Estos días he leído una novela que no me ha convencido. La descargué porque me la sugería el kindle tras mi última lectura; miré la sinopsis, leí el fragmento gratuito y me pareció que estaba muy bien escrita. Eso, en novelas digitales ya va siendo excepción más que norma (siento mucho escribir esto, pero me está pasando), así que decidí que, como el principio estaba dentro de lo correcto y la sinopsis no estaba mal, la leería.
En poco más de dos capítulos me di cuenta de que me había precipitado.
La novela está escrita de manera correcta, el archivo no tiene fallos significativos, pero tiene otros de los que he ido siendo consciente a medida que avanzaba con la lectura.
Un error es la claridad narrativa. Me está costando muchísimo visualizar lo que me cuenta. No es porque no haya descripciones, sino por lo contrario: son exhaustivas. Y eso, el exceso de datos, sobre todo porque me los da todos juntos, lo estoy sintiendo como un error. La descripción física del personaje hasta sus más mínimos detalles interrumpe la acción de un modo tan brutal que supone que me "olvide" de eso otro que me estaba contando. Ese parón desdibuja lo que para mí es esencial, ese hilo conductor que hace que la historia te absorba.
Pierdo el hilo, nunca mejor dicho.
Otro error, siempre desde mi punto de vista, lo constituyen los personajes de ambiente. Esos personajes, en las buenas novelas, no tienen importancia alguna. Son como sillas, las pones porque tiene que haber un lugar donde sentarse, y las pones acordes con la época en la que transcurre la novela porque, de otro modo, resultarían chocantes. A las sillas se les presta la mínima atención: silla de caoba, silla baja, sillita, sillón... Ya. No me hace falta remontarme al carpintero que la talló en su día o al señor que fue con su hacha a cortar el árbol al bosque para hacer esa silla.
En esta novela, se remontan a la prehistoria para contar cualquier idiotez. Para hablar hasta de un personaje con el que se cruzan por la calle y al que no vuelves a ver.
Al principio, como no conocía la historia, intentaba memorizar todos esos datos, porque suponía que, si me los daba, era porque eran importantes. Ya sabéis, la famosa pistola de Chejov. No puedo citar la frase exacta, pero viene a decir que todo en la narración debe ser imprescindible o, de no ser así, debe suprimirse.
Si me dejaran boli rojo, esta novela perdía la mitad de sus páginas, porque se puede prescindir de casi todo.
Ya solo con estos dos errores la lectura se me estaba complicando, pero vino un tercero a tocar las narices. El tercer error tiene que ver con la construcción de personajes. Hay una cosa muy útil que se llama observar la vida para darse cuenta de que estos que me presentaba la novela respondían a arquetipos de cartón piedra. No tengo nada en contra de usar arquetipos, pero siempre que respiren. Puedo jugar con el tópico de una madrastra mala, no me importa; pero puedo matizarla. Que sea mala, que no acabe pareciendo tonta, por favor.
Puede que a veces pensemos que lo que estamos leyendo nos hace perder el tiempo. Es cierto, tal vez, si solo eres lector. En mi caso, al escribir, no lo estoy perdiendo porque de lo que no está bien también aprendo. Me sirve para tratar de no cometer los mismos errores o para hacer una reflexión que nos sirva en clase como ejercicio. Pero solo lo resisto si lo que encuentro, por lo menos, está bien escrito.
Por eso no la abandoné.
Tampoco la voy a valorar con estrellitas, porque no serían muchas. Puede que haya alguien que no escribe que esto que estoy diciendo ni siquiera lo entiende y no lo entendería. Y no soy quien para bloquear con un comentario negativo la lectura de nada.
Por mucho que no me haya convencido.
Por lo menos te sirvió para reflexionar y aprender ☺️ Leonor Basallote me dijo una vez que una de las maldiciones de quienes escriben es la de no poder disfrutar ningún libro de ficción como «simple lector», y ¡qué razón tiene! Aunque la maldición también puede ser bendición porque de ella aprendemos y crecemos ☺️
ResponderEliminarAprendemos de todo. Es verdad lo que dice Leonor, pero también es cierto que, cuando lees algo maravilloso y sientes que te gustaría haberlo escrito, te pueden creer si dices que es bueno.
EliminarMe pasó con una novela que no sé si te comenté algo, Descalza entre raíces...
Besos!!
Hola Mayte
ResponderEliminarHe leído tu post y me gustaría agradecerte el esfuerzo que has dedicado en leerte la obra de alguien que empieza y sobretodo, el tiempo que te has tomado en hacer una buena crítica (en mi opinión) sobre ella. Escribir ya resulta duro (mejor que tú nadie lo sabe), pero si además es tu primera vez y sin más te lanzas a ello (como parece ser el caso del autor que comentas) es todo un mérito. Por eso conocer la opinión de quién sabe es algo maravilloso. Ojalá que el autor haya podido leerte y aprender de ello. Mil gracias en nombre de todos los que en algún momento nos lanzamos aunque sabemos que probablemente no lo hagamos bien. Aprender de nuestros errores nos hace más sabios.
No sé si era su primera novela, lo tendría que mirar. Lo que sí sé es que yo también cometí estos errores (y no descarto que alguno se me escape todavía) y sin que te los señalen, no los ves. Se aprende errando, a la primera es cosa de burros flautistas (como el de la fábula), y si no estás abierto a que te señalen el error, nunca avanzas.
EliminarDe todos modos, no he dicho la novela que es. En público, no lo hago, no quiero perjudicar a nadie. Otra cosa es en mis clases, entonces sí. Lo digo en la entrada, no soy nadie para tirar ilusiones si no me preguntan. Si lo hacen, entonces claro que estoy dispuesta a compartir lo poco que sé.
Siempre leo a autores que empiezan. He descubierto a muchos a los que sigo justo así, en sus primeras novelas. Algunas no eran perfectas, pero había algo que brillaba. Ejemplos de eso son Laura Sanz, Roberto Martínez Guzmán o Mónica Gutiérrez.
Muchos besos!!