domingo, 26 de diciembre de 2021

MI AÑO LECTOR

Hace unos años me pasaba meses preparando esta entrada del blog. Iba recopilando todo lo que leía, hacía una lista de las mejores y las peores lecturas y después me sentaba en el ordenador a escribirlo.

Hoy, tiro de memoria.

Una, la de la aplicación de kindle, que me ha dicho que este año he leído exactamente 36 títulos (puede que esta semana añada alguno más). Otra, mi memoria, esa que es menos fiable, de los libros en papel. Ahí puede haber otra docena. No está mal para no tener apenas tiempo para dedicarle a la lectura, sino un ratito antes de dormir.

También ha habido otros libros, los que todos los años se releen por trabajo, los que repaso hasta la saciedad, pero esos me he acostumbrado a no tenerlos en mis cuentas.

LOS QUE SÍ

Hay libros, de los que he leído este año, que son un sí rotundo. Entre ellos destacan estos dos:







Ambas, como todas las novelas que me gustan mucho, tienen reseña en el blog, unas impresiones que me guardo sobre todo para mí misma, ya que este espacio nació con ese fin, aunque a veces no lo parezca porque, por cortesía, escribo como si alguien lo estuviera leyendo.

Me han gustado también el montón de novelas de Christine Cross que han caído en mis manos, no estoy segura de si han sido seis o siete, debería mirarlo, pero no me apetece. Es una gran narradora y me resulta muy sencillo involucrarme en lo que me cuenta.

Otra autora que me gusta muchísimo es Joana Arteaga. Creo que este año han sido dos los libros que he leído de ella. Erlendur, además, se llevó una reseña en el blog porque me ha parecido de lo más original.

Dos novelas de Laura Sanz se han colado en mis lecturas, las dos preciosas, My shinning star y Tan fuerte, Marine.

Hay algún libro de Erika Fiorucci, otro de Delibes, alguno más de Nuria Llop...

Y La envidia de los mediocres. Ese es un libro que siempre va a ser especial para mí porque, al abrirlo para empezar su lectura, me encontré con la dedicatoria. Era algo que justo en ese momento ya no esperaba para nada, así que tuve que preguntar si estaba tonta o realmente era para mí. Parece que sí, que este año me han dedicado un libro.

Me lo tomaré como una compensación de todo lo feo que he vivido en 2021.

LOS QUE NO

Pues ha habido solo uno, porque todos los que eran un no los he abandonado como hago desde hace muchos años. El tiempo no está para perderlo en libros que no aportan nada con todos los que hay por leer en esta vida, y si uno no me gusta no tengo ningún reparo en dejarlo por donde vaya.

Pero ha habido uno que tuve que terminar.

Contraviniendo mis normas, llegué a la última página, porque es una de esas historias que parecía que le estaba maravillando a todo el mundo. A mí, en cambio, me horrorizó. 

LOS MÍOS

Solo hay uno, una comedia navideña que ha cosechado un éxito inesperado en lo que viene siendo mi trayectoria actual, y que me tiene descolocada perdida. Me encanta, todo hay que decirlo, que una historia tan sencilla se haya colado en el corazón de tanta gente y hayan sabido entender esta comedia que tiene un poco de tristeza por ver cómo el mundo rural en el que vivo se muere y tiene esa penilla que me da el trato tan interesado con el que a veces nos relacionamos con nuestros mayores.




A 2022 le pido suerte con lo que elija. Y más librerías, por favor. No tengo estanterías ya, pero estoy deseando tocar libros.

viernes, 24 de diciembre de 2021

EL DIARIO DE LOS BUENOS DESEOS

 Hace unos años le regalé a alguien un diario para llenar de buenos deseos. Prometía en su portada que, si lo hacías con fe, esos deseos se acababan cumpliendo. Supongo que era una estrategia publicitaria para vender muchos ejemplares, porque ¿quién cree en la magia?

El caso es que esa persona no creía en absoluto en el diario. Rellenó dos páginas y lo dejó tirado. Un día le pregunté si me lo podía quedar.

En realidad, creo que en ese momento yo tampoco creía mucho en su poder, pero necesitaba una agenda y soy muy de reciclar, reutilizar, reducir. Será por mi máster en Medio Ambiente, no sé, pero el caso es que me daba mucha pena que tantas páginas que podían ser útiles acabasen en un contenedor. Aunque fuera de los azules.

Me lo quedé.

Un día, mucho tiempo después, revisando mi estantería, lo vi. Yo tenía entonces un deseo. Uno de esos poderosos, algo que me nacía muy dentro y que, por otro lado, veía inalcanzable para una chica que vive en el medio rural. O una mujer, que ya era mayorcita aunque en mi cabeza a veces parezca que no he cumplido ni los 18.

Saqué el diario, me quedé mirándolo y agarré un lápiz.

No escribí el deseo, lo dibujé. Luego le añadí las pertinentes palabras que lo redondeasen, pero lo primero que sentí ganas de hacer fue eso, dibujar.

Lo volví a poner en la estantería y se me volvió a olvidar que lo tenía hasta que, un tiempo después, lo abrí. Se me había olvidado hasta lo que había dibujado así que, cuando tropecé con la página el corazón se saltó unos cuantos latidos. Había conseguido eso, lo que dibujé. Exactamente lo que estaba en mi imaginación.

Tengo que decir que detrás de ese deseo hubo muchísimo trabajo, pero también que sé que a veces, por mucho que trabajes, lo que deseas se acaba malogrando. Por eso me sorprendió tanto, por eso me desconcertó un montón y, por eso, volví a dibujar.

