lunes, 29 de octubre de 2012

EL HOMBRE DE GRAFENECK DE FÉLIX JAIME CORTÉS








  • Editorial: TAGUS
  • Lengua: ESPAÑOL
  • ISBN: 9788415623038
  • Formato: EPUB







SINOPSIS (de Casa del Libro):

Un escritor maduro y solitario, al que hace tiempo que no le llega la inspiración, conoce casualmente a una muchacha mucho más joven que él, que acaba de perder a su novio en uno de los dos trágicos sucesos, casi simultáneos, con los que se abre la novela. Sus destinos se unen para encontrar una explicación a la muerte del muchacho, que la policía y la prensa han achacado, tras cerrarse el caso, a un ajuste de cuentas por asuntos de drogas.

Mi opinión:

Durante varios meses habréis visto la portada de este libro (la primera que tenía, no la actual) en la parte derecha de la pantalla. Era porque siempre despertó mi curiosidad y me propuse estrenar el kindle que me regalé este verano con él. Recibido en casa el cacharrito nuevo, me puse en contacto con Félix para decirle que por fin iba a ponerme con la novela. ¡Pues no! ¡No me dejó! ¿Será posible? Me tuvo unos días con la intriga, preguntándome qué demonios pasaría para que un autor no quisiera que me leyera su libro. Y no un autor cualquiera, sino uno de los pocos que he conocido en persona a lo largo de los últimos meses.

Al final, me lo contó. El hombre de Grafeneck iba a ser publicada por Tagus, en formato digital. Dejaba de ser uno de nosotros, de los autores independientes que reculamos en su día en Amazon. Me contó que no quería que lo leyese todavía porque se habían hecho algunas correcciones mínimas, supongo que esas cosillas que se nos escapan a todos cuando nos autoeditamos, y prefería que leyera el libro definitivo. Tuve que morderme la lengua, porque supe la noticia un pelín antes que la mayoría, y os digo que me costó no ponerme a saltar de contenta.

Al final todo llega y el día de leer esta novela llegó.

El hombre de Grafeneck empieza en febrero del 39, cuando un granjero alemán pide ayuda al mismo Adolf Hitler para que le ayude a deshacerse de un hijo deforme que acaba de tener.  La carta despierta el interés de Vicktor Brack, miembro de las SS y se estudia eliminar a la criatura, hecho que finalmente sucederá cuando tenga cinco meses, dando el pistoletazo de salida a un programa muy cruel: el Aktion T-4. La muerte por compasión. El inicio de todo lo que vendría después.

Félix Jaime estructura el libro en dos acciones que van alternando capítulos. En unos vamos viendo la historia de Lorenz, un miembro de las SS, albañil en el pasado, al que el foco de la historia sigue para irnos contando las atrocidades que se cometieron en Alemania incluso antes de que empezase la Segunda Guerra Mundial. Grafeneck es el principio, una especie de ensayo para lo que vendría después. El personaje de Lorenz va experimentando una evolución a lo largo del relato, perdiendo por el camino la empatía con el ser humano que al principio sí que tiene, cuando empieza a ser consciente de lo que las autoridades están planificando.

La otra historia, ambientada en el presente, sigue los pasos de Bernardo Soto y una joven llamada Sandra Limonero, que acude a él para que la ayude a investigar la muerte de su novio Roberto. Oficialmente el chico murió por un asunto de drogas, pero Sandra sabe que eso no puede ser cierto y decide que si la policía ha echado tierra sobre el asunto y no quiere seguir buscando, ella no lo dejará. Quiere limpiar la memoria de su novio. Ahí, en la muerte de Roberto, está la clave de la unión de estos dos relatos.

