jueves, 1 de enero de 2015

¿SERÉ CAPAZ?

Me llevo preguntando un rato si seré capaz de cumplir un solo propósito para este nuevo año. El que usé para arrancar 2014 se quedó colgado, no lo cumplí y eso que bastaba con leer un solo libro, Nada, de Carmen Laforet. Ahí lo dejé, con el marcapáginas puesto; es una novela que tengo atragantada, que he empezado varias veces y siempre se ha quedado e medias. Quiero pensar que tiene que llegar su momento, y que ese no es ahora, pero reconozco que, a medida que pasan los años voy perdiendo la esperanza de averiguar qué es lo que no le pasa a Andrea.

Este año quería retarme con algo sencillo: conocer autores a los que todavía no he leído. Autores consagrados, de esos que entran en las listas de libros que van marcando vidas, pero no sé yo si seré capaz, visto el exitazo de mi propósito del año pasado.

Uno que tengo ahí, a mano en la biblioteca, es Mientras agonizo, de Faulkner. Podría empezar por él.

Pero no quiero ceñirme a estos libros, también pienso leer de estos otros (como los que escribo yo) que son para pasar el rato, que te entretienen y te duran un suspiro. Y los que se apilan en mi mesilla, en papel, que estoy ya aburrida de limpiarles el polvo y mirarlos con cara de deseo, mientras espero a que les llegue su momento. Y el que me van a traer los Reyes, que me hace muchísima ilusión. Y algunos del kindle que llevan tiempo ahí. Y las lecturas cero que es casi lo que más me apetece.

Me estoy empezando a poner nerviosa, ya me estoy presionando yo solita.

Menos mal que el resto de planes para 2015 son escasos. Después de un año lleno de eventos entro en otro con la agenda despejada: 364 días (ya me he cargado uno), para hacer lo que quiera. Y lo único que quiero este año es leer.

¿Seré capaz?

miércoles, 31 de diciembre de 2014

SED FELICES, SI OS DEJAN.



Hoy es uno de esos días en los que hacemos una muesca en la memoria. Echamos la vista atrás para averiguar qué ha sido de nosotros desde aquella vez que nos sentamos, cerramos los ojos, tomamos aire y nos dejamos llevar a otros momentos que nos dejaron huella.

Marcamos un final y otro principio, sin pararnos a pensar si ha ocurrido algo hoy realmente importante.

Es absurdo, en realidad. Yo tengo etapas que empezaron y acabaron un 11 de julio; otras un 13 de febrero o un 6 de septiembre. Verdaderos cambios que sí hubieran merecido un resumen pero que, en su momento, pasaron desapercibidos ante mis ojos. Hoy, salvo que tengo unas agujetas espantosas por haberme pasado el día de ayer caminando, no hay nada y a pesar de todo aquí estoy, rindiéndome a la costumbre, amoldándome a ella con la misma docilidad con la que meteré una docena de enormes uvas en mi boca cuando el reloj de la Puerta del Sol dé las doce de la noche.

Aunque sepa que no soy capaz de tragarlas a tiempo y no necesite recordármelo año tras año.

Mi 2014 ha sido uno de esos años que será difícil que olvide. No ha sido muy bueno, en general. Demasiados problemas cotidianos se acumulaban día a día, demostrando eso que dice que si algo puede ir mal… irá peor. Una despedida de las de para siempre, de las que sabes que llegarán, pero que llegó por sorpresa una madrugada. El trabajo que escasea. La paciencia que no necesita más pruebas, pero que se ve obligada a pasar una tras otra, cada día. Ha sido el año de la corrupción,  de los demagogos que huelen a rancio, de casta y de caspa discutiendo en su eterno discurso de “y tú más”, cuando no creo que a estas alturas quede nadie que dude que en cuanto puedan, los perros nuevos se acabarán poniendo el mismo collar. Y cansancio por todo esto, por constatar que la Historia se repite y lo que vino tras los Felices Años Veinte, tras la Crisis del 29, tras el ascenso al poder de quienes le decían a la gente lo que quería oír, fue algo salvaje que no quiero que se repita mientras los míos y yo sigamos vivos. Nunca.

