jueves, 5 de febrero de 2015

UN MEDALLÓN Y DOS NOVELAS

Tengo una historia que se ha dividido en dos novelas. Es la historia de un medallón mágico. Esto, que yo creía que lo había contado ya un montón de veces, y que estaba claro, resulta que hoy he descubierto que no, que no lo he explicado mucho. O al menos que tengo que explicarlo un poco más.


 


Me han dejado un comentario para Brianda en Amazon.








Lo copio porque no se lee nada, y si lo pongo más grande se sale por los lados:

Sí, me ha sorprendido esta novela porque no esperaba que su lectura me llevara a las calles de Toledo ni a las de un Madrid de otra época. Me he enterado de cosas que ni me imaginaba, he disfrutado de las antiguas posadas, he visto los caminos y he conocido a personajes interesantes.
Pocos fallos, alguna que otra pequeña errata o acentos que no dificultan el disfrute de la historia.
Lo malo es que cuando llegué al final me hubiera gustado seguir leyendo qué pasa con los dos personajes del inicio, los que encuentran el libro de Brianda. No me queda otra que estar al acecho para enterarme.
Me ha gustado bastante.


Lo primero, muchas gracias a Marina, a quien no conozco. Por leerla y por tomarse la molestia de poner un comentario. Lo segundo, pedir disculpas por lo de los acentos porque lleva razón. Seguro que se me ha escapado alguno. Soy el ser más patoso del planeta y desconfiguré el corrector de Word. Pero de una manera desconcertante: a tramos. Y sin que haya habido informático capaz de arreglar el desaguisado. Con el copia pega me llevaba el error, el que fuera, al nuevo archivo. Lo he tenido que hacer todo a ojo y veo... pues lo que veo. Bastante mal. Sé que se me han pasado, y sé que he tenido que corregir cosas que no consigo entender cómo fui capaz de escribirlas así porque era...

dífícíl

Sí, como lo veis, puse eso en una palabra. Se ve que tenía el día generoso en tildes y a todas las letras le planté una, para que no fueran teniendo envidia las unas de las otras. Pero tengo unos lectores muy amables que se toman la molestia de apuntarlas y decirme dónde están para que las extermine, y en ello me concentro. Sé que algún día lograré que esté perfecta, igual que sé que eso es difícil (con una sola tilde).

Pero a lo que iba, que quizá no he explicado mucho que son dos novelas que se complementan. Igual que cuando lees Brianda te falta algo, al leer El medallón de la magia, alguna duda se te queda. Marina, no estés mucho al acecho, simplemente busca en Amazon y ahí está El medallón de la magia. Si tienes el programa KU, gratis. Si no, 0,99€, pero es más, si me escribes a mí, te la regalo.

¡Que yo no quiero que te quedes con la historia a medias!

Estas novelas tienen una particularidad. Sientes que necesitas de la otra cuando acabas, pero da lo mismo el orden en el que las leas. Es una cosa muy curiosa, porque escribí primero la historia del presente (el medallón) y después la que sucede en el pasado (Brianda). Si primero lees Brianda, las lees en orden cronológico. Si las lees tal y como la escribí, creo que también se entienden bien. Te dejo elegir a ti como lector.





Sé que muchas de las personas que me conocen como escritora lo han hecho a través de una novela romántica, pero es que yo, al principio, lo que escribía era novela juvenil. Y luego me hice un lío y me salió una novela intimista. Es más, tuve otro rato tonto y en una de esas vueltas mentales escribí hasta una distopía (que no ha sobrevivido, gracias a un arrebato de sentido común que me dio una tarde). Ahora tengo varias novelas esperando a ser publicadas y cada una de ellas, de un género. ¿Cuál será la siguiente? No sé.

Estoy en modo pensando.

miércoles, 4 de febrero de 2015

AMANECER CONTIGO DE NOELIA AMARILLO



Sinopsis:

Barcelona, 1916. En su lecho de muerte, Oriol, la oveja negra y único heredero de la acaudalada familia Agramunt, confiesa que tiene un hijo que nadie conoce. El patriarca de los Agramunt, Biel, decide encontrar a su nieto y un mes después, cuando Lucas regresa a su casa en la Barceloneta le espera un lujoso automóvil aparcado frente a su puerta.

A partir de ese momento, la vida de Lucas dará un giro radical: deberá abandonar la única vida que ha conocido, será educado con disciplina y se enfrentará a los otros aspirantes a la herencia de su abuelo.

Encerrado entre los muros de una suntuosa mansión y mientras intenta adaptarse a ese mundo desconocido que lo rechaza, conocerá a Alicia, la joven que le ayudará y le enseñará lo que es el amor y hasta qué punto estar atrapado puede ser la salvación de un hombre.

