lunes, 17 de septiembre de 2012

AMAZON Y LAS ESTADÍSTICAS.



Este verano de parón casi voluntario me he dedicado, básicamente, a deambular por internet. El rumbo errático de mis pasos no me conducía, como en el pasado, a conversaciones con amigos virtuales (que he reducido drásticamente también de manera voluntaria), sino a ratos perdidos leyendo las ocurrencias de algunos en Twitter o en Facebook, o echando una mano a compañeros que han publicado, como yo, en Amazon, retuiteando sus libros o algunos post interesantes de blogs que sigo. He leído mucho y he hecho reseñas de cada libro que me ha gustado que ya he empezado a publicar. También le he dedicado algo más de tiempo a mis propios libros porque me he dado cuenta de que me necesitaban. Al fin y al cabo, si no los cuido yo, ¿quién lo hará? Por lo que he vivido este tiempo, había unas pocas manos dispuestas a darle al ratón. Por cierto, las mismas siempre, los mismos que han estado ahí algunos días, haciéndome reír con sus ocurrencias. De alguno no me extraña nada que escriba humor porque en cada una de sus palabras, al menos para mí, venía el regalo de una sonrisa.

En este verano me he dedicado a hacer estadísticas.



Lo mejor para el calor.

La primera, ya la he adelantado, tenía que ver con el feedback. He procurado ser generosa y creo que lo he conseguido, pero los números cantan y en algunos casos han quedado así: yo, 100%; la otra parte, 5%. Me han dicho: aprende. Y yo digo: no. No pienso aprender de esto, me niego a actuar de otro modo porque yo nunca he sido así. Por mucho que me fallen, ese 5% se merece un respeto. Ya, ya sé que pensáis que soy tonta. Lo pienso yo misma constantemente pero a esta edad… ya no voy a cambiar. Lo hago porque quiero, sin buscar nada a cambio porque soy así. Aunque cueste entenderlo. A veces me cuesta a mí misma. Estos últimos días están siendo complicados, así que estoy un poco ausente de todo, pero en cuanto la situación se tranquilice y la rutina vuelva empezaré a ponerme las pilas.

En otros casos, por fortuna, el balance es más que generoso conmigo y me ha permitido conocer a personas muy especiales, escritores que se están ganando su lugar en Amazon como Ríos Ferrer, Josep Capsir, Pat Casalà, Antonia Romero, Blanca Miosi, María José Moreno, Armando Rodera, Frank Spoiler, Antonia Corrales, Pilar Alberdi, Enrique Osuna, Félix Jaime… seguro que me dejo a alguien de los diarios, de quienes no han fallado ni cuando estaban de vacaciones.

En cuanto a las ventas en Amazon, tengo que confesar que me he pasado el día mirando el KDP (o lo que es lo mismo el Kindle Direct Publishing) donde, hora a hora, se reflejan los ejemplares de nuestros libros que van encontrando acomodo en algún lector electrónico. Eso me ha permitido saber algunas cosas, que no sé si son útiles pero que como digo me han entretenido mucho. Mi cifra diaria de libros vendidos estuvo oscilando entre los 3 ejemplares y los 19, con algunos días tristes en los que aquello no se movió nada y los libros se precipitaron en el abismo de las listas. Por fortuna sólo fueron dos martes. No sé si hay quién entiende esto. El puntito de ese día excepcional se me dispersó de la nube mental que tracé en mis estadísticas y entonces me dije que éstas no sirven nada más que para entretenerse.

El mejor mes empezó siendo junio, donde batí mi propio record, pero julio supuso un tremendo cambio de tendencia. Pensé que el verano frenaría las ventas pero me equivoqué de medio a medio: se multiplicaron por cuatro. Me marco siempre un objetivo mensual, a partir del cual deja de preocuparme si pongo enlaces en las redes o no. En julio, el día 8 estaba conseguido. En agosto me costó un par de días más, se ve que entonces había más gente de vacaciones. Eso se notó en las redes, más paradas que de costumbre porque supongo que el buen tiempo y las fiestas patronales empujan a la piscina o a la playa a la gente normal. Yo, como nunca he sido normal, ni lo pretendo, me he pasado los días en casa y sólo he salido a partir de las once de la noche. Incluso los baños en la piscina han sido nocturnos. Normal que no coja color ni a tiros y acabe acatarrada en pleno verano… En agosto pulvericé el record de julio (otra vez) e incluso los libros se fueron a Alemania, Reino Unido y algún otro punto del planeta, donde quiera que sea que vayan los libros que se compran a través de amazon.com. Septiembre empezó raro, el día 1 los contadores se quedaron atascados hasta el día 6, pero por los que observo tiene la pinta de mejorar los anteriores. A día de hoy ya lo he logrado…