Pero no os quiero aburrir; éste es un blog que se centra en los libros, y es precisamente un libro lo que dejará su muesca en mi memoria de este 2014. Detrás del cristal. Ha sido el año en el que ha visto la luz en papel, en el que por primera vez he pisado la Feria del Libro de Madrid como autora, en el que he recibido un premio por ella (Mejor novela sentimental para la web RNR) y estoy nominada para los premios DAMA 2014 en la categoría de Mejor novela romántica sentimental.

En el que ha sido reseñada, leída, comentada, disfrutada… En el que a través de ella he conocido a lectores de todas partes. Para mi sorpresa, han sido muchos los hombres que han descolgado prejuicios y se han dejado llevar de la mano para que les contase mi historia. Y ellos, quizá porque no son madres, son los que mejor han entendido ese artificio de ficción que empleo para poner a mi personaje entre la espada y la pared, para que me dejase llegar donde quería llegar con ella.

No sé nada de sus ventas, ya me lo dirán cuando sea. Sé que he firmado cientos de ejemplares. Sé que he visto muchísimos. Sé que ya no se encuentra en bastantes librerías. Sé que en algunas distribuidoras aparece con la etiqueta de agotado.

También, cómo no, este año he leído.

En el blog hay referencia de 26 novelas, diez de ellas consumidas el mes de enero. Estaba tan nerviosa por la salida en papel de Detrás del cristal el 12 de febrero, que cambié comerme las uñas por leer. Si hubiera seguido ese ritmo quizá hubiera batido mi propio record, pero no. Se quedó en un ataque de hiperactividad producto del estrés. Para compensar, el resto del año me lo tomé con calma.

Con mucha calma.

Estas han sido mis mejores lecturas de este año; no siguen un orden de preferencia, simplemente según he ido recordándolas. Está bastante equilibrado entre novelas escritas por un hombre o por una mujer. A mí eso me da lo mismo, la verdad. Igual que veo que hay mujeres bastante misóginas en sus blogs, que no dan ni media oportunidad a autoras, yo elijo en función de la novela. Creo es más inteligente.

¿A qué llamas tú amor? De Pilar Muñoz Álamo. El éxito en las redes con su anterior novela, Los colores de una vida gris, provocó que enseguida una editorial, Palabras de agua, se interesara por su trabajo y quisiera publicarlo. Pude acompañar a Pilar en su presentación en Madrid, algo muy emocionante para mí, porque a pesar de los años de complicidad en las redes no nos habíamos visto nunca. En esta novela hace una reflexión sobre lo que consideramos que es el amor; ¿sexo? ¿complicidad? ¿compañía? Enfundada dentro de un género llamativo, como es el erótico, pero manejada con todo el talento que falta en este tipo de novelas en estos días, Pilar Muñoz se marca una novela que se desmarca de la vulgaridad que ha presidido el estante de romántica de las librerías en este año.

Los muertos no aceptan preguntas, de Antonia Romero. Nela es un personaje que no esperaba cuando abrí la novela. Es una historia paranormal donde lo inusual está tratado con tanta naturalidad que tú, como lector, lo insertas tranquilamente en la realidad que ha creado la autora, como si fuera lo más normal. Se presentó al concurso organizado por Amazon y El Mundo, y me hubiera encantado que quedase finalista. De momento, su premio son los miles de lectores que atesora, a los que se siguen sumando a diario porque sigue entre las más vendidas de Amazon.

Un hotel en ninguna parte, de Mónica Gutiérrez. Me enamoré del hotel en El bosc de les Fades en cuanto puse un pie en el camino que necesita un arreglo para que los clientes no se pierdan. Yo me iría a vivir allí, para llevarle el té a un gruñón escritor Premio Nobel o para probar los menús que se servirán cuando lleguen los clientes en temporada alta. Es un libro con una escritura original a través de correos sin respuesta, que te acaricia y que tiene la magia de una mujer que sabe transportarte donde quiera (siempre que no tengas la sensibilidad de un taladro y los mails solo los leas en la oficina).

Un amor para Rebeca,de Mayte Uceda. ¿Sabéis cuando una novela te atrae desde el segundo uno? Pues eso me pasó con la novela de Mayte. Ella estaba entre mis eternos pendientes del Kindle, esos libros a los que nunca llegas. Los ángeles de la torre se iban atrás cada vez que elegía una lectura. Y llegó Rebeca, con su sencilla portada, con su sinopsis atractiva y la leí. Sin listas. Sin pensar en los libros que me esperaban desde hacía meses en la mesita de noche. No necesité demasiadas páginas para darme cuenta de que estaba ante una novela que iba a dar guerra. Ahí sigue, consagrando a su autora, mi tocaya, transportándote a Escocia (aunque a mí a veces me lleva a Irlanda, cosas de esta cabecita mía que se lía con los nombres).