Fluctuando entre ambos tiempos, yendo del pasado al presente, nos vamos metiendo, a medida que avanza más la lectura, en esos dos mundos aparentemente diferentes. Durante los hechos que se desarrollan en la Alemania nazi no se puede evitar sentir perplejidad por el escaso valor que le daban a la vida, la crueldad que se empleó no sólo para eliminar a todo aquel que no cumplía los patrones del delirio de Hitler, sino también las brutalidades que fueron capaces de cometer "investigando" los límites de la resistencia humana. Hay momentos en los que los prisioneros de los campos de concentración se convierten en cobayas humanas a las que se somete a situaciones extremas, para anotar las reacciones y la capacidad de supervivencia. El éxito de cada hombre que es capaz de sobrevivir a lo imposible es premiado con un tiro en la cabeza al terminar. Una manera sencilla de asegurar el silencio sobre lo que estaba ocurriendo.

Los personajes de la historia están muy bien caracterizados. Lorenz, como ya he dicho, va evolucionando en crueldad, hasta el punto de que la única vida que le importa es la suya y no le tiembla jamás el pulso cuando tiene que deshacerse de alguien. Sandra es una chica decidida que logra finalmente averiguar la razón verdadera de la muerte de su novio y de paso encuentra el amor de nuevo y Bernardo, qué decir de él. Me ha encantado este personaje, con el que no puedes dejar de reírte algunas veces con sus ocurrencias y su glotonería. Viene de una historia dura, está bloqueado por ella, pero en este proceso de ayudar a Sandra sus heridas empiezan a cicatrizar. Ya no es sólo que le interese ayudar a Sandra para conseguir una buena historia para su siguiente novela, es que él mismo ha experimentado un cambio.

Me habían avisado de que en la novela hay tramos muy duros. Los hay. Supongo que habrá a quien le impresionen mucho pero quizá es porque ya había leído sobre ello y he podido afrontarlos sin demasiados problemas, o quizá mi hijo lleva razón cuando me dice que no es tan duro leer como ver. Supongo que si algunas de las cosas que aparecen lo hicieran en forma de imágenes, en una película por ejemplo, serían de poner los pelos de punta. Con respecto a esto tengo que decir que la novela me ha resultado muy cinematográfica.

Os animo a que conozcáis la novela. No decepciona nada.

viernes, 26 de octubre de 2012

MISIÓN OLVIDO



El título es un poco tramposo porque no voy a hablar de la novela de María Dueñas, sino que voy a hacer una de mis reflexiones, de esas que me salen cuando me aburro o cuando me cabreo por algo. Sigue leyendo, a lo mejor esta historia no te pilla tan lejos…

Olvido.

Qué palabra más curiosa. Borra lo que vivimos y a veces no deja ninguna huella. El pensamiento ha surgido tras mi experiencia con mi coche, con el robo que sufrí la semana pasada y que me mantiene más nerviosa de lo normal. Tengo la sensación de que nunca olvidaré la sensación que sentí al llegar a mi plaza de garaje, que nunca me dejará de hacer daño verlo "descalzo", que la imagen de los extintores debajo de él, que me despierta cada noche, me seguirá despertando toda la vida, como lo ha hecho esta semana.

Pues creo que no, y lo creo por varias historias que he recordado…

Curioso, olvido y recuerdo se entrecruzan…

Hace poco, mi amiga Yoli vino a verme a casa. Vivimos juntas tres años de la facultad y un viaje a Grecia, y entre el aroma de un café compartido en una tarde de este verano, nos entretuvimos un rato viendo las fotos de aquellos días en los que paseamos por los escenarios que fueron el origen de nuestra civilización. Yoli y yo nos contamos anécdotas de ese viaje, momentos que se nos quedaron a ambas sellados en el alma y… ¡qué curioso! No se parecían. Los suyos hablaban de un viaje que no era el mío y sin embargo ahí estábamos las dos, posando para la cámara, con veinte años menos y una cara de sueño producto de esa necesidad que tenemos de jóvenes de apropiarnos de todo el tiempo eludiendo las necesidades del cuerpo. Y vaya si lo hicimos. Curioso comprobar que tanto mantenernos despiertas para acaparar recuerdos y estos, traicioneros, han ido mutando, cambiando tanto que podrían ser de dos viajes diferentes. Lo que ella conserva en su mente ni se parece a lo que guardé yo, y hay momentos que hemos borrado por completo, días que no dejaron huella.

