¡Qué poco me gusta esto! Me refiero a saltarse letras para ahorrar. ¿Qué ahorramos? Pensamientos no creo, porque te tienes que romper la cabeza para saber qué te ha querido decir la otra persona. En mi caso, quería contaros la aventura de ayer por la mañana, cuando fui a Segovia a solicitar el Depósito Legal y el primer título que he puesto me parecía soso.
En realidad lo que quiero es contarme esto a mí misma y que se quede por aquí, documentando el final de este camino. Todavía queda algo que recorrer para hacer balance pero, de momento, lo puedo calificar como interesante y educativo. También un poco estresante, la verdad.
A lo que voy, que me pierdo.
Ayer fui a Segovia. Como amaneció un día de perros (a las nueve de la mañana el coche marcaba cinco grados bajo cero), decidí esperar un rato para salir. Así le di tiempo a la quitanieves para que echase sal en el tramo del pinar, que siempre parece una pista de patinaje. Salí de casa a las diez y media, fui a la gasolinera y allí, menos mal, estaba Ventura, ese espécimen en extinción que es el señor de la gasolinera que te pone gasolina. Digo menos mal no sólo porque te ahorre el mal trago de ponerte perdido con la manguera, sino porque era la primera vez que le echaba combustible al coche nuevo y no sabía qué hacer para abrir la tapa del depósito :( Pagué los más de sesenta euros sin rechistar (¿para qué?) y me fui con la música a todo volumen hasta Segovia.
No sé qué escuché, la verdad. Todavía no tengo muy claro para qué sirven los tropecientos mil botones que tiene este coche y dejé que sonase en lo que hubiera en ese momento. Toqueteando un botón del volante acabé poniendo tres veces la misma canción, pero como era "cantable" e iba sola me dio lo mismo. Desafiné divinamente sin que nadie se sintiera ofendido.
En Segovia decidí que la mejor opción era dejar el coche en el aparcamiento de la estación de autobuses. Lo que no me imaginaba era lo difícil que me iba a resultar traspasar la barrera del parking. Al principio dejé el coche un poco apartado del botón donde hay que apretar para que salga el recibo. Eso o es que tengo el brazo corto… El caso es que me quité el cinturón. Tampoco llegaba, así que abrí la puerta, salí y recogí el ticket, fijándome de reojo en la cola enorme que se estaba formando detrás.
Ahí empecé a ponerme nerviosa.
Volví a montar en el coche y… ¡horror! No avanzaba. Ni bien, ni mal, se quedaba pillado hasta que se calaba. La encargada del aparcamiento vino y me preguntó si había quitado el freno de mano. Le dije que sí (¡ni que fuera tonta!). Después de unos cuantos intentos, vino la señora del coche de detrás, me preguntó lo mismo (debo tener cara de novata) y le dije que sí lo había quitado, que si quería le dejaba que probase ella. Aceptó, se subió en mi coche y me preguntó (¡listilla!) dónde demonios lleva este coche el freno de mano. En el mío es un botón, no una palanca. El caso es que la mujer movió el coche sin problemas (después de seguir mis instrucciones con el botón, todo sea dicho) y se ofreció incluso a aparcarlo, oferta que decliné porque bastante vergüenza estaba pasando ya. Al volver a casa me enteré de que al quitarme el cinturón activé no se qué medida de seguridad extra que pone el freno de mano para evitar accidentes. Es facilísimo quitarla, un pisotón al freno y poco más. El día que me dieron el coche me aburrí en la primera media hora de explicaciones y esto debió formar parte de la información que me dieron en la siguiente hora y media… ¡Con lo fácil que se manejaba el coche viejo!
Desde el aparcamiento, fui al barrio de San Millán, donde me tomé un café en un bar para relajarme un poco. Café y relax no parecen compatibles. Esa soy yo. En el bar solo había dos señores, el camarero y un hombre de 49 años (en mi solitario café trataba de averiguar su edad pensando en su aspecto, pero se la dijo al camarero y no hizo falta comerse el coco). Hablaban sobre jubilarse. ¡Qué deprimente! Me escapé sin explicarles que ahora la edad de jubilación son los 67, no los 65, de los que hablaban por lo que les queda una tirada.