Mis impresiones:

Tengo que decir, para empezar, que es la primera vez que leo a Noelia Amarillo. Sé de ella desde hace años, he tenido en mis manos ejemplares de sus novelas, pero no fue hasta hace unos días cuando la conocí realmente como escritora. En esto tuvo que ver mucho mi vecina Gema. Ella vio el Kindle flash diario y me envió un mensaje preguntándome si merecía la pena que nos comprásemos la novela. Me pareció buena idea, así podríamos comentar entre las dos la lectura algún día, y lo hicimos.

Yo acababa de terminar una lectura cero, en la que había puesto los cinco sentidos, y necesitaba algo ligero. Pensé que podía ser buena idea ponerme con el libro, sin tener ni la más remota idea de qué iba, porque no me leí ni la sinopsis. Me bastaba con que Gema la hubiera considerado para empezar su lectura.

Debo confesar que me ha sorprendido gratamente. Ha sido una lectura fácil, en la que enseguida te sentías cómodo, avanzando por las páginas. Gran parte del éxito de esta lectura han sido los personajes, todos ellos perfectamente caracterizados, creíbles en todo momento, y con historias potentes que te hacían querer saber más. Me ha encantado Lucas, el protagonista, y mucho más Alicia. Ella es la antítesis de la protagonista que suelen usar ahora en romántica, una mujer frágil físicamente pero con una personalidad tan arrolladora que es imposible resistirse a sus encantos. A ambos los ha rodeado de otros personajes con mucha fuerza, con voces potentes que escuchas en todo momento. Etor, un simple criado, por ejemplo, no se queda en un relleno, sino que le dota de una manera de hablar que le hace único. Y Enoc te acaba sorprendiendo con una historia detrás que, hasta que no llevas más de media novela, no te esperas.

Al lado de esto, Barcelona, la ciudad que era en 1916, que describe con olores y sabores. Una casa en la que transcurre la mayoría de la acción por la que te sientes pasear y una trama pausada pero pensada al milímetro. Dulce muchas veces. Otras bastante dura.

Como me ha sucedido a mí, me gustaría que conocierais la historia de Lucas sin saber nada de ella, seguro que os va a sorprender. Tiene mucho encanto y muchísima sensualidad. ¿Os animáis?

Enhorabuena, Noelia.

Seguro que te voy a leer más veces.


Esta novela la incluyo en el reto de mis 20 para este año. Y ya van tres.

martes, 3 de febrero de 2015

SONRÍE DE MEL CARAN

No es la primera vez que os hablo en mi blog de la primera novela de Mel Caran, Sonríe, pero hoy tenía que volver a hacerlo porque es un día muy especial. Después de esperar mucho (a mí se me ha hecho muy largo) al fin la novela está desde hoy, 3 de febrero, bajo el sello de Esencia (Planeta).



Ésta que os muestro es la portada definitiva, con la que la vais a encontrar en librerías, aunque es la tercera de la novela. Está muy alejada de esa primera, ese corazón arrinconado que me llamó tanto la atención que yo, que no leo erótica, me descargué el fragmento de prueba. Me gustó por esa parte romántica que está presente en la historia, y seguí con el resto de la novela encontrando algo inesperado.

No fue solo Rebeca.

Tampoco Alan.

Me encontré con Mel Caran. Ambas en ese momento éramos dos personas que, bajo su responsabilidad, habían decidido subir sus relatos a Amazon a ver qué pasaba. Al poco, casi unos días después de conocernos, yo ya tenía mi contrato con Ediciones B. Unos meses después, Mel avanzaba en su camino, firmando el suyo con Planeta. Recuerdo la noche en la que mi teléfono, tardísimo, empezó a escupir mensajes como loco, uno detrás de otro. No me daba tiempo a leer y, por supuesto, no podía dejar de sonreír por lo que me estaban diciendo. Mel me contaba entusiasmada que la novela iba a ser publicada en papel. Fue una de esas noches mágicas que se viven de vez en cuando, de una larga conversación, de sueños que se empiezan a convertir en una realidad y que necesitas compartir. No era algo mío, pero de verdad que me hizo sentir parte de su historia.

Del tiempo de antes de esta llamada, de los meses de incertidumbre, me quedo con las cientos de conversaciones, de los nervios, del verano, de aquellos días en los que cambió la portada; del primer ejemplar de Sonríe que existe en papel, una prueba que hizo a través de Createspace que, por avatares del destino no tiene ella sino yo. Se puede decir que soy una privilegiada. Me quedo con nuestras competiciones, cuando comparábamos quién había vendido más libros cada día (con el único fin de reírnos un rato). Hemos ido de la mano en esto, me la tendió en un momento en el que muchas se evaporaron y, por ella, he leído libros a los que no me hubiera acercado ni con un palo de selfie. Rompiendo barreras mentales, dándoles una oportunidad (aunque lo de las sombras no lo ha conseguido ni ella ni nadie, no me vais a ver en el cine tampoco, lo siento). Es verdad que cada uno tiene sus gustos y que, de todos, me quedo solo con dos o tres.

Sonríe, por supuesto.