Entre las caras que nos devolvían las fotos, había un chico de clase que las dos reconocimos al unísono: "Who". Bueno, sabíamos quién fue, lo recordamos pero… ¡ninguna se acuerda de su nombre real! Who era como le llamábamos porque llevaba en la carpeta una foto de The Who y por más que quisimos hacer memoria se había disipado por completo su nombre real.

Me pareció mentira.

Alguien con quien vivimos muchas cosas, con quien compartimos ese primer viaje solas, apuntes, fiestas de la facultad, risas, exámenes… se ha eliminado de nuestra carpeta de recuerdos y no nos ha quedado de él nada más que una foto antigua y un apodo que no sé si él conocía sobre sí mismo. Hemos olvidado, como si no hubiera dejado ninguna huella en nuestras almas.

En el mismo álbum había otra foto, de un primo mío con uno de sus amigos, con los que salíamos cada fin de semana en esa época. Nada. Ni rastro del nombre de este muchacho en mi memoria… ¿Será posible? 

¿Cómo he podido olvidarme de algo así?

Seguimos charlando y viendo fotos y surgieron compañeros de clase que entre las dos pudimos ubicar, con mucho esfuerzo. Salieron a la luz antiguas relaciones de esas que parecían para toda la vida, de puro románticas y profundas y que se han ahogado en las hondonadas del olvido y de la ignorancia mutua entre los protagonistas. Y eso que parecían el argumento de la película más romántica del año, candidata a óscar de la academia de Hollywood…

Puñetero tiempo, que pasa y lo borra todo, con tanta fuerza como nos marca.

Pienso en ahora. Seguro que en mi presente hay personas que a día de hoy considero importantes por diversas razones y de los que dentro de unos años no conservaré ni el recuerdo de su nombre.

¿Imposible?

Ahora sé que no.

Curiosa palabra el olvido, que elimina lo accesorio y que se alía con el recuerdo para mitigar el dolor del pasado. Lima todo tanto, que estoy segura de que del robo de mis ruedas no quedará nada en mí. Lo sé porque removiendo en mi mente he encontrado que, hace unos años, me rompieron la cerradura intentando robarme el coche y prácticamente lo había olvidado.

Como si no hubiera sucedido nunca.

¿Has olvidado tú algo importante? 

jueves, 25 de octubre de 2012

AYER, PRIMERO EN GETAFE Y LUEGO EN EL RITZ



Ayer fue un día completamente literario. Tenía muchas ganas de asistir a la mesa redonda que sobre Amazon y la publicación digital estaba en el programa de la V edición del Getafe Negro y allí que me presenté con mi amiga Tatty, de El universo de los Libros. La cara de sorpresa de Armando Rodera se la debía, ya que él me sorprendió a mí presentándose sin avisar (a mí, los demás lo sabían) a mi charla en la Biblioteca Almudena Grandes en junio. Tenía una cómplice entre los asistentes, Magüi Cabral, que sí sabía que yo estaría allí desde hacía unas semanas.




Cuando llegamos, nos encontramos con la sorpresa de que Juan Gómez Jurado había perdido el avión y no podría llegar a tiempo y por piruetas del destino, otro de los autores que publican en Amazon, Iván Hernández, que como yo había asistido a escuchar, acabó sentado en la mesa. Gracias, Iván, me temo que si no hubieras aparecido me hubiera tocado estar ahí y la verdad es que se está más tranquilo al otro lado, escuchando y haciendo fotos, que es más lo mío. Lo hiciste muy bien.





