miércoles, 15 de febrero de 2012

LA PORTADA

Lo prometido dicen que es deuda. Aquí tenéis la portada de El medallón de la magia. Y alguna cosita más del libro, que ya está a punto de dejar de ser invisible…



Estos días he dejado que personas que han estado al margen de todo este proyecto leyeran el libro. Siempre lo hago, tratando de suplir de alguna manera el hecho de no tener a nadie "profesional" detrás. Este proyecto de escritora que soy va a su bola completamente y he descubierto que, a pesar de todo, los resultados son mucho mejores que mis propias expectativas. Dejé que lo leyesen adultos, a pesar de que en principio se escribió para un niño y las palabras de vuelta han sido las mejores.

Leído en muy poco tiempo, disfrutado a tope.

Así que, con el miedo unos grados por debajo, dentro de unos días la novela estará disponible para todo el mundo. ¿Mi plan? Dejarla que se mueva, como las otras dos, en el plano real, en formato libro de papel primero. Concentrarme en ello, aunque también apostaré por un formato digital, con el único objetivo de que sea más accesible para quien sienta curiosidad. En ello estoy aunque como todo lo que haces por primera vez, me está costando. Tengo un barullo mental de términos informáticos que para que os cuento. Menos mal que hay almas caritativas que me orientan (gracias Armando, Arantza… ¿qué haría sin vosotros?).

En todo este tiempo, desde que en 2009 se me ocurrió la feliz idea de autoeditar La arena del reloj, mis planes han ido cambiando. He pasado por todos los estados de ánimo que se os puedan pasar por la cabeza: desde la euforia del principio, cuando tuve el primer ejemplar entre mis manos, la emocionante presentación del libro, los comentarios positivos… El periplo sudamericano de Su chico de alquiler fue también extraño y genial a la vez (mi primera entrevista vino de Costa Rica y mi primera recomendación de Chile; la primera reseña y las que significaron más para mí, de México). 

Frente a eso, alguna vez no hace demasiado he sentido que no merecía la pena el esfuerzo y quise dejarlo todo abandonado. TODO. Menos mal que tengo alguien que creo que no me merezco que me dio un buen tirón de orejas. Todo esto hasta que empezó este 2012 y el eco que provoca internet hizo visible lo invisible y empecé a recibir mucho más de lo que ni siquiera me atreví a imaginar. 

Por eso, ahora tengo clara una cosa: no me importa no tener una editorial que respalde todo esto. A lo mejor es que no conozco la sensación, o quizá es que me da lo mismo (va a ser esto último). Me parece que me quitaría trabajo, no tendría que hacerlo todo sola, pero también restaría magia al proyecto. No me importaría quedarme aquí, desarrollar lo que sea sólo a través de internet y de este blog.

Dije que este libro sería el último que publique y de momento así será. Sé que os he contado que hay otra novela casi terminada (os enseñé la portada de Nadia, gracias de nuevo, preciosa), que El medallón tiene su continuación, pero habrá que darles su tiempo. 

A ellas y a mí misma. 

Esto requiere toneladas de energía que ahora necesito para otras cosas más importantes.

No significa que deje de escribir o de seguir de cerca todo lo que se avecina (que es mucho) desde este espejo. Eso es imposible. Digamos que necesito unas pequeñas vacaciones mentales para recargar pilas. 

Mientras tanto, ahí os dejo lecturas, para que las disfrutéis.

martes, 14 de febrero de 2012

SAN VALENTÍN TODOS LOS DÍAS

"Dicen que se sabe si un amor es verdadero cuando duele tanto como dientes en el alma".


Me gusta esa frase de una canción de Malú. Sugiere sentir sin medida, aunque no creo que siempre tenga que doler. También se puede vivir un amor tranquilo, compartir tu vida con una persona a la que entiendas, con la que te compenetres, que te complete. Dar al otro su espacio cuando lo necesite, ofrecerle tu mano y agarrarte de la suya en los malos y en los buenos momentos. Así lo entiendo. Sin agobiar pero sin olvidarse un instante de que está ahí. Él es mi amigo, mi amante, mi compañero. En ese orden.

Mi gran miedo es que alguna vez se vaya para siempre sin esperarme. 

Entonces es cuando dolería como si me mordieran en el corazón.

Hoy, que le tengo a mi lado, le diré, como ayer, como mañana, que le amo. No me hace falta que me lo recuerden con una fecha.

Y tampoco me da vergüenza gritarlo.

lunes, 13 de febrero de 2012

EL REGALO DE NADIA

Después de pasarme una semana ausente tengo que contar muchas cosas. Es como si este espacio se hubiera convertido en el lugar en el que me siento tranquilamente a hacer un repaso de lo que me va pasando. Y cada día, la primera sorprendida soy yo. Después de unos años en los que todo me parecía imposible, en los que no veía luz por ningún sitio, ahora encuentro que todo lo que me pasa tiene siempre un matiz brillante, un reflejo que tengo que capturar y sumergir en este espejo. A lo mejor no son las cosas que pasan sino yo misma, que veo todo diferente. El color de mi cristal de ahora.

Quiero que todo lo positivo se quede, para recuperarlo cuando a la vida le dé por ponerse puñetera y vuelva con su mania de tocar las narices.

Esta semana, Nadia Salamanca, del  blog Diseño SOS, me ha regalado una portada.

¡¡Muchísimas gracias, Nadia!!

Lo lógico, lo sensato, es que le hubiera pedido que me ayudase con la portada de El medallón de la magia pero en esta historia tenía más o menos claro lo que quería hacer. Así que le hablé de otra novela, una que está prácticamente terminada (a falta de algunos detalles que quiero matizar), pero a la que no sabía qué portada poner. Ella, con ese talento especial que tiene, lo ha solucionado. Y yo estoy feliz con el resultado. Se tendrá que quedar un tiempo guardado en un archivo porque aún falta para que esta novela esté lista pero me gusta tanto que no resisto la tentación de compartirlo.


