Sinopsis:
Un prestigioso pintor, sumido en una grave crisis creativa, va hilando ante su hija sus recuerdos más íntimos en un monólogo que es a la vez homenaje y exorcismo. Su relato se centra en dos acontecimientos: la detención de dos de sus hijos por motivos políticos y, fundamentalmente, la enfermedad y muerte de su mujer, Ana, a los cuarenta y ocho años. Ana contagiaba una sensación de belleza y plenitud que cobró un verdadero alcance sobre el fondo gris de lo cotidiano y los sinsabores de la enfermedad. Historia de un amor en carrera desenfrenada hacia la muerte y sobrecogedora semblanza de un personaje femenino, Señora de rojo sobre fondo gris es una profunda lección de humanismo y madurez artística que sólo Miguel Delibes podía ofrecernos.
Mis impresiones:
Creía que lo terminaría hoy, por las noches leo en digital, pero no fui capaz de soltarlo. Delibes es Delibes y esta novelita no te deja así como así. Novelita por lo corta, porque en realidad es una de esas novelas grandes que te conectan con alguien desconocido. Dibuja emociones a flor de piel: desesperadas, lúcidas, intensas, tan certeras que se enredan con la enfermedad y te hacen sentirlas tuyas. El amor, tan inmenso que no encuentra manera de disimularse entre esos personajes ficticios que tienen una base tan real, ese que se empeña en no aceptar lo inevitable.
Porque esto no es ficción.
Este es un juego en el que Delibes disimula su vida. Y el pintor no es pintor, sino el mismo autor. Y el lienzo en blanco, sospecho, es esa incapacidad de ilusionarse que te asalta cuando lo que está sucediendo a tu alrededor te desborda, cuando las emociones se hacen dueñas de ti de tal manera que desdibujan hasta lo que tiraba de ti a diario.
Qué imposible se hace seguir cuando amas tanto a alguien sentenciado.
Pero también hay otro lado en esta historia, contada en segunda persona a una hija, a la que parece querer dejar la herencia de su madre, la emocional, los recuerdos de ella, de esa mujer vital que siempre fue todo para él. Y lo hace con una profunda admiración, la presenta ante nosotros como la mujer perfecta. No ve en ella nada reprobable, quizá, si tiene algo así, le da la vuelta y se lo adjudica a él mismo.
Qué grande haber logrado que te ame alguien así, ¿verdad?
En dos o tres instantes, me vi en las palabras escritas por Delibes, en aquel inventar diagnósticos, en ese afán por no aceptar lo inevitable. En su necesidad de escribirlo, como si eso desanudase la angustia que se fue a vivir a mi pecho.
Qué complicado cuando te toca este papel, el del que se queda, el de la impotencia de ver sin poder actuar porque no hay absolutamente nada que puedas hacer para mantener a la persona a tu lado. La empatía que despertaron en mí estas páginas fue brutal. Porque yo lo sentí hace años, desde otro ángulo, desde mi posición de hija, y tuve la misma necesidad de disolver la pena en recuerdos.
De recogerlos, de ordenarlos, aunque yo no eligiera contarlos sino que le diera a él, a mi padre, su voz, y recogiera la mía, en dos historias paralelas que se complementan. Sé que mi pluma fue torpe e inexperta, pero esa verdad que te golpea con este libro sí fui capaz de transmitirla. Por eso ha sido todavía más especial, porque nunca había llegado a este libro y, al leerlo, me he sentido aún más cerca del maestro, sabiendo que en mis venas corre esa sangre de quienes necesitan las palabras incluso para explicarse lo que no quieren explicarse.
Este era el momento para leer Señora de rojo sobre fondo gris. Me alegro mucho de no haberlo hecho antes.
Es que es un gran maestro. No la he leído todavía pero caerá tarde o temprano. Espero que temprano. ¡Cuántos sentimientos me despertaste con La arena del reloj!
ResponderEliminarBesotes!!!
Un libro que cala muy adentro. Da mucha envidia como es capaz de recoger sobre el papel los sentimientos que vivimos. Como al quedar así reflejados son aún más reales. Me alegro de tu lectura. Genial. Un abrazo.
ResponderEliminarMe lo leí hace muchísimo tiempo, pero ahora me han entrado ganas de releerlo :)
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