En la mesa redonda se habló de Amazon, de la nueva vía de publicación que supone, de sus ventajas para los autoeditados, de precios, de repercusión, de caminos nuevos que estamos explorando y abriendo quizá para quienes lleguen después. La introducción corrió a cargo de Lorenzo Silva, comisario del evento y reciente premio Planeta, y tras la exposición que hicieron los autores, moderados por  Javier López Tazón,  tocó el turno de preguntas. El público se implicó, plantearon dudas y a mí se me hizo muy corto. No puedo resumirlo demasiado bien, se me olvidó llevarme ni una miserable hoja de papel en la que anotar todo lo que allí se habló… ¡Soy un desastre!

Terminada la charla hubo unos momentos para hablar con los autores, de sus sensaciones sobre lo que allí se había contado. Magüi estaba radiante, me encantó su sonrisa, su tranquilidad en todo momento; Armando firmó unas fotocopias de El color de la Maldad que alguien se llevó (no me fijé bien quién) y estuve un ratito hablando con Lorenzo Silva, felicitándole por el premio y departiendo sobre otras cuestiones que no tenían nada que ver con lo que allí se habló. Iván llamó a su madre, para que buscase al niño en el colegio. Le habían cambiado los planes de esa mañana y la verdad es que fue un cambio maravilloso.

La organización tenía preparada una comida y Tatty y yo la misión de salir de Getafe, rumbo a Madrid, porque nuestro día, el programa que debíamos cumplir, no estaba completo. ¡Cómo es tan difícil salir de Getafe! Dimos vueltas buscando un centro comercial para comer algo antes de entrar en la ciudad y tras un montón de equivocaciones (el GPS funciona de maravilla pero a veces le hacemos un caso relativo) logramos llegar al centro de Madrid. Nos sobraba tiempo, así que paseamos por los alrededores del hotel Ritz, incluso entramos en la Iglesia de los Jerónimos para hacer un poco de tiempo.

En la recepción del hotel informaron a los blogueros asistentes de cómo sería en encuentro con Ken Follet, los cinco minutos de entrevista que tendrían con el autor que está en España presentando su novela, El invierno del mundo. Yo, como estaba allí de ocupa, me quedé en la recepción esperando a que Tatty terminase. Fue una hora mágica, en la que estuve haciendo una de las cosas que más me gustan en el mundo: leer. Me empapé de las sensaciones que me producía el libro que tenía entre mis manos, del sonido del piano que sonaba a mi espalda mientras estaba sentada en un cómodo sillón. Veía, de vez en cuando, entrar a los clientes, escuchaba hablar en muchos idiomas y durante unos momentos me sentí transportada a otro tiempo. El escenario era para ello, el hotel Ritz tiene ese sabor antiguo que le da una decoración que apenas ha cambiado en mucho tiempo y el uniforme y la manera de comportarse del personal, atemporal ya. Fue un privilegio, un momento que no sé si se repetirá alguna vez más en toda mi vida y que pienso guardar en mi memoria.

Hoy vivo la resaca de ese día espectacular y casi, de tan especial que fue, no puedo escribir sobre él. Dejaré que repose un poco en mí y volveré a ello cuando esté mucho más tranquila.

Sobre la entrevista, seguro que Tatty os lo cuenta (y os enseña las imágenes) en Eluniverso de los libros.

lunes, 22 de octubre de 2012

GETAFE NEGRO

Del 20 al 28 de este mes de octubre se celebra la V edición del Getafe Negro, el festival de novela policíaca de Madrid. El comisario de la edición es Lorenzo Silva, último premio Planeta y a él están invitados muchos de los escritores más interesantes del panorama literario actual, como Eduardo Mendoza o José Luis Sampedro.