Porque me gustó su frescura, el planteamiento de la diferencia de edad, las dudas de Rebeca, una mujer que se enamora profundamente de alguien más joven que ella. La ternura del principio de su relación con Alan, el "algo más" que tantas veces se echa de menos en la erótica actual.

Por cierto, os dejo la sinopsis:

Rebeca acaba de divorciarse y está tra­tando de reorganizar su vida. Ella nunca imaginó lo que el destino le tenía pre­parado, ni que gracias a su modesto trabajo conocería a Alan, la persona que acabaría con su tranquila y aburrida existencia de recién separada.
La conexión entre ambos es inmedia­ta y enseguida iniciarán una relación difícil, por la diferencia de edad y de estatus social. Rebeca es consciente de que tarde o temprano tendrá que tomar una de las decisiones más dolo­rosas de su vida.

Sonríe tiene un final... insatisfactorio para el lector, porque te descoloca. Porque te entran ganas de estrangular a la autora por haberlo dejado abierto, pero... esto lo han pensando bien en Esencia y como la misma Mel Carán ha contado ya, en el mes de mayo se publicará la segunda parte, así que no vamos a tener que esperar mucho para conocer el desenlace.

Os invito a sonreír con Alan y Rebeca.

Os invito a conocer a Mel Carán.

Hoy es un día especial, compañera. Un regalo para el camino.


Si queréis un ejemplar digital podéis pichar aquí

La versión en papel, aquí

domingo, 18 de enero de 2015

CAMINOS REVUELTOS



Hay momentos en los que la vida revuelve los caminos, la niebla desdibuja el horizonte y me siento perdida. Entonces, cuando no soy capaz ni de intuir el siguiente paso, mi valor se esfuma, perdido entre esa nada blanca que me rodea, y lo único que me apetece es hacerme un ovillo y esperar a que vuelva a salir el sol.

Quizá no sea valiente.

Quizá no sirva más que para aplazar lo inevitable.

Hoy amaneció con una densa niebla que no ha despejado en todo el día. Las calles están húmedas, se me han mojado el pelo y el abrigo y en cuanto he llegado a casa he buscado mi manta.

Me he refugiado en ella, con un buen cargamento de palabras.


No conozco otro lugar mejor en este mundo.

martes, 13 de enero de 2015

MIS DISCULPAS, CABALLERO.


Hay temporadas que a la vida le da por ponerte a prueba y la puñetera se lo toma en serio. Uno detrás de otro, te va soltando bofetones y no eres capaz de esquivarlos.

Esta última semana ha sido para regalarla.

Un comentario de La arena del reloj me tocó (las narices primero y el ánimo después). Entré en mi particular bucle de encontrar explicaciones a lo inexplicable y me fui cayendo.

Luego pasaron otras cosas que no vienen a cuento.

Y me enfadé.

El caso es que el lunes hice algo que quienes me conocéis (en persona o por los siete años que llevo escribiendo en este blog), sabéis que no es propio de mí: un mal comentario sobre alguien a quien no conozco y que no me ha hecho nada en absoluto.

Igual que no comento jamás las novelas que no me entusiasman, tampoco entro en otras críticas a lo loco. Ni en las redes ni en la vida real. Pues bien, el lunes me salté una de las principales normas que rigen mi forma de ser. Y no lo hice con alguien que se lo merezca, que haya tenido un comportamiento deleznable (y mira que ha habido esta semana, solo hace falta mirar a Paris), sino con un actor.

De una serie.

De la tele.

En Twitter.

Este fue mi inspiradísimo tuit en relación a la serie que vi el pasado miércoles por la noche y su respuesta:




Esta tarde me ha contestado, sin haberle mencionado, porque ni siquiera me fijé en su nombre. Y ha sido todo lo educado que yo no fui, dándome una lección que me merezco. Porque, ¿quién soy yo para valorar el trabajo de nadie tan a la ligera? Al fin y al cabo actuar es algo subjetivo y, en todo caso, debería argumentar qué es lo que veo mal o bien. Pero no, lo solté así, a lo bruto, con el mismo tacto que tuvieron conmigo hace unos días en La arena, con el mismo nivel de argumentación (cero). Y, si no quiero que hagan eso conmigo, ¿por qué lo hago yo con los demás?

Estaba haciendo la cena, pensando en esto, cuando mi hermana ha llamado para decirme que mi madre está en urgencias, con una arritmia. Es la segunda vez en los últimos tres meses que le pasa. De pronto el suelo se ha tambaleado a mis pies, por lo fácil que es que la vida, sin poner nada de tu parte, te dé un disgusto.

No hace falta ni siquiera abrir la bocaza.

No voy a ser yo quien dé disgustos si puedo evitarlo. Como no fui justa en absoluto, me pasé tres pueblos y quiero disculparme, pero los 140 caracteres de Twitter se me quedan cortos.

Perdón, Rafael. Voy a cumplir lo que te he dicho, seguiré viendo la serie y prometo que no diré más tonterías.


Por cierto, mi madre mejora.