muchos mensajes y, además, lo llevo silenciado casi todo, así que solo se me ocurrió que tenía que ser muy importante para haberse saltado todos mis filtros.
Era de Instagram.
Vale, ahí no filtro nada porque apenas recibo más mensajes que los de algunos hombres que intentan contactar conmigo a ver si consiguen algo de sexo, a los que bloqueo ipso facto puesto que no tengo intención de acceder a sus peticiones. Esto no pasa todos los días, ni siquiera todos los meses, así que no me he preocupado de averiguar cómo callarlo.
El caso es que me habían mencionado en una historia y por eso me avisaba el silbido. Ana Draghia, escritora, profe de literatura y compañera de editorial me decía que no haga hype de Entre puntos suspensivos porque quiere saber qué puñetas va a pasar con la novela y la tengo nerviosa.
Tuve que mirar qué era hacer hype y me sentí muy mayor en ese instante.
Ana me hizo sonreír y me volví a casa en el coche pensando en la posibilidad de una tercera novela. Incluso tracé una trama posible, me fui imaginando cómo podrían ser también Mario o Silvia, cómo habría cambiado Valeria y si ella podría ser el detonante de algo más que les sucediera a sus padres. Vine a casa la mar de entretenida, aunque esta mañana me he dado cuenta de que esa no es una historia que pueda escribir ahora. Necesitaría que pase algo de tiempo y sentirme una tonelada más tranquila para que el resultado sea luminoso y esté a la altura de las dos novelas que ya están ahí.
No, ahora no es el momento para esto.
Puede que dentro de un par de años me lo replantee, puede que hasta que llegue ese instante siga escribiendo en mi mente bocetos de lo que podría ser la historia entre los dos personajes que más me han dado hasta ahora. Una historia, esta vez, de madurez, de padres de una adolescente...
¡Basta!
La que has liado, Ana. Tengo varias novelas por terminar, estoy corrigiendo una y me tengo que poner dentro de nada con otra que está en borrador, a falta de que me siente con ella a escribirla de verdad y mi cabeza se ha puesto a divagar de nuevo.
¡Si es que lo pides con una gracia que cuesta decirte que no!
No sé, no sé...
MAYTE ESTEBAN. Escritora. Abrí paso en España al mundo de la autoedición. Hoy publico con HarperCollins.
domingo, 10 de junio de 2018
sábado, 9 de junio de 2018
TODO SEGUIRÍA IGUAL
Llevaba ya la friolera de cinco años como candidata al puesto. La vez anterior, cuatro años atrás, se había quedado a las puertas de conseguirlo; una enfermedad inoportuna se llevó todas sus posibilidades, pero no se rindió. Pensó que había que ponerle al tiempo buena cara, que había que seguir trabajando con honestidad y firmeza y, cuando el puesto quedase libre, ella sería la más cualificada para conseguirlo.
El incremento de sueldo era considerable, pero no lo quería por eso, sino algo más intangible: lo habría logrado sin llevarse por delante a nadie, esperando, preparándose mucho para, una vez en él, ser la mejor.
A finales de abril, con la primavera mostrándose en todo su esplendor, tuvo la primera entrevista. A juzgar por las sensaciones, todo parecía encarrilado. Quince días más y sería la definitiva. Se preparó para ella. Solo llegó cinco minutos tarde, los que le llevó dar con la puerta correcta, puesto que habían cambiado el lugar de la reunión y no había sido avisada.
La entrevista con el jefe fue distendida. Duró exactamente una hora, en la que trató de ser agradable. Los primeros treinta minutos tuvo la sensación de que estaba a punto de conseguirlo, pero algo en las palabras de él le hizo dudar.
Dos veces.
Se fue de allí, a pesar de todo, contenta.
Los siguientes días, las noticias no llegaban. Empezó a ponerse nerviosa, pero trató de concentrarse en su trabajo. Esa espera alteró sus nervios, pero no fue capaz de llevarse por delante la ilusión de conseguir, al fin, el trabajo.
El resultado llegó tres semanas después de la entrevista.
Ni siquiera se lo comunicaron en persona, lo vio publicado en el tablón de anuncios y también presenció las felicitaciones a la que sí había conseguido el puesto. No la había visto por allí nunca, pero al fin y al cabo el puesto era abierto y ella había sentido que algo en la entrevista había ido mal.
Sintió la decepción pateándole las tripas, pero se obligó a sonreír, a seguir en su mesa de siempre a centrarse en los papeles que ocupaban sus días. Todo seguiría igual, salvo por un detalle.
Ya no se presentaría candidata.
Nunca más.
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Mayte Esteban,
relato breve
viernes, 8 de junio de 2018
HE VUELTO A UNA NOVELA
En estos días he estado muy productiva en cuanto a escritura se refiere. La presión mental a mi alrededor ha sido potente -tengo cierta tendencia a no saber desconectar y preocuparme de más- y solo conozco una manera de canalizarla para sacarle algo positivo: escribir.
He escrito un montón.