Subí las escaleras del Paseo del Salón, para tomar la Puerta de la Luna y llegar a la calle Real, más o menos a la altura de la estatua de Juan Bravo. Estoy en una forma física penosa. Llegué con las piernas temblando y con la lengua fuera. Claro que hace diez años me pasaba exactamente lo mismo. No sé si soy yo o las puñeteras escaleras que son muchas y están muy empinadas. En la calle Real me sorprendió la cantidad de gente que había y no fue hasta que llegué a la plaza cuando me di cuenta de la razón: el mercado. Siempre me olvido que en Segovia, los jueves hay mercado. ¡Menos mal que me gusta pasear por Segovia y no traté de llegar hasta allí en coche! Dejé la catedral a la izquierda y empecé a bajar hacia el Alcázar, por la calle Daoiz, hasta que llegué a mi destino: Cultura, en la Plaza de la Merced.
El trámite fue rápido, llevaba los papeles medio rellenos y fue solo completarlos, y cuando salí no pude evitar seguir el mismo ritual de siempre. Al volver hacia la plaza sólo hace falta desviarse a la izquierda por una calle estrecha. A menos de cincuenta metros está la casa museo de Antonio Machado. No sé por qué, el día que hice los trámites de Su chico de alquiler, entré en la casa de Machado y desde entonces siempre lo hago, aunque solo sea llegar hasta el patio y mirar un rato el busto que esculpió Emiliano Barral.
Volví a la calle Real y me dio tiempo a comprar un regalo para el cumpleaños de hoy (no diré la edad del cumpleañero, sólo una pista, es una cifra redonda). En lugar de entrar en la tienda de ropa estuve a punto de colarme en la farmacia, pero rectifiqué a tiempo. Volví a sufrir bajando las escaleras, que seguían igual de empinadas desde esta perspectiva.
El viaje de vuelta fue tranquilo, con más música y la sensación de que había pasado mucho más tiempo que dos horas.
El resultado es que ya tengo mi número, ya he maquetado el archivo, me he quedado sin una uña por bruta y me esperan unos días muy atareada. Menos mal que queda este espacio donde despejar mi cabeza…
MAYTE ESTEBAN. Escritora. Abrí paso en España al mundo de la autoedición. Hoy publico con HarperCollins.
viernes, 13 de enero de 2012
jueves, 12 de enero de 2012
EL ARGUMENTO
Bueno, pues ya es jueves otra vez, así que toca otro pequeño adelanto de la novela. Esta vez es el argumento, de qué va toda esta historia de El medallón de la magia.
¿Qué pensarías si de repente te enteras que has heredado una casa? ¿Y si en esa casa vive el fantasma de un soldado de Felipe IV? Amanda, una adolescente de dieciocho años, recibe una herencia de una tía abuela a la que no conoce, una mansión ruinosa cerca de Toledo. Dentro de la casa, protegiendo una fabulosa colección de libros antiguos habita el espectro de Alonso, quien transmite a Amanda una misión que debe cumplir: recuperar un medallón mágico que lleva perdido siglos. Tiene que ser ella porque solo una bruja de su estirpe puede cumplir el encargo. Claro que Amanda deberá primero convencerse de que es una bruja.
Ya queda poco…
El jueves que viene, algo más.
¿Qué pensarías si de repente te enteras que has heredado una casa? ¿Y si en esa casa vive el fantasma de un soldado de Felipe IV? Amanda, una adolescente de dieciocho años, recibe una herencia de una tía abuela a la que no conoce, una mansión ruinosa cerca de Toledo. Dentro de la casa, protegiendo una fabulosa colección de libros antiguos habita el espectro de Alonso, quien transmite a Amanda una misión que debe cumplir: recuperar un medallón mágico que lleva perdido siglos. Tiene que ser ella porque solo una bruja de su estirpe puede cumplir el encargo. Claro que Amanda deberá primero convencerse de que es una bruja.
Ya queda poco…
El jueves que viene, algo más.
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el medallón de la magia
miércoles, 11 de enero de 2012
LAS CRÍTICAS
Cuando exponemos nuestro trabajo, cualquiera que sea, pero sobre todo cuando se trata de cuestiones en las que se ve implicada la creatividad, nos exponemos a las críticas. Estas a veces son buenas y otras no. Creo que de todas tenemos la obligación de aprender. De hecho, siempre he pensado que hacer algo mal y que alguien lo señale es la mejor manera de mejorar, porque la reflexión que debe seguir a esto es lo que te hace abrir tu mente, ver las cosas con otra perspectiva. Si nadie señala tus puntos débiles, jamás aprenderás.
