lunes, 9 de mayo de 2022

LAS FÁBRICAS DE LUZ

Es como se llamó a las primeras centrales eléctricas que se instalaron en nuestro país a finales del siglo XIX. Normalmente las ubicaban aprovechando antiguos molinos a los que añadían maquinas de vapor, dinamos y calderas para incrementar la productividad.

No eran capaces de suministrar luz a lugares demasiado alejados de su ubicación y la forma de cobro a sus clientes era por bombilla instalada. Eso hizo que en algunos hogares se hiciera un agujero en el suelo para poder pasar la bombilla de una planta a otra.

Solo se encendían por la noche, al igual que el alumbrado de las ciudades.

Todo esto lo he aprendido hoy escribiendo un pequeño relato que ya va por las 25 páginas. Solo es un divertimento mientras hago de lectora cero de otras novelas y termino este curso que está siendo tan extraño.

También estoy leyendo el ensayo de Brandon Sanderson, Curso de escritura creativa. No me puedo permitir un curso de verdad, presencial, con alguien de su talla (incluso tampoco más bajito), así que me conformo con aprender de lo que leo. Hasta ahora me gusta lo que estoy encontrando. Incluso algunas verdades incómodas sobre esto de escribir que a veces nos negamos a nosotros mismos, pero que ahí están.

Pero no me quiero dispersar. Fábricas de luz. Me ha gustado tanto el término que uno de mis personajes se ha convertido en el dueño de una de ellas.

A veces escribir es pura magia. Sobre todo cuando lo haces sin pensar en nadie más que en ti mismo.




 

jueves, 5 de mayo de 2022

MÁS DE DOS MIL PALABRAS

No debería ser motivo de reflexión que alguien que escribe a diario escriba un día más de dos mil palabras, pero en mi caso supone algo tan extraordinario que necesito contarlo aquí, en este diario literario que abrí hace ya catorce años. 

Llevo mucho tiempo arrastrando a un cuerpo al que le ha dado por volverse lento y en ese esfuerzo ha habido que dejar de lado algunas cosas. 

Por ejemplo, escribir novelas.

Esto no significa que no escriba.

Escribo a diario. 

En redes, en cuadernos, ejercicios de todo tipo, corrijo y en todo ese proceso las palabras son necesarias... Pero hacía tiempo que no lograba avanzar en una novela, que cada momento de escritura se convertía en una cuesta arriba en la que he tenido que luchar.

Me sentía como cuando te arrastra la corriente y, por más que braceas, lo único que haces es cansarte más y más sin lograr llegar a ninguna parte.

Ayer me enfadé conmigo misma. 

Este bloqueo tiene nombre y sé las causas, me conozco lo suficiente como para identificar mis males sin necesidad de que nadie me dé un diagnóstico. Estaba braceando, peleando en una lucha desigual en la que tengo todas las de perder y lo peor es que en esa batalla me estaba perdiendo a mí misma. 

He dejado de luchar.

Quien quiera, que se quede.

Quien quiera, que se vaya.

Esto también sirve para las novelas que no fluyen.

Ayer decidí empezar algo nuevo, una historia bonita y sin pretensiones, una que no tenga mil tramas que se entrecrucen y esté en un momento histórico tan complicado como lejano.

Una en la que no tenga que lidiar con idiotas.

Como hice con la que escribí a mi madre, voy a disfrutar. Y si se queda en el cajón, pues no estará sola porque allí viven aún unas pocas historias.

Y si sale, pues ya veremos qué pasa.

Y esta entrada la estoy escribiendo mal a propósito, con trazas de copywriter, porque me hace mucha gracia que esto sea lo que se premie en estos momentos de la historia.

Ah, y he abierto un canal de Twitch.

No sé para qué, pero lo he hecho.



domingo, 24 de abril de 2022

SIN FECHA DE CADUCIDAD, X PREMIO INTERNACIONAL HQÑ

 Quiero recoger en el blog que ya ha salido a la venta la novela con la que he ganado el X Premio Internacional HQÑ. Ha sido muy extraño, se publicó ayer en digital, día del libro de 2022, y no consta en Amazon casi ninguna venta. Al menos, su descenso constante en el ranking da a entender que apenas se ha descargado, aunque en otros libros, con menos de las que me han llegado capturas me situé en el top.

No sé qué ha pasado y tampoco me preocupa mucho. Me parece raro, pero esto es ingobernable. Imprevisible. Extrañísimo. Y me lo quiero dejar en el blog porque aquí reúno todas las cosas que me han ido pasando en este camino.

No voy a dejar de hacerlo ahora que he llegado a la meta...