También me dediqué a observar cuáles eran las mejores horas de ventas y la conclusión fue que se producían sobre todo a partir de las diez de la noche y sobre todo los viernes. Curioso, el único día del verano que yo soltaba el ordenador…

En estos meses han salido multitud de reseñas de mis novelas y ha pasado algo curioso. Supongo que las novelas se han ido conociendo en el mundo bloguero, pero lo que es en cuestión de ventas… el día que salía una no notaba nada especial, incluso se movían menos. Me pregunto entonces si las reseñas sirven de algo y la conclusión es que, si son sinceras, sirven para ti, para mejorar. Tanto si son positivas como si no, porque te aportan puntos de vista que quizá tú solo no tenías. 

Los dos libros que tengo en Amazon (La arena del reloj y El medallón de la magia), este verano, han alcanzado el número uno de su categoría. El medallón de la magia lo logró el 29 de agosto y La arena del reloj, el día 27 de julio. Este libro, además, se ha paseado ya unos cuantos días en el top 100 de Amazon, treinta a día de hoy. Siempre digo que a pesar del título, la magia es más suya que del otro. En privado, una escritora de las que yo admiro me dijo algo precioso sobre él… que me voy a callar por pudor, pero que compensa cualquier esfuerzo. Sobre El medallón de la magia me hablaron de una maquetación buena para lo que se suele encontrar, y eso que aún tiene pequeños fallos que sé dónde están, pero me sentí orgullosa porque fue el primero que maqueté y me costó muchísimo. El número 1 del medallón llevaba implícito cumplir una apuesta: la locura de tatuármelo. Todavía no lo he hecho, pero llegará. Tengo palabra y creo que forma parte de mí, es algo que he hecho sola y quiero tenerlo presente siempre. Aunque sé que es imposible que se me olvide.

He tocado los precios mínimamente, ahora ambos tienen el mismo, 0,99€, un precio quizá bajo pero que creo que debo mantener porque sigo pensando que es lo que provoca que estén visibles. En estos meses no he tenido inconveniente en regalar ejemplares electrónicos, porque este no es mi medio de vida, así que el hecho de que alguien pague aunque sea esa ínfima cantidad ya me parece meritorio y digno. También he cambiado los precios para el .com, donde  apenas vendo y esto sí que ha sido curioso: vendo más a pesar de que es más elevado que antes. Pienso seguir experimentando aquí, a ver qué pasa. En realidad todo esto es un experimento en sí mismo.

¿Sueños a partir de ahora? 

Creo que está todo conseguido, lo que suceda en adelante será un extra. Con El medallón de la magia cerré mi círculo, que era lo que yo quería, los libros han sido leídos y las valoraciones han estado bien (también hay alguna menos buena de la que se puede aprender y algún mensaje con mala idea de alguien que ni siquiera había abierto el libro, pero hay siempre gente para todo que parece que no encuentra la felicidad por sí misma y le hace falta hacer daño a los demás).

 Tengo una novela terminada por completo, otra terminada a falta de ojos que la valoren (ya liaré yo a alguien) y tres más en proceso que en el verano han sufrido un pequeño empujón, pero que no he conseguido terminar. No sería su momento… Tampoco importa porque mis dudas sobre si seguir adelante con más libros publicados siguen ahí.

Como siempre.

jueves, 13 de septiembre de 2012

EN UN RINCÓN DEL ALMA, DE ANTONIA J. CORRALES.



Sinopsis:
Jimena escribe una larga carta a su madre en la que le explica las razones por las que ha abandonado a su marido, sus hijos, su casa y, en definitiva, su vida y se ha marchado sola a Egipto.

Mis sensaciones.

No, no me he equivocado. Hoy quiero hablar de sensaciones. En un rincón del alma es una novela muy breve, una larga carta que una hija envía a su madre, y analizar cada detalle de la trama sería de algún modo eliminar gran parte de su encanto. Por eso me decantaré por hacer otra cosa, por concentrarme en las sensaciones de su lectura.