Memento Mori, deCésar Pérez Gellida. Es la reseña de la que me siento más orgullosa. Cuando la escribí no tenía ordenador, se me había roto y funcionaba con el de mi hijo. Un verdadero suplicio porque tenía instalada publicidad emergente que me ha costado meses enterarme de cómo se quita. Por eso hice algo que no hacía desde hace años: escribir a mano. Curiosamente empecé a dejarme llevar y, en lugar de seguir el esquema habitual que uso para las reseñas, lo reventé, me reinventé y me lo pasé genial con ella. Igual que con la novela. César es otro de los autores a los que he descubierto este año, con una voz narrativa muy personal que tengo que seguir escuchando en otras historias que tengo en mi estantería.

La ciudad de los ojos grises, de Félix G. Modroño. Un libro pendiente  desde 2012 al que por fin he podido llegar. Un libro que va de menos a más, en el que una ciudad es tan protagonista que logra trasladarte a ella a través de una sobresaliente ambientación. Oficialmente es mi último libro terminado este año.

El amo del fuego, de Enrique Osuna. Una novela que me da mucha rabia que se haya perdido en el maremágnum de Amazon. Es una historia fantástica ambientada en la Prehistoria, con una parte muy fuerte de reflexión sobre nosotros mismos y nuestro papel en la Tierra, sobre qué estamos haciendo con el planeta y con nuestras vidas. Enrique lo aborda desde un brillante sentido del humor y creo que el libro se merecía alguna lectura más de las que ha tenido.

Un millón de gotas, de Víctor del Árbol. Ha sido casi, mi libro del año. Digo casi porque mi libro del año, por razones obvias es el mío. Es uno de esos libros que te sacuden. Me gustó la historia. Me cautivaron las frases. Me dolió. Víctor escribe como querría escribir algún día, por eso, tras leer esta novela, estuve unos días tirando todo a la basura, hasta que comprendí que un gorrión nunca puede cantar como un ruiseñor, por mucho que se esfuerce y volví a aceptar mis palabras.

Lo malo es que los Reyes me van a traer otro libro suyo, ya veremos cómo lo supero.

Además de estas lecturas, todas en el blog, hay una cero, de la que no puedo hablar aún. Su autor me tiene muy sorprendida. Es la voz narrativa más potente que he escuchado en años. He visto su evolución desde que empezara a escribir y a esto le llamo yo aprender. Ojalá al finalizar 2015, si estoy aquí, si tengo ganas de hacer un resumen, pueda deciros que hablaba de una novela que ha sido todo un éxito y de un autor que camina a lo grande.


Sed felices, si os dejan.

sábado, 27 de diciembre de 2014

LA CIUDAD DE LOS OJOS GRISES DE FÉLIX G. MODROÑO.



Sinopsis:

Tras varios años viviendo en París, Alfredo Gastiasoro regresa a Bilbao cuando se entera de que Izarbe ha muerto. Su retorno pretende ser el último homenaje a la mujer que amó, pero pronto se convertirá en una pesquisa sobre las inquietantes circunstancias que rodearon su muerte. Alfredo tendrá que enfrentarse a su propio pasado, reviviendo una historia de amor que coincide con la época en que Bilbao pasa de ser una población casi rural a convertirse en una de las ciudades más prósperas del Viejo Continente. Magníficamente ambientada en los primeros años del siglo XX, y a medio camino entre novela negra, el género histórico, el relato sentimental y hasta el de viajes, La ciudad de los ojos grises es, sobre todo, una bella historia de suspense y nostalgia, de amor por una mujer y una ciudad.

Mis impresiones:

Llevaba mucho tiempo saltándome la primera parte de las reseñas de La ciudad de los ojos grises, la que analiza la novela, y leyendo solo las impresiones finales porque quería llegar al libro sin saber apenas nada de la trama. Me ha costado porque esta es una novela que han leído en casi todos los blogs que frecuento, pero de ella solo sabía que no me iba a defraudar.

