sábado, 2 de septiembre de 2017

PREMIO ROMANTIC EDICIONES

Ayer me enteré de que el II Premio Romantic, de Romantic Ediciones había quedado desierto. En un escueto comunicado, que podéis leer aquí, se daba la noticia.

No es la primera vez que un premio de novela romántica queda desierto, de hecho, si no recuerdo mal, pasó lo mismo con el Titania. Esto me ha hecho pararme a pensar qué es lo que está pasando. ¿Cómo es posible que un género en el que cada vez se publica más convoque premios que al final quedan desiertos? ¿No es un poco extraño? ¿No es contradictorio? ¿No debería ser lo contrario, que costase encontrar un ganador entre tanta novela escrita?

El año pasado leí varios post en los que se especulaba con que el problema era la dotación económica. Se decía que esa podía ser la causa de que el premio se dejase desierto. Quizá si era demasiado alto y por otras ediciones habían constatado que no se recuperaba la inversión con las ventas, la editorial hubiera preferido dejarlo desierto y no arriesgarse a perder dinero. Es un pensamiento lógico, al fin y al cabo el mundo editorial es, ante todo, un negocio. Si no cuadran las cuentas, si se pierde dinero, el invento se va al garete. No está el mundo para tirar cohetes ni dinero por la ventana. Por tanto, aquellos rumores tenían una base razonable en la que apoyarse, aunque a mí no me consta que fueran más allá de eso: rumores. Se extendieron, pero ya se sabe, "la verdad es siempre menos interesante que una mentira bien adornada", así que lo dejé ahí, en el baúl del millón de cosas que leo al mes, sin darle mucho crédito.

Sigo sin dárselo del todo, que conste, pero supongo que el decir que es culpa del dinero deja de lado la otra posibilidad, la que a mí me parece mucho más real. La que tiene que ver con el talento. Ayer, al leer el comunicado de Romantic, pensé más en calidad. Siento con toda mi alma decirlo, pero creo que cada vez hay menos en el género. Las historias se repiten y, al menos para mí, falta también escritura. Es verdad que a muchos lectores parece últimamente que la calidad les importa muy poco, pero las editoriales tienen un prestigio que mantener. Un listón mínimo, un nivel que, de bajarlo, repercutiría en el resto de su catálogo. Entiendo que se opongan a que este descienda. Que no publiquen a cualquiera y que tampoco premien sin estar seguros del todo de que eso no será mala prensa para ellos.

Os voy a contar algo.

Hace un par de años fui invitada a hablar en una mesa sobre premios literarios. También hay otro rumor que dice que siempre están dados de antemano. En eso yo tengo que decir que, por lo que a mí respecta, a mí no me conocía ni Dios, así que no sé por qué me lo iban a dar cuando quedé finalista en el HQÑ. De eso se habló mucho tiempo en esa reunión, de "enchufes", pero en esa mesa no se habló de otra cosa de la que yo sí quería hablar. No lo hice porque me advirtieron de que, de hacerlo, podría repercutir en las ventas de mis libros. Iba a tocarle las narices a algunos egos, en este mundo hay muchos y yo tenía una novela en lo más alto de todos los tops. No convenía dañarla, pero ahora no estoy en esa situación, así que creo que ya es tiempo de hablar. Quería hacerlo porque creo que es la causa de que estos premios se queden desiertos: hay que ser mucho más críticos con nosotros mismos. Parece una gilipollez, pero me estoy encontrando con que no lo es, que la crítica siempre es hacia los demás, pero no sabemos ver vigas en nuestros ojos o transatlánticos del tamaño del Titanic. Eso si, una mota en el ojo de otro la vemos como si llevásemos un microscopio de aumento y corremos contarlo. Sobre todo en Goodreads...

Si vamos a presentarnos a un concurso, lo primero que deberíamos hacer es preguntarnos si la historia la leeríamos de no ser nuestra o la dejaríamos en la página tres. Yo he sido jurado muchas veces, sobre todo de relatos, y he alucinado con lo que te encuentras. ¿Cómo puedes pretender ganar un premio si el sujeto de la primera oración lo pones en singular y el verbo en plural? ¿Cómo puñetas crees que vas a llegar lejos si confundes la uve con la be? Eso lo he visto, me han fallado haches y otras se habían evaporado y, lo siento, pero un escritor tiene que manejar sus herramientas, las palabras. Si no lo hace, a mí ya no me vale, por mucho que la historia que me cuente sea hiper mega súper bonita: ya no hay magia. Ya no hay premio. Yo no puedo, mi conciencia me lo impide, premiar a alguien que no sabe distinguir lo básico (ojo, no hablo de erratas, sino de errores, de los gordos, de los que hacen sangrar los ojos. Una errata se le escapa a cualquiera).

Creo que es ahí donde hay que buscar ese premio desierto y donde hay que pararse a pensar qué es lo que ha pasado. Y para quienes se hayan presentado y no han pasado la criba, con más razón, porque han sido leídos por profesionales. No vayáis corriendo a Amazon a publicar la novela, dadle una vuelta.

Os estaréis haciendo un favor, y de paso un favor a este género.

2 comentarios:

  1. A ver... Para poder presentar (o simplemente, publicar) una buena novela hay que aprender a escribir (manejar con corrección las herramientas del lenguaje), a narrar y a novelar, las tres cosas. No se trata solo de contar una historia como nos dé la real gana. Pero si no sabemos hacer cualquiera de las tres cosas, difícilmente podremos ser críticos con nosotros mismos, difícilmente podremos advertir que estamos cometiendo errores. Ese es el problema. Tal vez la solución pasa por dejarle la novela a otros para que la lean; pero no a nuestra camarilla más fiel, a esa que nos regala el oído con halagos que no se sostienen, sino a críticos de verdad, de los que te dan caña sabiendo de lo que hablan. Y por supuesto, con la premisa de escucharlos y aceptar sus puntualizaciones. No es tan fácil como parece esribir una novela romántica, ni romántica ni de cualquier otro género, aunque no sé por qué este parece más dado a que todo el mundo lo intente. Yo no me canso de repetir que el aprendizaje no termina nunca y que hay que tirar muchos papeles escritos a la papelera antes de darlos por buenos. Pero abrir los ojos con humildad es una tarea de debe asumir cada cual, Mayte ;)

    Un beso!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo he detectado que cuesta mucho borrar o tirar papeles, con lo poquito que me cuesta a mí. Si un párrafo es una mierda hoy, ¿para qué lo guardas? Mañaba seguirá igual.

      Tengo la sensación de que en esta sociedad de la inmediatez no tenemos paciencia ya y el oficio de escribir la necesita. Es uno de los ingredientes básicos. Eso, al final, redunda en la calidad.

      A mí no me da la risa cuando veo premios desiertos, sino mucha tristeza. Si la autocrítica no existe, algo estamos haciendo mal con la educación y eso sí que es grave de verdad.

      Besos y gracias por atravesar el espejo.

      Eliminar

Si dejas tu comentario, entenderé que aceptas formar parte del reflejo de este espejo. Gracias por tu visita.