El libro de Antonia Corrales parte de una situación que en principio puede parecer reconocible para mucha gente: una mujer, cansada de su vida, que un día decide darle un giro. Cargada con un paraguas rojo decide marcharse, hacer un viaje que siempre ha soñado. Pero no es sólo eso. A medida que la trama avanza vamos descubriendo, como si se tratara de las capas de una cebolla, el resto de sus motivaciones, las otras historias que han conducido al personaje hasta el punto donde está. Conocemos su pasado, su pasión por la pintura, su entorno y la chispa que ha hecho saltar ese resorte que le ha dado el valor para volar tras su sueño. Es una huida, pero una huida hacia adelante, sin importar el final, las consecuencias.

No es una novela de un argumento enrevesado, ni siquiera me ha sorprendido el final (creo que lo imaginaba desde el principio) pero me ha dejado sensaciones muy buenas durante la lectura. Yo también quiero "un paraguas rojo que me proteja de la lluvia y del sol, para no desaparecer bajo la lluvia al darle la mano a la soledad." Algunas de las reflexiones del personaje me han dejado pensando y eso me gusta, que los libros remuevan algo en mi interior, que sean una sacudida a la conciencia.

Me han gustado mucho dos cosas: el tono narrativo de Antonia y la excelente presentación del libro. Estoy encontrando demasiados fallos en los libros que me descargo de Amazon, no sólo en lo que se refiere a la parte técnica (maquetación). Esa la perdono porque al fin y al cabo somos autores y no tenemos por qué saber de todo, pero las faltas de ortografía un escritor, un juntaletras, un autor o lo que quiera que seamos no se las puede permitir. Estoy cansada de detectar la ausencia de algunas letras mudas, o su presencia en sitios imposibles, las comas que parece que se han dispersado como el que está echando sal al arroz y la raya, la dichosa raya, que creo que exige un cursillo acelerado.

En cuanto al estilo es pausado pero ágil a la vez, lo que hace que rápidamente te involucres con el personaje de Jimena, que sientas con ella. También el haber elegido la primera persona para la narración, y el género epistolar hace que el lector la "escuche" de algún modo y se sienta parte de la historia.

Hace meses que quería leer este libro. Probablemente, si me hubiera parado a mirarlo detenidamente no habría dejado pasar tanto tiempo porque habría descubierto que podía leerlo en unas horas, pero no lo hice. Dejé que otras lecturas se interpusieran hasta que este verano, un buen día, hice una lista con los libros que quería descargarme en amazon y fue el primero.

De esto quiero hablar un poco. Yo no descargo libros porque sí, ni siquiera por compromiso, ni siquiera porque estén en promoción gratuita. Creo que si algo no tendré en la vejez (a no ser que cambie radicalmente) será un síndrome de Diógenes, porque soy incapaz de acumular nada. Guardar porque sí no va conmigo, así que cuando quiero cualquier cosa, ya sea un libro, un perfume, o un pasador para el pelo, lo compro, pero jamás utilizo la estrategia del "por si acaso" o "para cuando tenga tiempo". Más bien soy al contrario, me deshago de lo inútil y hasta de lo útil. Mi hermana todavía me recuerda, de vez en cuando, aquel día que se me ocurrió recoger un cajón que compartíamos y entre papeles, juguetes rotos y calcetines desparejados, a la bolsa de basura fue su reloj de muñeca, que recuperó porque me conoce y revisó la bolsa antes de que acabase en el camión.

Supongo que seguiré de cerca a Antonia, leeré más novelas suyas porque su prosa es una delicia que quiero seguir saboreando.

En un rincón del alma está disponible en papel desde ayer mismo, para quienes todavía no os hayáis animado con el formato electrónico.

martes, 11 de septiembre de 2012

LA SENDA TRAZADA, DE PEDRO DE PAZ




Título: La senda trazada.
Autor: Pedro de Paz.
Editorial: Algaida
ISBN: 9788498776751
XX Premio de Novela Luis Berenguer.