Así, sin muchas pistas (quizá la sinopsis leída hace años), enfrenté las 400 páginas de esta novela de Félix G. Modroño.

La novela arranca en París, donde reside el protagonista, Alfredo Gastiasoro, un arquitecto bilbaino, al principio de la primera Guerra Mundial. La Nochebuena de 1914, conoce la muerte de Izarbe a través del periódico y decide regresar a Bilbao para despedirse. Ella, desde hace muchos años, es su cuñada aunque para Alfredo es mucho más que eso: es la mujer de la que lleva enamorado desde que era un adolescente. Este sencillo punto de partida es el inicio de una novela llena de secretos que se irán desvelando frente a nuestros ojos. Alfredo, junto a su amigo de la infancia, Fernando Zumalde, que trabaja en la Guardia Municipal de la ciudad, inicia una investigación que le han prohibido al segundo. Ninguno cree la versión oficial que dice que Izarbe murió de manera accidental, al caerse a la ría.

A partir de ahí, y en un tono pausado siempre, sin grandes sobresaltos, el autor nos lleva de la mano por Bilbao, una ciudad que a principios del siglo XX está siendo transformada por la Revolución Industrial, dejando de lado lo que fue para convertirse en una de las ciudades más importantes de España por obra y gracia del progreso. Alfredo, el protagonista, hace dos años que no pisa sus calles y serán sus ojos los que más se sorprendan de todos los cambios que están acabando con los rincones que ambientaban sus recuerdos de infancia. Es eso, quizá, la excelente descripción de la ciudad, de sus calles, sus edificios, sus lugares emblemáticos de la época, lo que primero atrapa de la novela. Pero no se olvida en este recorrido de las personas, de mostrarnos las distintas clases sociales y las tremendas diferencias entre ellas. Otro de los atractivos de este libro es la presencia de personajes reales que el autor ha sabido insertar en la narración como secundarios o como parte del paisaje de la ciudad, de modo que terminan de dar color a este cuadro que nos muestra. Así aparecerán María de Maeztu, Miguel de Unamuno, Mata Hari o Indalecio Prieto, entre otros.

La trama alterna momentos en los que la narración avanza y otros en los que toman protagonismo los recuerdos de Alfredo. Con este recurso narrativo podemos conocer a Izarbe, a pesar de que sabemos de su muerte desde las primeras páginas de la novela. Así también vamos descubriendo el pasado que va poniendo luz al presente, se van desvelando secretos guardados con celo durante décadas y otros más recientes.

Como cuesta contar sin contar...

Alfredo es el protagonista de la novela, en torno al que giran todas las historias. Es un hombre atractivo, sin problemas para tener a las mujeres que quiera, pero que no ha logrado encauzar su vida porque jamás ha salido de sus pensamientos Izarbe, el otro eje conductor de esta novela. Es una joven adelantada para su tiempo, que sufre por las injusticias sociales y trata por todos los medios de ayudar a los más desfavorecidos. En un tiempo en el que la voz de las mujeres no se tenía en cuenta, Izarbe alza la suya sin importarle las consecuencias. El triángulo acaba en Javier, el hermano de Alfredo. Es quien finalmente acabó casándose con ella, pero es perfectamente consciente de que Izarbe no le ama como correspondería.

El título me parece muy acertado. Hace alusión al gris de los ojos de Izarbe, pero también a esa atmósfera gris que envuelve a Bilbao.

Me ha encantado cómo escribe Félix G. Modroño y he sentido evolucionar su forma de narrar a través de la novela. Mi sensación es que el autor maduraba a medida que avanzaba; la narración pasa de ser más descriptiva al principio a mucho más poética y emotiva al final de la novela. Pasaban las páginas y cada vez me envolvía mucho más, personalizando la narrativa y dejando que se escuche la voz particular del autor. Es algo que muy poca gente consigue.

Os recomiendo la novela, tiene su parte histórica, aquella que centra en Bilbao y todo su protagonismo; su parte romántica, la historia de amor entre Alfredo e Izarbe y su parte de misterio, en torno al asesinato de la mujer de los ojos grises.