Con mis alumnos suelo emplear este sistema. Más que decir, qué bien, todo el rato, suelo mostrarles lo que está mal. Nunca se me olvida buscar el lado positivo, eso sí, porque siempre, en todo, lo hay. En un examen catastrófico, donde la nota ha sido un dos, a lo mejor encuentro que, por otro lado, no han cometido ni una sola falta de ortografía. Primero vamos a lo que está mal, a lo que se olvidaron, a lo que se puede y se debe mejorar, e inmediatamente después vemos lo que estaba bien y los felicito por ello. No se enfadan conmigo. No veo por qué debería hacer lo mismo cuando la que comete errores soy yo.
Nadie es perfecto.
Además, creo que cada uno, a lo que hace, le aplica su subjetividad, su propia manera de entender el mundo. No me imagino una sociedad en la que todo el mundo estuviera de acuerdo en absolutamente todo.
Sería aburrida y peligrosa.
Con mis alumnos suelo emplear este sistema. Más que decir, qué bien, todo el rato, suelo mostrarles lo que está mal. Nunca se me olvida buscar el lado positivo, eso sí, porque siempre, en todo, lo hay. En un examen catastrófico, donde la nota ha sido un dos, a lo mejor encuentro que, por otro lado, no han cometido ni una sola falta de ortografía. Primero vamos a lo que está mal, a lo que se olvidaron, a lo que se puede y se debe mejorar, e inmediatamente después vemos lo que estaba bien y los felicito por ello. No se enfadan conmigo. No veo por qué debería hacer lo mismo cuando la que comete errores soy yo.
Nadie es perfecto.
Además, creo que cada uno, a lo que hace, le aplica su subjetividad, su propia manera de entender el mundo. No me imagino una sociedad en la que todo el mundo estuviera de acuerdo en absolutamente todo.
Sería aburrida y peligrosa.
lunes, 9 de enero de 2012
EL ENIGMA DE LOS VENCIDOS. ARMANDO RODERA.
Parece que las navidades ya se han acabado y volvemos todos a poner en marcha la rutina. Yo quiero empezar por el primer libro que he leído este año: El enigma de los vencidos, de Armando Rodera.
El libro me lo proporcionó Armando por dos razones: una, porque es un encanto y es amigo mío y dos, porque soy una pánfila que no era capaz de descargarlo yo sola. Después de mil pruebas con los libros que se ofrecen gratuitos en Amazon (empecé por ellos porque conozco perfectamente mi relación con la tecnología), no aparecía ninguno por ningún lado. Era como si mi ordenador se los hubiera engullido, secuestrándolos para él solito. Así que hablé con Armando y directamente me lo pasó él. Ahora ya he aprendido y me lo pienso comprar, porque me parece la manera más justa de reconocer su trabajo. Sé que he aprendido porque, por arte de magia, el otro día empezaron a aparecer todos los libros que descargué, bien colocaditos en la aplicación que también descargué para poder leerlos. Si hubieran sido tomates creo que hubiera acabado tan pringada como si me hubiera ido de fiesta a Buñol. Lo bueno es que tengo lectura para rato…
Pero vayamos a la novela.
Sinopsis:
El enigma de los vencidos cuenta la historia de David Sanroman, un joven madrileño que por circunstancias se ve obligado a emigrar a Sudamérica. Cuando regresa, mediada la década de los ochenta, se hace cargo de una tienda de antigüedades que ha heredado en Madrid. En un sótano oculto en el negocio, descubre una maqueta sorprendente, un extraño juego de mesa que le llevará a resolver, al lado de dos adolescentes, Rubén y Samuel, y su amigo Pedro, el enigma de los vencidos.
Mi opinión:
Empecé a leer El enigma de los vencidos y enseguida me vi envuelta en la historia que cuenta Armando. Al principio no me di mucha cuenta de por qué, pero al cabo de un tiempo de lectura empecé a ser consciente de la razón: Armando elige, para esta novela, la primera persona. Es el propio David quien nos va contando su aventura, aproximándola al lector de manera que le hace partícipe de algún modo de la trama. Me gustan las historias contadas en primera persona, novelas en las que como lector te implicas desde la primera página.
La novela está dividida en doce capítulos, cada uno de ellos con su título independiente, que de alguna manera anticipan el argumento. Empieza alternando dos momentos temporales: el presente de David y su regreso a Madrid, para después llevarnos al pasado, para explicar las razones que le han conducido hasta donde está ahora. Vuelve de nuevo al presente literario (mediados de los ochenta) y ese es en el momento en el que hace su aparición la fabulosa maqueta de Madrid y los enigmas que han de ir resolviendo. Entonces la novela adquiere un ritmo trepidante, impidiéndote dejarla. Los enigmas se van sucediendo y en algunos de ellos me ha sorprendido la imaginación que ha puesto Armando. El poema con las letras descolocadas me dejó a mí descolocada también. Sólo fui capaz de imaginar la resolución de un enigma y medio. Y también la resolución fue a medias: lo había leído en otra parte.