Atentos a la actualidad, a los nuevos caminos que va encontrando la literatura para ponerse en contacto con los lectores, además de las mesas redondas y las charlas que años anteriores han ido conformando el programa, este año traen algo nuevo que nos toca de cerca a quienes en algún momento tomamos el camino de la autoedición: el día 24, el próximo miércoles a las doce de la mañana, hay programada una charla que lleva por título: AMAZON 0,95: MÁS ALLÁ DEL PAPEL, en la que varios de los autores con más éxito en esta plataforma, moderados por Javier López Tazón, debatirán sobre la nueva plataforma que ha hecho que muchos autores encuentren un camino para poner sus obras al alcance del público.

Los autores invitados en esta ocasión, a los que podréis ver si tenéis la suerte de estar cerca y poder asistir, serán Armando Rodera, Magüi Cabral (La Rubia de la Bici) y Juan Gómez-Jurado. Creo que es una buena ocasión para conocer el trabajo que se está llevando a cabo y los cambios que necesariamente se están produciendo debido a esta nueva vía de publicación.

El Salón de actos del Colegio Mayor Fernando de los Ríos estará abierto para quienes quieran sumarse a escuchar a los autores hablar de su experiencia de primera mano.

Hay muchas más actividades programadas, que podréis consultar si queréis a través de la página de la organización del Getafe Negro.

Me encantaría poder estar en alguna, veremos qué se puede hacer...

viernes, 19 de octubre de 2012

TRES LIBROS EN AMAZON


A veces me pregunta la gente que de qué van mis novelas. Y casi siempre, irremediablemente, me quedo sin palabras. ¿Cómo hablar de un hijo sin correr el riesgo de exagerar sus virtudes? Las madres tendemos a ello, a ver sólo lo bueno y siempre tengo miedo de convertirme en una madraza de esas que van por la vida con venda en los ojos. No, no es mi estilo. ¿Cómo lo hago entonces?

Se me ha ocurrido una idea mejor que liarme a parlotear.

¡Tiembla mundo, que voy!

En Amazon existe una opción de compra… peculiar. Igual que cuando vas a una tienda y te pruebas unos zapatos, para ver si te quedan bien, si te resultan cómodos o a los dos minutos ya no los soportas, Amazon te ofrece la posibilidad de descargarte un fragmento significativo de una novela. Igual que esos zapatos, la pruebas y eres tú el que decide si se la queda (si compra el libro entero) o si no.

Lógico, ¿no?

Así debería ser siempre, poder decidir antes de gastar el dinero.

Pues igual que no hay nada mejor que probarse unos zapatos para saber si a uno le quedan bien o no, si le gustan o no, si son cómodos o entran ganas de estamparlos, igual, igual, se puede hacer con mis libros.

¡Probadlos!

Es muy fácil.

Si ya eres cliente de Amazon y tienes kindle, no tengo que decirte cómo.

Si no eres cliente, registrarse es sencillísimo. Un correo, una contraseña y compras en un click.

¿Y si no tienes kindle? Pues tampoco pasa nada, te puedes descargar la aplicación de lectura gratuita que se instala en un momento. Es más incómodo, pero los probadores también lo son. Ya cambiarás algún día el ordenador por tu lector y estarás más feliz que una lombriz, como yo, que a día de hoy, desde que me lo regalé a principios de verano, me he merendado 26 libros. Además, para quienes se animan finalmente a comprar existe la posibilidad de dejar comentarios en los libros. Podemos darle pistas al futuro lector sobre las sensaciones que deja la novela, y de este modo quienes lleguen después que nosotros sabrán algo más del libro que una simple sinopsis.

Ya, ya sé que casi todos los que atravesáis el espejo ya os habéis leído mis novelas, pero digo yo que conoceréis a una o dos personas que lean.









Fijaos, entre los tres, cuestan menos que un paquete de tabaco. O una caja de bombones. O las chuches del domingo.

Pero es aún mejor, no hay que comprar el libro si no quieres, sólo probarlo descargando ese fragmento que se deja de prueba...

¡Contádselo a quien se os ocurra!

Os nombro, desde ya, mis agentes literarios.

¿Cómo podría pagaros?

Supongo que no dejando de escribir...