El segundo deseo era tan ambicioso como el primero, pero tenía un plus: no dependía de que yo trabajase como una loca para conseguirlo (el primero tampoco, pero menos).

Se cumplió.

No sé cuántos van ya, escritos en sus páginas. Algunos se han retrasado un poco, pero TODOS los he conseguido. Es verdad que no escribo tonterías, que escribo en él solo cuando siento que lo que estoy deseando es algo grande. Y, por grande que sea, esas páginas me lo conceden. Por muy difícil que parezca, sucede.

No sé por qué sucede, prefiero no hacerme muchas preguntas porque seguro que pensaré que estoy muy loca, pero el caso es que ahí está. Y, lo más importante, es también una semilla para la ficción. Es una idea. Quizá algún día cuente una historia de un diario que concede deseos. Me va a salir creíble, porque creo en ello con todas mis fuerzas, porque llevo años viviéndolo.

Eso sí, no contaré los míos.

No porque los deseos que se cuentan no se cumplan (mentira, yo se los cuento todos a esas páginas), sino porque son muy míos y muy especiales.

Hoy he añadido un deseo.

Estoy deseando comprobar cuánto tardará en hacerse realidad.


Feliz Navidad

Mayte Esteban

miércoles, 8 de diciembre de 2021

CON SUERTE... EN NAVIDAD

He estado dudando si hacer esta entrada. Lo he dudado porque cuando llevas la montonera de historias que tengo ya publicadas te parece que te repites. Pero es que las emociones que ya viviste se repiten.

Ese nudo en el estómago.

Esos nervios por saber qué os parece.

Esa ilusión porque siempre es un nuevo principio.

Ese miedo de no haberlo hecho bien.

Esa curiosidad por saber si volveré a leer, a estas alturas, "esta autora no me suena de nada".

Esta noche, cuando den las doce y ya sea 9 de diciembre, Con suerte... en Navidad dejará de ser solo mía (y de mi madre), para pasar a ser de todos vosotros que completaréis la novela.Ya estará pirateada (que me dice mi colega que es muy buena señal que me pirateen a los cinco minutos, pero maldita la gracia que hace). Ya seremos más de cinco los que conoceremos a Angustias y la que lía con su cuadro...

Esa vez, como pasó con Comer y amar... y con Doce horas, solo estará en digital. Eso me han dicho, ese es el plan, a menos que os volváis locos de remate y empecéis a comprarla y a recomendarla tanto que no quede más remedio que cambiar de idea.

Estamos casi en Navidad, se permite soñar, ¿verdad?

Va a costar menos de tres euros, no hace falta tener un lector de ebook, con una aplicación descargada en el móvil o en el ordenador es suficiente. Con pulsar en el título, llegarás a ella: 

Con suerte... en Navidad.









miércoles, 1 de diciembre de 2021

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viernes, 26 de noviembre de 2021

LA ENVIDIA DE LOS MEDIOCRES DE ROBERTO MARTÍNEZ GUZMÁN

 

 


Sinopsis:

«Nunca abras una caja de Pandora si no tienes armas con las que combatir los demonios que encierra dentro».

Un encargo de un amigo, una muerte accidental y una pequeña villa en la montaña lucense son el punto de partida de un caso que no solo removerá los cimientos de la tranquila sociedad rural, sino que acabará por poner a prueba los límites de la conciencia humana.

 

Mis impresiones.

Después de hacerse esperar muchísimo, hace unos días se puso a la venta la segunda entrega de la saga protagonizada por Lucas Acevedo. Tras el rotundo éxito de La suerte de los idiotas —Amazon ha publicado que ha sido la novela más descargada de la plataforma en los diez años que lleva en España—, Roberto Martínez Guzmán vuelve a ese personaje que tantas alegrías le ha dado, este policía retirado temporalmente de la UDYCO.

En esta segunda novela, Lucas sigue en su descanso. Lo que le ocurrió en La suerte de los idiotas le ha dejado alguna herida y todavía no siente que deba volver a retomar su vida activa. Un día recibe un encargo aparentemente sencillo de su amigo Tomás —al que ya conocimos en la primera entrega—: recoger el informe de la autopsia de su madre. En principio ha sufrido un accidente doméstico, es algo que no parece que tenga detrás nada oscuro, pero hay algunos detalles de los últimos meses de vida de sus padres que hacen que Tomás no esté tranquilo. Por eso quiere que sea Lucas quien vaya, quizá sean solo cosas suyas, producidas por el dolor de la pérdida.

El policía, en calidad de amigo, se traslada al pequeño municipio lucense de Fonsagrada. Allí, mientras va haciendo preguntas, se encontrará con algo que no voy a desvelar, por supuesto, porque eso queda para los lectores.



La envidia de los mediocres consta de 17 capítulos y una introducción que Martínez Guzmán ha titulado con el nombre del pueblo de Lugo. Está contada desde la perspectiva de Lucas, con un lenguaje sencillo, rápido, con diálogos ágiles y directos que harán que el lector se sumerja en la historia y, cuando se quiera dar cuenta, la habrá terminado. Este Lucas es más sereno que el que conocimos en la otra entrega; ya lleva tiempo de baja y está más sosegado. Sin embargo, no ha perdido un ápice de su curiosidad y sus dotes deductivas.

En la novela, hay una reflexión final muy interesante y queda la promesa de que esta no será la última de sus aventuras.

Me parece que hay Lucas para rato.

La portada de esta novela sigue la misma línea de la anterior, así como el título. 

Para mí ha tenido un extra, por el que doy las gracias. Hay cosas que hacen mucha ilusión.