Los protagonistas de la novela, como se puede ver en la sinopsis, son David Sanromán, su amigo Pedro, periodista de profesión, y dos adolescentes: Rubén y Samuel, este último muy importante por su participación en la otra trama de la novela, la historia de amor frustrada entre Elena Fournier y David. Con respecto a esto, debo decir que he echado un poco de menos que hubiera más presencia femenina en la novela. Elena aparece en poco más de un capítulo, aunque su presencia es patente en toda la novela, en los recuerdos de David, y Sara, una sevillana que les ayuda a resolver alguno de los enigmas.
El escenario principal de este libro es Madrid, más concretamente el Madrid de los Austrias aunque hay otras ciudades españolas que también aparecen como Bilbao, Santander, Sevilla o San Sebastián. El exilio de Sanromán le lleva a Brasil, y Armando aprovecha para descubrirnos paisajes espectaculares del país sudamericano. No sé si los conoce de primera mano pero la sensación que da tras leer sus descripciones es que los ha vivido.
Mi recomendación: que no os la perdáis. Hace pasar muy buen rato, transmite muy buenas sensaciones y es una novela que engancha. Encima, cuando se termina, a mí por lo menos me ha dejado muy buen sabor de boca. Me ha gustado mucho, la verdad.
Una cosa más, antes de que se me olvide, la imagen de la portada es de Miguel Ángel López y en ella se encuentran elementos claves de la novela.
¿Te animas a descubrir los enigmas que esconde este libro? Lo tienes en Amazon a un precio irresistible. Así que, no esperes, consigue El enigma de los vencidos ahora mismo.
El libro me lo proporcionó Armando por dos razones: una, porque es un encanto y es amigo mío y dos, porque soy una pánfila que no era capaz de descargarlo yo sola. Después de mil pruebas con los libros que se ofrecen gratuitos en Amazon (empecé por ellos porque conozco perfectamente mi relación con la tecnología), no aparecía ninguno por ningún lado. Era como si mi ordenador se los hubiera engullido, secuestrándolos para él solito. Así que hablé con Armando y directamente me lo pasó él. Ahora ya he aprendido y me lo pienso comprar, porque me parece la manera más justa de reconocer su trabajo. Sé que he aprendido porque, por arte de magia, el otro día empezaron a aparecer todos los libros que descargué, bien colocaditos en la aplicación que también descargué para poder leerlos. Si hubieran sido tomates creo que hubiera acabado tan pringada como si me hubiera ido de fiesta a Buñol. Lo bueno es que tengo lectura para rato…
Pero vayamos a la novela.
Sinopsis:
El enigma de los vencidos cuenta la historia de David Sanroman, un joven madrileño que por circunstancias se ve obligado a emigrar a Sudamérica. Cuando regresa, mediada la década de los ochenta, se hace cargo de una tienda de antigüedades que ha heredado en Madrid. En un sótano oculto en el negocio, descubre una maqueta sorprendente, un extraño juego de mesa que le llevará a resolver, al lado de dos adolescentes, Rubén y Samuel, y su amigo Pedro, el enigma de los vencidos.
Mi opinión:
Empecé a leer El enigma de los vencidos y enseguida me vi envuelta en la historia que cuenta Armando. Al principio no me di mucha cuenta de por qué, pero al cabo de un tiempo de lectura empecé a ser consciente de la razón: Armando elige, para esta novela, la primera persona. Es el propio David quien nos va contando su aventura, aproximándola al lector de manera que le hace partícipe de algún modo de la trama. Me gustan las historias contadas en primera persona, novelas en las que como lector te implicas desde la primera página.
La novela está dividida en doce capítulos, cada uno de ellos con su título independiente, que de alguna manera anticipan el argumento. Empieza alternando dos momentos temporales: el presente de David y su regreso a Madrid, para después llevarnos al pasado, para explicar las razones que le han conducido hasta donde está ahora. Vuelve de nuevo al presente literario (mediados de los ochenta) y ese es en el momento en el que hace su aparición la fabulosa maqueta de Madrid y los enigmas que han de ir resolviendo. Entonces la novela adquiere un ritmo trepidante, impidiéndote dejarla. Los enigmas se van sucediendo y en algunos de ellos me ha sorprendido la imaginación que ha puesto Armando. El poema con las letras descolocadas me dejó a mí descolocada también. Sólo fui capaz de imaginar la resolución de un enigma y medio. Y también la resolución fue a medias: lo había leído en otra parte.
