777 páginas sin contar el apéndice.
El verano es el momento perfecto para leer. Mi momento, claro. Mi trabajo me deja entonces las tardes libres, al contrario que en el invierno, y la obligación como madre de ir al parque. Como mis niños ya casi no me necesitan (salvo para solventar algunos conflictos con globos de agua en la fuente del parque), dedico las horas al aire libre para leer.
El sanador de caballos, de Gonzalo Giner, ha sido un placer. Después de leerme libros hechos con prisas fue una delicia pasear por estas páginas, en las que se nota tiempo y dedicación por parte del autor. Es un libro ameno, bien estructurado y que te arrastra por sus páginas, aunque a priori no te interese demasiado la historia de España durante la Reconquista.
Si le veo algún fallo es en la construcción del protagonista. Demasiado comedido en algunos momentos. Y los héroes, para mí, si tienen que pecar de algo es de temerarios.
En cuanto a la técnica, a veces se le escapa una misma palabra en dos líneas seguidas, pero ¿a quién no?
RECOMENDABLE.
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