¿Tiene o no tiene talento Nadia?

Pues si os gusta esto, deberíais leer algo suyo. O pasaros por su blog.

Este jueves, si no pierdo el ordenador de nuevo, por fin os enseño la portada que estáis esperando.

domingo, 12 de febrero de 2012

LA BIBLIOTECA DE AZUQUECA APADRINA A ESCRITORES NOVELES

La biblioteca Almudena Grandes, en Azuqueca de Henares, ha puesto en marcha un proyecto muy interesante: cada mes, un autor novel será apadrinado por uno de los clubes de lectura que se reunen semanalmente para comentar libros. El grupo leerá la novela y posteriormente se organizará un encuentro con el autor para cambiar impresiones. Pero no se quedarán ahí, pretenden hacer un seguimiento del autor a lo largo de su carrera, de manera que este encuentro no será el único, sino el primero.

En estos tiempos en los que abrirse paso en el mundo de la literatura es tan complicado, en los que las editoriales no siempre están lo atentas que deberían, son de agradecer los esfuerzos de los lectores por facilitar el camino a quienes escriben. Los blogs hacemos un papel creo que esencial, las redes sociales multiplican el efecto de nuestros comentarios, pero sin lectores de carne y hueso esto no serviría para nada. El que gente que se reune para compartir impresiones sobre sus lecturas lleven a cabo iniciativas como esta es, cuanto menos, alentador.

El proyecto arranca este mismo mes de febrero. El día 28, a las 19 horas, en la sala de conferencias del centro cultural se presentará el libro "Títeres" de Mónica Martín, autora azudense, polifacética, extravagante y prolífica, que ha tocado géneros tan variados como la novela, el relato o la poesía. Pero no se van a centrar en autores locales, han puesto sus ojos en otros que están triunfando en la red. De momento, yo sé dos nombres que están confirmados, aunque no tengo claras las fechas, así que no me arriesgo a darlas a lo loco. Sé que hay un libro que se leerá alrededor del ocho de marzo para celebrar el día de la mujer. ¡Y no os cuento más! Sólo que estoy segura de que quienes leéis este blog conocéis a los dos autores de los que hablo.

domingo, 5 de febrero de 2012

PREVISIONES PARA HOY

Miro por la ventana, salgo al patio y lo único que siento es un frío helador, pero ni rastro de la neive que se supone que nos iba a hacer una visita hoy. Y me alegro, ¡cómo para no alegrarse! Tengo que volver a casa y no quiero repetir aventura.

Hace ya un tres inviernos tuve que viajar a Guadalajara un sábado. Mi abuela estaba en el hospital y esa noche quería quedarme con ella. Las previsiones del tiempo anunciaban nieve pero no les di demasiada importancia. En Segovia nieva antes que en Madrid, y si en ese lado de la sierra no había caído un copo no tenía por qué temer nada. De todos modos consulté en internet la información meteorológica, y hasta las cámaras de la DGT. Nada. Todo tranquilo.

Treinta kilómetros después de empezar el viaje, la lluvia se transformó en nieve. Suave al principio, nos acompañó en la subida a Somosierra. No parecía para tanto... ¿No? En menos de tres kilómetros la nevada arreció, las quitanieves no llegaron a tiempo y se armó un atasco monumental. El avance por la carretera se complicó por segundos y la velocidad del viaje se redujo drásticamente: cinco kilómetros por hora. Habíamos salido a las cuatro de la tarde de casa. Todavía quedaba tiempo para llegar al hospital antes de que nos cerraran la puerta, a las diez de la noche.

El ritmo fue parecido durante las tres horas siguientes. Afortunamente mi niña, muy pequeña entonces, se había dormido y no se despertó en casi toda la aventura, pero mi hijo, ¡se hacía pis! Cuando sus súplicas se intensificaron hasta convertirse en una amenaza (la de utilizar el coche como servicio) en una de las paradas obligadas le dejamos salir del coche. La vergüenza, esa que siempre le acompaña, se la dejó en el asiento de detrás. ¡Cómo estaría!

Los kilómetros más complicados pasaron y avanzamos despacio, aunque a buen ritmo teniendo en cuenta lo anterior. Nos desviamos hacia Torrelaguna cuando ya era noche cerrada, pero tampoco parecía que hubiera problemas aquí. ¡Ilusos! Lo peor estaba por llegar. Una pequeña cuesta helada se había convertido en una trampa, todos los coches se quedaban atascados en ella. En ese punto, quien necesitaba salir del coche era yo. ¡Urgente! Así que, ante la prolongación de la espera, me aventuré a buscar un lugar resguardado de miradas. Las piernas se me hundían hasta las rodillas en la nieve y finalmente encontré un sitio. Me quedé a gusto pero volví con los pantalones empapados por la nieve. Ya eran las ocho y media de la tarde. Al final pusimos las cadenas (más bien esas bolsas que cubren las ruedas y hacen el mismo efecto) y logramos superar la cuesta y al montón de coches que se habían rendido hasta que vinieran las quitanieves (si es que venían). Con esta operación, mi abrigo acabó también sucísimo.

Al final llegamos a Guadalajara, paré en un centro comercial para comprar algo que me sirviera de cena y entré en la habitación de mi abuela casi al límite de la hora.

Por si eso no fuera suficiente, en la siguiente nevada que pillamos en carretera ¡pinchamos!

Hoy, miro al cielo y espero que se equivoquen con las previsiones porque tengo que volver a casa. Y no me apetece tardar cinco horas, la verdad.