Los protagonistas de la novela, como se puede ver en la sinopsis, son David Sanromán, su amigo Pedro, periodista de profesión, y dos adolescentes: Rubén y Samuel, este último muy importante por su participación en la otra trama de la novela, la historia de amor frustrada entre Elena Fournier y David. Con respecto a esto, debo decir que he echado un poco de menos que hubiera más presencia femenina en la novela. Elena aparece en poco más de un capítulo, aunque su presencia es patente en toda la novela, en los recuerdos de David, y Sara, una sevillana que les ayuda a resolver alguno de los enigmas.
El escenario principal de este libro es Madrid, más concretamente el Madrid de los Austrias aunque hay otras ciudades españolas que también aparecen como Bilbao, Santander, Sevilla o San Sebastián. El exilio de Sanromán le lleva a Brasil, y Armando aprovecha para descubrirnos paisajes espectaculares del país sudamericano. No sé si los conoce de primera mano pero la sensación que da tras leer sus descripciones es que los ha vivido.
Mi recomendación: que no os la perdáis. Hace pasar muy buen rato, transmite muy buenas sensaciones y es una novela que engancha. Encima, cuando se termina, a mí por lo menos me ha dejado muy buen sabor de boca. Me ha gustado mucho, la verdad.
Una cosa más, antes de que se me olvide, la imagen de la portada es de Miguel Ángel López y en ella se encuentran elementos claves de la novela.
¿Te animas a descubrir los enigmas que esconde este libro? Lo tienes en Amazon a un precio irresistible. Así que, no esperes, consigue El enigma de los vencidos ahora mismo.
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domingo, 8 de enero de 2012
LA LISTA DE LOS CATORCE DE NACHO GUIRADO
Desde que empecé a hacer reseñas en el blog siempre han sido libros que acabo de terminar. Sin embargo, hoy decido rescatar uno que ocupa su sitio en las estanterías de casa, La lista de los catorce, de Nacho Guirado. Me gustó mucho en su momento y creo que se merece tener un sitio por aquí.
Lo primero que me llamó la atención es que la historia arranca en Guadalajara, ciudad en la que nací. No conozco muchas novelas en las que mi tierra tenga protagonismo, (Viaje a la Alcarria, de Cela y poco más) así que esa fue la primera razón para acercarme a la novela. Una razón idiota, pero al fin y al cabo, me empujó a leer. La otra razón fue el que el protagonista fuera su abuelo, que estuvo prisionero en la cárcel de Guadalajara hasta 1943. Mi abuelo materno también estuvo allí, desde 1939 hasta más o menos ese año. Esta última fecha no la tengo del todo clara porque mi madre nació después, pero ambas calculamos que salió aproximadamente en aquel año.
Así que, con mis dos razones, empecé una novela que me duró muy poquito entre las manos.
La lista de los catorce arranca el 6 de diciembre de 1936, con el bombardeo de la aviación franquista que arrasó la ciudad de Guadalajara. Ese domingo, día de mercado, muchos civiles mueren y la respuesta popular no se hace esperar. Se produce el asalto de la prisión, con el objetivo de vengarse a través de los prisioneros franquistas. De entre los presos, catorce son de Yunquera de Henares, y de ellos sólo uno logrará salvarse, Ramón Lobo.
Años después, en 1943, Ignacio Blas Notario, sindicalista socialista, es conducido desde Guadalajara a Asturias. Su pena de muerte ha sido conmutada por veinte años de trabajos forzados. El sufrimiento vivido durante la guerra no le abandona, pero en Asturias aparece una luz, Luisa, una muchacha de la que se enamorará. Con ella intentará superar las heridas, construir una nueva vida en Asturias y seguir adelante, pero la aparición de Ramón Lobo, frustrará esas expectativas.
La novela está basada en la historia de la familia del autor, concretamente la vida de su abuelo materno. No es una historia de ganadores y perdedores, es algo más. En esta novela hay amor, traición, historia… Nacho Guirado ha sabido crear, a partir de elementos reales, un relato de ficción que se sostiene, que te mantiene leyendo con interés durante sus 448 páginas. Creo que hacer esto es realmente difícil.