EDITO: Varios compañeros me han escrito para decirme que han detectado lo mismo que yo, que han debido tocar el algoritmo porque están pasando cosas muy extrañas con las listas y las ventas, una no correspondencia que no habíamos vistos desde 2011. Me quedo más tranquila aunque me parezca una putada.

Os dejo la sinopsis y la portada.




Una promesa. Un singular contrato. Una locura, pero tenía que intentarlo.

Héctor Martín tiene un serio problema y, después de agotar todas las vías que se le ocurren para solucionarlo, se encuentra que no tiene a quién acudir. Desesperado, se acuerda de Alba, la que fue su mejor amiga en la adolescencia. Alba firmó una promesa sin fecha de caducidad, pero tal vez ya no esté dispuesta a cumplirla porque hace mucho que sus vidas se separaron.

Alba S. Kent es la autora más exitosa de novelas de fantasía del momento. No atraviesa una buena racha, desde hace tiempo recibe correos de un tal Romeo que han pasado de la admiración más profunda hasta un tono tan preocupante que ha despertado muchos fantasmas del pasado.

¿Podrá Alba confiar en Héctor de nuevo después de lo que pasó entre ellos y con la amenaza de un acosador perturbando su ánimo?


El enlace de compra os lo dejo aquí.

jueves, 24 de marzo de 2022

¿PERO ESTAMOS TONTOS?

Esta tarde he sabido que la autora Jennifer L. Armentrout lleva unos días recibiendo insultos de "fans" porque ha escrito una escena que no les ha gustado.

¿En serio?

Siento decirlo, pero eso tiene un diagnóstico psiquiátrico y no es especialmente bueno. Y no me refiero a la autora, por supuesto, me refiero a esas personas que no son capaces de conjugar la pasión lectora con el equilibrio mental y con la educación necesaria para conducirse por la vida. La literatura es ficción pero, sobre todo, pertenece a sus autores. Si a ti como lector no te gusta un final, pasa a otro libro. Y si te desespera, abre un Word y te escribes tu final, el que te hubiera gustado a ti.

Punto.

Nadie te lo va a impedir y, lo más importante, no le haces daño a nadie.

Lo demás es de necesitar ayuda médica urgente, pero además insultar a la autora hasta obligarla a cerrar sus redes sociales es de ser mala persona.

Luego nos echamos las manos a la cabeza si una persona pública se suicida después de leer las barbaridades que dicen de ella en las redes, pero qué poquito le paramos los pies a quienes no dudan en escudarse en perfiles que la mayoría de las veces no tienen ni las narices de poner su nombre y su foto, no sea que alguien pueda saber, en la calle, que no son tan buenas personas como predican.

Por cierto, son los mismos que se ponen hastags solidarios a la mínima que encuentran la ocasión.

Lo dicho, para hacérselo mirar.

martes, 15 de marzo de 2022

CUIDAR, CUIDARSE.

Cuando no estoy bien, recurro a la memoria y retrocedo en el tiempo. Sin máquinas sofisticadas, sin alterar líneas temporales que perturben el futuro, viajó.

Al patio de la casa de mis abuelos. 

A las tardes escuchando sus historias. 

A la mejor tortilla de patatas que se haya preparado jamás. 

A la anciana más dulce y más buena del mundo, que era la tía María, la hermana de mi abuela. 

Tengo 20 años de nuevo y no quiero más vida que quedarme a su lado para siempre.

 Escuchándolos. Mimándolos. Regañándolos si se saltaban algunas normas estrictas con la comida (la abuela era diabética) o si el abuelo se me escapaba en un descuido a casa de alguna vecina. 

No quiero moverme de nuestras tardes bajo la parra, porque hoy sé que no me faltaba nada importante en esos momentos.  Me QUERÍAN. Sin fisuras, sin engaños, sin juzgarme nunca. Y yo los cuidaba, pero ellos también a mí. Como nadie lo ha hecho jamás y como no espero que sepa hacerlo ni siquiera yo misma.

Supongo que a los 20 tienes prisa. Quieres ser independiente. Viajar. Vivir. Se te queda pequeño el patio de tus abuelos. Por eso cometí la torpeza de batir las alas. Hubiera sido mejor que batiera huevos e igualarse su tortilla. 

Ahora, a mi edad, sé que ese era mi mundo. El más luminoso, donde cuidar y que te cuidasen se daban la mano de tal modo que nadie parecía más importante sujetando al otro.

Hoy ya no existen ellos tres salvo en mi corazón y mis recuerdos, pero en noches como esta los tengo. Solo me hace falta cerrar los ojos para volver a escuchar sus voces y sentir su amor inmenso.