Ya tengo Secretos del Arenal, la novela con la que el autor ha ganado el premio Ateneo de Sevilla, y estoy segura de que la leeré también y acabaré recomendándola.

jueves, 25 de diciembre de 2014

sábado, 20 de diciembre de 2014

ABEL SÁNCHEZ. UNAMUNO



Sinopsis:

Joaquín Monegro siente envidia hacia su amigo Abel Sánchez desde que eran niños, incrementada cuando éste se casa con Helena, la prima de Joaquín, de quien estaba enamorado. Joaquín se obsesiona con ella y la empieza a desear, ya no como el objeto de su amor, sino como un premio que arrebatarle a su amigo. Ninguno sus intentos por olvidar o superar a su adversario -su matrimonio con Antonia, su carrera como médico- será fructífero, de modo que dedicará su vida a esa pasión destructiva, sin hacer otra cosa, pese a los repetidos consejos de Antonia.

Cuando Joaquina, su hija, se casa con el hijo de Abel y Helena, llamado Abelín y el matrimonio va a vivir a su casa, parece que ha logrado una victoria, pero ésta no será nada más que el preludio del trágico final.

Un resumen:

Esta novela lleva también un subtítulo: Historia de una pasión, y fue publicada por primera vez en 1917.

Unamuno era una persona de firmes convicciones y de mucha personalidad. Quería contar historias, pero no solo aquellas que retratasen su presente de manera fidedigna, sino que fueran más allá. Para ello prescinde de un elemento al que son fieles el resto de autores de su tiempo: una ambientación concreta y una cronología precisa de la obra. Para él, esas dos facetas de la novela (en su caso nivolas), carecen de importancia. Las sitúa en un plano inferior, dedicando su esfuerzo a la parte simbólica.

En este sentido, Abel Sánchez es su interpretación del mito de Caín y Abel, encarnados en los dos protagonistas. Abel conserva su nombre y Unamuno elige para él rasgos positivos que para Joaquín (el Caín unamuniano) se convierten en negativos. De él destaca la envidia (el mal de España para todos los hombres del 98), los celos que siente hacia, por ejemplo, el hecho de que Abel se case con la bella Helena, mientras que él tiene que conformarse con Antonia, una mujer que le trata más como una madre que como una esposa (otro de los temas recurrentes de Unamuno, la mujer-madre).

Unamuno divide la novela en 38 capítulos. Emplea un par de ellos para introducir la obra y una extensión similar para concluirla, siendo la parte del desarrollo la más extensa. En la obra vemos cómo Joaquín se siente desplazado por Abel en todo. Es éste el que parece caerle siempre bien a la gente, el que es simpático, el que, a pesar de tener un talento cuestionable, se convierte en un pintor de éxito, mientras que Joaquín no logra destacar como médico, aunque no sea malo. Para acabar de rematar esta situación, Joaquín, enamorado de su prima Helena, se la presenta a Abel y estos acaban haciéndose novios. Este hecho rompe a Joaquín y empieza a odiar a su amigo. Un día, tras mucho tiempo de apatía, Joaquín se casará con Antonia, una buena mujer de la que no está enamorado.

Pero el futuro les depara más sorpresas. Cada una de las parejas tiene un hijo, Joaquina, la hija de Joaquín y Antonia, y Abelín, hijo de Abel y Helena, que se acabarán casando. El hijo de Abel que también estudia medicina, se aproxima a Joaquín; opina como él de su padre, que es egoísta y que solo le interesa el ser el centro de atención. El sentirse apoyado en lo que siempre ha pensado ayuda a Joaquín a alcanzar cierta felicidad, pero al nacer el primer nieto, el niño muestra predilección por su abuelo Abel y a Joaquín le vuelven a consumir los celos. Un día, en uno de sus ataques, mata a Abel. Un año después morirá él mismo, consumido en la angustia de saberse un asesino y de haber desperdiciado toda su vida odiando a un hombre.

Toda la novela está regida por un narrador omnisciente, excepto en las ocasiones que, intercalado entre los capítulos, escuchamos la voz en primera persona de uno de los personajes, una especie de confesión del personaje principal. Los diálogos son muchas veces extensos, y son los que van a dotar de vida a los personajes; será a través de ellos como los conozcamos a todos.

Es una novela (o nivola) que sigue manteniendo su vigencia, como toda la literatura que se sustenta en universales: los celos, la envida, el rencor acumulado a lo largo de toda una vida. Y la muerte que es protagonista del trágico final.


“Toda mi vida ha sido un sueño”