Sinopsis (extraída de ANAYA):

Alfonso Heredia es un periodista gráfico que atraviesa una mala racha económica y personal. Casi de casualidad llega a sus manos un viejo libro con extrañas sentencias en caracteres góticos, y cuando lee en el periódico el fallecimiento del Papa, cae en la cuenta de que el texto revelaba las circunstancias de la muerte del Santo Padre. Al examinar el libro con más atención descubre que se trata de un escalofriante obituario sobre personajes de toda condición y nacionalidad, predicciones de muertes que todavía no han ocurrido. Pronto le asaltará la duda de si utilizar con fines filantrópicos o egoístas ese sorprendente conocimiento, que muchos desearían poseer a cualquier precio… En La senda trazada Pedro de Paz hilvana una trepidante trama, a medio camino entre el relato de intriga y la novela fantástica, donde el lector pronto empieza a preguntarse qué haría él mismo si estuviera en el lugar del protagonista.

Mi opinión:

El verano pasado cayó en mis manos el primer libro que leí de Pedro de Paz, El documento Saldaña, cuya reseña podéis leer aquí. Fue la casualidad la que me llevó hasta él, curioseando por la estantería repleta de libros de la biblioteca de mi madre y finalmente me encontré con una novela que me enganchó, que leí casi del tirón bajo la atenta mirada de las ardillas del parque de las piscinas. Me gustó cómo escribe Pedro y me dije que leería más libros suyos en cuanto se presentase la ocasión.

Cuando tuve noticia de la publicación de La senda trazada se fueron encadenando circunstancias que me apartaban de conseguir el libro (una librería que acababa de poner el cartel de cerrado, un encargo que jamás llegaba, el día que la tenía en mis manos mi monedero tenía telarañas…) pero supongo que todo tiene un por qué, y quizá era que mi libro tenía que ser especial. Lo fue, por supuesto. En una de las primeras páginas, bajo el título y el nombre del autor, unas palabras manuscritas (lo siento, son mías, no las comparto) me recordarán siempre que lo compré en la Feria del Libro de Madrid y que quien lo puso en mis manos fue su propio autor.

No había leído la sinopsis hasta que decidí abordar su lectura. Me daba lo mismo, me fiaba de las sensaciones que tenía guardadas en la memoria desde hacía un año e intuía que a poco que se pareciera el estilo de escritura lo iba a disfrutar. Siempre valoro mucho más el cómo me cuentan una historia que la propia historia. Bueno, pues no sólo me ha gustado sino que incluso me ha gustado más que el anterior. La senda trazada aborda un dilema ético: ¿serías capaz de impedir una muerte si la conocieras de antemano? ¿Y si el hecho de no impedirlo te reportase beneficios? El protagonista, Alfonso Heredia, acuciado por las deudas y por uno de sus acreedores, acaba refugiado en una librería de viejo del centro de Madrid. Allí se entretiene mirando ejemplares hasta que pase el peligro. En ese tiempo, un extraño libro cae en sus manos. Es un manuscrito sin título, encuadernado en cuero negro, con unas curiosas inscripciones doradas y que contiene crípticas sentencias. Alfonso acaba gastando en él sus últimos diez euros. El librero, un hombre extraño, de cabello blanco y edad infinita, parece complacido porque se lo lleve. Alfonso no sabe que acaba de cambiar su vida para siempre.

La novela, organizada en capítulos y narrada en tercera persona por un narrador omnisciente sigue los pasos del protagonista y la influencia que va ejerciendo el manuscrito en su comportamiento. Hay un buen equilibrio entre los diálogos (fluidos y creíbles) y la parte descriptiva, que se inserta en párrafos no demasiado extensos pero muy hermosos. Al final de cada capítulo siempre termina con una o dos frases que constituyen un párrafo completo. Cierran el discurso y actúan como gancho para que el lector sienta la necesidad de continuar.

Al principio de la novela Alfonso Heredia tiene una relación con Luisa, una artista que se está abriendo paso. No están en su mejor momento y Luisa, pretendiendo que con su gesto Alfonso reaccione y empiece a encauzar su vida, le abandona. No es desamor, es cansancio pero el protagonista no será capaz de darse cuenta a tiempo. Como tampoco se dará cuenta del tremendo poder que ejerce sobre él ese manuscrito.