En primer lugar os voy a hablar de un relato que, de momento, me guardo. Quiero darle un par de vueltas antes de dejarlo a la vista, sobre todo cambiarle el título, porque su gestación digamos que fue un poco de broma y lleva el mismo título vulgar y de mal gusto que una novela con la que tropecé en Amazon. De hecho, su nacimiento tiene que ver con eso, qué le está pasando por la cabeza a alguien para ponerle ese título a una historia. Pensé que tal vez estaba prejuzgando, que igual detrás de esas palabras que llaman la atención había algo bueno y que solo eran una estrategia de marketing.
¿Y si escribo algo con ese título? Esa fue la pregunta que me hice y dos segundos después, gracias a esta velocidad a la que me empuja la presión mental, estaba escribiendo. Tardé como veinte minutos, me reí un montón por las tonterías que se me pasan a veces por la cabeza y no sucumbí a la tentación de venir a colgarlo al blog por eso que digo, porque creo que es mejor que repose un poco y cambiarle el título, aunque solo sea un mero ejercicio narrativo y no algo que vaya a ser candidato a la historia de la literatura.
No creo que haya escrito en mi vida nada candidato a esto, todo sea dicho.
Lo siguiente que he estado haciendo ha sido ordenar una novela a la que llevo dando vueltas bastante tiempo. La he vuelto a leer, libreta y papelera en mano, he quitado cosas, he añadido otras y le han salido cinco capítulos más. De lo primero que escribí hace un par de años a esto que voy teniendo hay un mundo de diferencia. Aunque no he salido del atasco en el que he metido la trama por culpa de uno de los múltiples hilos que he entrelazado, sí he hecho el ejercicio de conocer un poco más a mis personajes, he pulido frases, he dejado clara la secuencia temporal y estoy segura que de este nuevo repaso esa novela ha salido fortalecida. No vislumbro el final, pero tampoco es importante. En la última que he terminado no me convencía el primero, necesitaba otro y tuve la paciencia de buscarlo hasta dar con él.
Espero que entre tanto libro que se publica al día, nadie se moleste si tardo un poco en llegar con otro. Lo haré, no sé cuándo, pero lo haré.
Y lo último que he estado haciendo ha sido volver a repasar una novela. La novela. Mi novela. Lo que deseo publicar por encima de todo, pero que tiene la particularidad de ser tan extraño que no encaja en ningún catálogo de momento. No es que no existan historias así, de hecho yo las he leído, pero todas tienen en común algo: sus autores son gente consagrada que va a vender sí o sí y las editoriales no tienen miedo de publicar algo, porque es su nombre lo que se va a poner en letras más destacadas. Me parece normal, en los negocios hay que poner en primer plano el ganar dinero, hay que arriesgar, pero teniendo siempre unas mínimas garantías de éxito, sobre todo porque el trabajo de muchas personas depende de ello.
Me han dicho que por qué no la autoedito o por qué no participo en el concurso de Amazon. Lo he valorado, aunque también haya dicho muchas veces que lo del concurso no me atrae nada. Uno es libre de cambiar de opinión, y además es muy sano porque supone una reflexión madura sobre el tema, mucho más que encallarse en una posición que, en demasiadas ocasiones, no conduce a ninguna parte. Si no lo hago es porque hay proyectos que verán la luz este verano y que quiero ver cómo marchan sin interferencias, pero quizá después vuelva a darle una vuelta mental a la posibilidad de sacarla por mi cuenta. Tengo varias portadas, y si no la persona que es capaz de hacer magia con las imágenes, y aún me acuerdo de maquetar.
Y tengo los electrodomésticos de la cocina para darse una vuelta por una tienda y sustituirlos todos, también tengo que decir. Me vendrían muy bien esos ingresos extras para poder continuar con la rutina.
Así que en ello estoy. Acelerada perdida, pero aprovechándome de esa sensación que el estrés provoca en mí, algo a lo que siempre le he sacado partido. A veces me ha ayudado a adelgazar y ponerme estupendísima de la muerte, otras me servido de acicate para estudiar y sacar las mejores notas y ahora me empuja a escribir con más ahínco.
Tal vez, del desastre, pueda salir algo bueno.
Tal vez, por fin, os pueda presentar a esos personajes que son luces y sombras, esa historia de vidas que laten y que, por encima de todo, hacen sentir. Al menos yo, cuando releo esta historia, siento.
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Mayte Esteban,
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reflexión
viernes, 1 de junio de 2018
SU CHICO DE ALQUILER EN PRIME READING
Empezamos con la campaña de verano estrenando un nuevo servicio de Amazon: Prime Reading. ¿En qué consiste? Para todos aquellos clientes que paguen su tarifa anual de Prime (menos de 20€), además de los gastos de envío gratis para miles de productos y pelis y música que se pueden ver y escuchar en la plataforma de manera legal, ahora hay descargas de libros gratis.
Uno de ellos, con el que se inaugura el programa, es Su chico de alquiler.
¿Decía yo que a esta novela no le podía pasar nada más? Pues me equivocaba, como siempre me equivoco con ella. Tiene mucha magia. Cómo me alegro de que cuando se quedaron Detrás del cristal no tuvieran los reflejos de verla, me ha dado mucho más volando sola y la oportunidad de escribir Entre puntos suspensivos.
