No me gusta la palabra, detesto el concepto, detesto en lo que nos estamos convirtiendo, en seres sin vida más allá de las paredes de nuestras casas, sin posibilidades de socializar, sin momentos para interactuar con alguien que no sea una de las personas que comparten refugio con nosotros.
Detesto esta nueva normalidad, que nos ha robado casi todo.
He descubierto que sin salir al mundo, no hay nada que contar. Que las conversaciones con otros no tienen motivos interesantes porque no hay nada interesante en moverte por la casa, ir al baño, limpiar los suelos o hacer arroz tres delicias para comer. No hay nada que podamos contarle al otro en una llamada o un mensaje que no sea intrascendente.
Y tienes la estúpida, inquietante y horrorosa sensación de estar perdiendo el tiempo.
Es más, cada vez hay menos conversaciones, las respuestas a tus inquietudes ya las sabes, entonces ¿para qué preguntar? Si mandas un mensaje, se queda en visto o en no leído, porque, ¿qué va a decir?
No hay planes más allá de sobrevivir otro día.
No hay metas.
No hay cafés compartidos.
Ni siquiera se puede respirar sin mascarilla.
No recuerdas el olor de tu madre o la suavidad de sus manos, ni siquiera percibes el mundo como antes, no tienes ganas de contar nada porque, en realidad, no hay nada que contar.
Sientes que muchas historias se acabaron hace casi un año, aunque hayas intentado por todos los medios aferrarte a ellas. Que tus libros, todo eso que te hacían vivir, ya no volverá a ser lo mismo, porque cuando salgas de esta estarás cansada y arruinada, imposibilitada para retomar la vida donde la aparcaste el pasado mes de marzo.
Qué estúpido virus.
Qué guerra más tonta.
Qué soledad más intensa.
Qué mierda de futuro.
Dan ganas de irse a dormir durante años.
Es un asco esta nueva normalidad. Sobre todo porque te vas tan impotente. Es que no puedes hacer nada. Sólo quedarte en casa para que esto no vaya a más. Que por salir en navidades mira la que se ha liado. Tampoco aprendemos. Importan más otros intereses que las vidas y así nos va. Pero en fin, hay que aguantar y pensar que llegará un día en que vuelva la vieja normalidad. Queda, pero ya queda menos.
ResponderEliminarBesotes!!! Y cuídate mucho!!!
Es agotador, porque necesitamos salir, pero cuando te plantas en la puerta: gel, mascarilla, abrigo, gorro, bufanda, guantes, llaves, móvil... Abres y hay miedo. Ahora mismo, no al contagio, a que queden en mí rastros del virus que enfermen a otros. Hay miedo y hay rabia, porque yo quiero mi mundo y lo estamos volviendo imposible. Y no hay luz al final de este tunel, o lo que se atisba tiene pocos tonos de color, más bien los grises de un mundo distópico en el que los charlatanes habrán vuelto a ganar la partida.
EliminarBesos!
Pues yo creo que la gente no ha asumido el peligro de una pandemi porque por aquí ves a más gente haciendo vida de vieja normalidad que de nueva y luego otro estallido de contagios. Y los que seguimos las reglas nos sentimos gilipollas y nada a salvo. En fin. Hay que pasarlo lo mejor que podamos y rezando para no sufrir ninguna pérdida por el camino...
ResponderEliminarÁnimo!