El libro reflexiona sobre si realmente el destino está escrito o si somos nosotros los que cada día vamos trazando el rumbo, la senda por la que transitamos. Todo ello ensartado en una historia ágil que te lleva de la mano hasta el final. Pero no se queda en eso. Alfonso es un fotógrafo, un paparazzi de los que obtienen su sustento espiando para los demás la vida de los famosos, y es ahí donde el autor refleja su opinión sobre este oficio, lo mucho que ha cambiado en poco tiempo, lo que la sociedad ha acabado pervirtiendo una profesión que no hace tanto era bastante digna.

Una de las curiosidades de la novela (intuyo que hay más escondidas que no he sido capaz de detectar porque no conozco a Pedro y su mundo) es la alusión a Rodrigo Saldaña, autor del documento que daba título a la otra novela que leí y al que atribuye la anterior posesión del libro hasta que llegó a la biblioteca y la descripción que el autor hace de sí mismo en un momento del principio de la novela. Se define como: "novelista de larga cabellera veteada por las canas, barba pulcramente recortada, expresión de macarra de barrio y aspecto de palmero de Utrera, recién salido de un festival flamenco". Eso ha sido fácil. Si no, juzgad vosotros en esta foto que he tomado prestada de su web.



¿Alguna vez habéis pensado en el destino?

¿Os acomodáis a lo que la vida os dé o lucháis por cambiar las cosas? 

¿Alguna vez habéis trazado mal vuestra senda?

Este libro fue premiado en la XX edición del premio de Novela Luis Berenguer-

sábado, 8 de septiembre de 2012

EL MANUSCRITO DE AVICENA DE EZEQUIEL TEODORO





SINOPSIS (extraída de Amazon):

Bujará (Persia). Año 999. Avicena escribe con firmeza sobre un pedazo de piel. Al acabar, levanta la barbilla y sonríe a las decenas de miles de libros que le rodean en la Gran Biblioteca. Ha terminado su obra más brillante. Y también la más peligrosa.

Madrid (España). Año 2011. El médico español Simón Salvatierra recibe una terrible noticia: su esposa ha sido secuestrada por Al-Qaeda mientras investigaba un manuscrito milenario.

Una vertiginosa aventura a través de los siglos protagonizada por cruzados, masones, espías y terroristas. Y un codiciado poder que podría redimir o aniquilar a la humanidad.

Llevaba meses viendo en las redes la primera novela de Ezequiel Teodoro y en la pasada Feria del Libro de Madrid tuve la oportunidad de conseguirla de manos de su propio autor; firmado, claro. Ha habido más oportunidades de comprarlo pero siempre se cruzaba algo y creo que era porque tenía que suceder precisamente ese día. Los caminos del destino, que por más que los esquives, te acaban alcanzando, supongo.

El manuscrito… se vino a casa pero me costó unos días encontrar el momento para comenzar su lectura. No vuelvo a ir a la Feria del Libro dos días. A pesar de mi firme propósito de no volver a casa con más ejemplares de los que me daría tiempo a leer, caí en la misma trampa de siempre, en una que me pongo yo sola. Se me acumulan ejemplares sin remedio. Finalmente, un día de este verano, abrí sus páginas y me sumergí en la lectura.

Lo primero que tengo que decir es que, no sé por qué, pensaba que toda la historia estaba ambientada en la época del médico árabe. Supongo que el título me indujo a pensar que así era, pero me equivoqué. La historia tiene varios capítulos en los que Avicena es el protagonista, momentos de flash back en los que el autor nos traslada a su tiempo, pero la parte central de la trama se sitúa en la actualidad, en pleno siglo XXI. Esta novela de acción se mueve en múltiples escenarios. Las escenas se suceden en España, Francia, Rusia, Gran Bretaña, Estados Unidos… y seguro que me dejo algún lugar.

En principio, Ezequiel nos muestra a los personajes, su situación personal en el momento en el que arranca el relato. Mientras leía tenía la sensación de que estaba extrayendo piezas de una historia y las situaba encima de la mesa, sin demasiado orden, y sólo al avanzar la lectura empecé a poder ir encajándolas. Esa es la sensación que me ha quedado con el libro: la de ir resolviendo un puzle. Poco a poco los personajes muestran lo que tienen en común, vemos por qué actúan como lo hacen.