¿Qué va a pasar con la novela en los próximos meses?
Pues estará GRATIS para todos aquellos que tengan Prime. Es un préstamo, así que, cuando la terminen de leer, deberán devolverla (hay un máximo de novelas que se pueden tener de manera simultánea en la biblioteca de Prime). En el momento en el que se devuelve, desaparece del kindle por arte de magia.
Bueno, por cosas de la tecnología que no entiendo y yo les llamo magia para abreviar.
El compromiso son 180 días en los que se podrá descargar de este modo. Pasado ese tiempo volverá a su precio habitual, 3,99€. Sí, reconozco que es raro que mi novela más corta sea también la más cara que tengo en digital, pero le dais las gracias a los trolls, esos seres maravillosos que me hicieron valorarla en su justa medida. Y de paso se la doy yo, porque aunque les parezca increíble, se vende a ese precio y se ha pasado seis años en el top de su categoría. Todo un bestseller digital. ¿Quién lo diría?
Esta mañana estaba el 3 en su categoría. Ahora mismo, el 4.
Así que, ya sabéis, si os apetece, a por ella. Incluye el principio de Entre puntos suspensivos (por cortesía de HarperCollins) un aviso anti trolls y un documento adjunto en el que hablo de mis otras novelas, aunque no me acuerdo de si está muy actualizado. Igual he publicado más desde que lo subí o sobra alguna que ya no esté a la venta, no lo sé.
No os dejo enlace, lo de la ley de protección de datos me tiene un poco despistada y no sé qué hacer, así que he decidido no hacer nada. Si la queréis, vais a Amazon, ponéis en la barra de búsqueda mi nombre (seudónimo, el que conocéis, mi nombre real no lleva a ningún sitio) y os saldrán todas mis novelas.
Y si os gusta esta, quizá podríais animaros con otra.
Son, incluso, mejores.
(No tengo abuelas desde 2011)
Uno de ellos, con el que se inaugura el programa, es Su chico de alquiler.
¿Decía yo que a esta novela no le podía pasar nada más? Pues me equivocaba, como siempre me equivoco con ella. Tiene mucha magia. Cómo me alegro de que cuando se quedaron Detrás del cristal no tuvieran los reflejos de verla, me ha dado mucho más volando sola y la oportunidad de escribir Entre puntos suspensivos.
¿Qué va a pasar con la novela en los próximos meses?
Pues estará GRATIS para todos aquellos que tengan Prime. Es un préstamo, así que, cuando la terminen de leer, deberán devolverla (hay un máximo de novelas que se pueden tener de manera simultánea en la biblioteca de Prime). En el momento en el que se devuelve, desaparece del kindle por arte de magia.
Bueno, por cosas de la tecnología que no entiendo y yo les llamo magia para abreviar.
El compromiso son 180 días en los que se podrá descargar de este modo. Pasado ese tiempo volverá a su precio habitual, 3,99€. Sí, reconozco que es raro que mi novela más corta sea también la más cara que tengo en digital, pero le dais las gracias a los trolls, esos seres maravillosos que me hicieron valorarla en su justa medida. Y de paso se la doy yo, porque aunque les parezca increíble, se vende a ese precio y se ha pasado seis años en el top de su categoría. Todo un bestseller digital. ¿Quién lo diría?
Esta mañana estaba el 3 en su categoría. Ahora mismo, el 4.
Así que, ya sabéis, si os apetece, a por ella. Incluye el principio de Entre puntos suspensivos (por cortesía de HarperCollins) un aviso anti trolls y un documento adjunto en el que hablo de mis otras novelas, aunque no me acuerdo de si está muy actualizado. Igual he publicado más desde que lo subí o sobra alguna que ya no esté a la venta, no lo sé.
No os dejo enlace, lo de la ley de protección de datos me tiene un poco despistada y no sé qué hacer, así que he decidido no hacer nada. Si la queréis, vais a Amazon, ponéis en la barra de búsqueda mi nombre (seudónimo, el que conocéis, mi nombre real no lleva a ningún sitio) y os saldrán todas mis novelas.
Y si os gusta esta, quizá podríais animaros con otra.
Son, incluso, mejores.
(No tengo abuelas desde 2011)
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Mayte Esteban,
Prime Reading,
su chico de alquiler
lunes, 28 de mayo de 2018
PÍLDORAS PARA OLVIDAR
Nos resistimos a que algunas historias terminen, pero la vida tiene eso, que no planifica los epílogos y algunas veces hasta acaba mal.
El final de una amistad, el final de un tiempo de sueños compartidos deja una herida que tarda mucho en curar. A veces haces como que no te das cuenta de que sigue abierta, esperas durante meses a que desaparezca. Pero no sucede. Un día, al pasar el dedo por encima con descuido, descubres que hay una sutura en tu alma. Que ya no duele, pero la cicatriz está ahí, para recordarte siempre que no imaginaste nada, que existió. Aceptas que ese tiempo no volverá, que igual que cambian todas las células de tu organismo periódicamente, los sentimientos mutan y se vuelven otros.
Pero cuesta tanto que estaría bien encontrar píldoras para olvidar.
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