Lo que menos me ha gustado es que, a lo largo del libro, me he ido encontrando con una confusión en los tiempos verbales, que a veces saltaban del presente al pasado sin justificación, y creo que eso es algo que entorpece la lectura de cualquier novela. Al menos a mí me pasa, necesito claridad en la exposición para no perderme, más cuando se trata de un libro que cambia constantemente también los personajes, con las historias que aparecen inconexas al principio y que tardan bastante en entrelazarse. Hay que ser muy hábil para no perder al lector cuando se elige este método. Siempre digo que el trabajo de corrección, personalmente, es el que más tiempo me ocupa cuando me enfrento una novela mía, porque me da miedo caer en errores de este tipo, fácilmente subsanables y que contribuyen, cuando ya están resueltos, a empujar al lector a no abandonar. Como de momento no pienso publicar nada nuevo, lo que tengo escrito está siendo corregido con paciencia y mucho tiempo. 

No me gusta desvelar las tramas, sólo os diré que en medio de este laberinto de historias encontradas nos cruzamos con un médico, una empleada de museo, el M16, el CNI, la KGB… y con un grupo de terroristas árabes que buscan el manuscrito porque contiene la clave para colapsar financieramente el mundo occidental para acabar de ese modo con su predominio en el mundo. 

Una novela trepidante.

¿Te animas?

viernes, 7 de septiembre de 2012

MIRADAS



La forma en la que vemos el mundo depende, en gran medida, de nuestro momento vital. No es lo mismo si estás pasando un momento complicado, en el que las cosas se tuercen cada día, uno de esos que tienes la sensación de ser un trapo al que dos manos retuercen, girándolo cada una en una dirección distinta, que si de pronto tu vida se llena de luz, amor, éxito y felicidad.



Lo que transmites es completamente diferente.

Literariamente hablando, los primeros momentos vitales son perfectos para emocionar. La poesía, por ejemplo, está cargada de ejemplos en los que el sufrimiento del autor se refleja en cada una de las palabras:

               Puedo escribir los versos más tristes esta noche 
(Neruda)

               Sospecho que ese día el desamor estaba haciendo estragos en don Pablo, o quizá debería decir en el adolescente Pablo.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar. 
(Machado)


               Tampoco que es que este día Machado estuviera con el mejor humor del mundo.

Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.         
(Quevedo)


               El dolor y el amor se mezclan en el poema de Quevedo, prueba de que no se sentía en una nube precisamente.

Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
  y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que muramos
 las perdemos.   
(Manrique)


               No estaba muy optimista que se diga Jorge Manrique en este punto de sus coplas, aunque aquí el amor no sea el protagonista.

               Sin embargo, todos estos ejemplos, a pesar del dolor, a pesar del pesimismo que rezuman, emocionan porque lo que sintió el autor al escribirlo era tan intenso, tan auténtico, que necesitaba sacarlo para no estallar y el lector, humano, empatiza con sus sentimientos.

¿Quién en su vida no ha tenido un momento de bajón, un tropezón vital? No es necesario que el texto esté cargado de melancolía. Me acuerdo ahora de una novela con mucho sentido del humor, donde el recurso de la ironía no era nada más que una manera de disfrazar sentimientos muy intensos, un recurso del autor para gritar que se ahogaba. No era poesía, era prosa, pero emocionaba igual. El agujero sentimental del escritor se intuye en cada línea.

La felicidad, en cambio, embota los sentidos, te llena de sensaciones de plenitud que segregan ciertas hormonas que te sacian. Si esa felicidad viene de la mano de una experiencia amorosa, las endorfinas, la serotonina, anulan ese dolor, actúan como bálsamo y esconde la sensación de infelicidad. Escribir en este estado deja de ser un ejercicio sentimental para convertirse en algo racional. No digo que no se pueda escribir cuando se es feliz, estoy diciendo que el resultado no es el mismo. De hecho, en estos momentos, se escribe diferente, se abordan géneros más prosaicos. Es entonces cuando se elabora una trama más complicada, cuando los personajes se racionalizan mucho más y se puede adoptar otra mirada.

¿Se puede escribir siendo absolutamente feliz? Por supuesto que sí, pero mi conclusión, después de pensar un rato y a las cinco de la mañana, que no sé si es la mejor hora para sacar conclusiones, es que las emociones son distintas, el reflejo es completamente diferente. Supongo que se puede emocionar pero no se transmite lo mismo.

Al escritor, la felicidad le corta las alas.