Cuando inventamos partiendo de cero, cuando como autores creamos personajes, somos libres de hacer lo que queramos con ellos, de componer las situaciones que hagan que todos los elementos encajen a la perfección. Sin embargo, cuando te encuentras con la realidad, es complicado. A lo mejor tú, como escritor, querrías contar historias espectaculares pero topas con que la realidad es otra, más sencilla o más absurda. Nacho ha confesado en entrevistas que algunas veces tuvo que tirar de imaginación para completar el relato.
Nacho Guirado nació en Oviedo en 1973 y trabaja como fisioterapeuta y osteópata. Ha sido finalista del premio de novela corta Cristóbal Zaragoza con su obra El beso que no di. También obtuvo el segundo premio de novela corta Ciudad de Dueñas (Palencia) con Antes de las doce y en 2005 ganó el primer premio en el Certamen Internacional Alfonso Grosso de Sevilla con Retratos de familia. Finalmente ganó el premio de narrativa de la Diputación de Guadalajara por su novela No siempre ganan los buenos. Ha escrito dos novelas negras: Muérete en mis ojos y No llegaré vivo al viernes. De éstas también he leído No siempre ganan los buenos, novela que por cierto, le he debido prestar a alguien y no ha vuelto a casa.
Lo primero que me llamó la atención es que la historia arranca en Guadalajara, ciudad en la que nací. No conozco muchas novelas en las que mi tierra tenga protagonismo, (Viaje a la Alcarria, de Cela y poco más) así que esa fue la primera razón para acercarme a la novela. Una razón idiota, pero al fin y al cabo, me empujó a leer. La otra razón fue el que el protagonista fuera su abuelo, que estuvo prisionero en la cárcel de Guadalajara hasta 1943. Mi abuelo materno también estuvo allí, desde 1939 hasta más o menos ese año. Esta última fecha no la tengo del todo clara porque mi madre nació después, pero ambas calculamos que salió aproximadamente en aquel año.
Así que, con mis dos razones, empecé una novela que me duró muy poquito entre las manos.
La lista de los catorce arranca el 6 de diciembre de 1936, con el bombardeo de la aviación franquista que arrasó la ciudad de Guadalajara. Ese domingo, día de mercado, muchos civiles mueren y la respuesta popular no se hace esperar. Se produce el asalto de la prisión, con el objetivo de vengarse a través de los prisioneros franquistas. De entre los presos, catorce son de Yunquera de Henares, y de ellos sólo uno logrará salvarse, Ramón Lobo.
Años después, en 1943, Ignacio Blas Notario, sindicalista socialista, es conducido desde Guadalajara a Asturias. Su pena de muerte ha sido conmutada por veinte años de trabajos forzados. El sufrimiento vivido durante la guerra no le abandona, pero en Asturias aparece una luz, Luisa, una muchacha de la que se enamorará. Con ella intentará superar las heridas, construir una nueva vida en Asturias y seguir adelante, pero la aparición de Ramón Lobo, frustrará esas expectativas.
La novela está basada en la historia de la familia del autor, concretamente la vida de su abuelo materno. No es una historia de ganadores y perdedores, es algo más. En esta novela hay amor, traición, historia… Nacho Guirado ha sabido crear, a partir de elementos reales, un relato de ficción que se sostiene, que te mantiene leyendo con interés durante sus 448 páginas. Creo que hacer esto es realmente difícil.
Cuando inventamos partiendo de cero, cuando como autores creamos personajes, somos libres de hacer lo que queramos con ellos, de componer las situaciones que hagan que todos los elementos encajen a la perfección. Sin embargo, cuando te encuentras con la realidad, es complicado. A lo mejor tú, como escritor, querrías contar historias espectaculares pero topas con que la realidad es otra, más sencilla o más absurda. Nacho ha confesado en entrevistas que algunas veces tuvo que tirar de imaginación para completar el relato.
Nacho Guirado nació en Oviedo en 1973 y trabaja como fisioterapeuta y osteópata. Ha sido finalista del premio de novela corta Cristóbal Zaragoza con su obra El beso que no di. También obtuvo el segundo premio de novela corta Ciudad de Dueñas (Palencia) con Antes de las doce y en 2005 ganó el primer premio en el Certamen Internacional Alfonso Grosso de Sevilla con Retratos de familia. Finalmente ganó el premio de narrativa de la Diputación de Guadalajara por su novela No siempre ganan los buenos. Ha escrito dos novelas negras: Muérete en mis ojos y No llegaré vivo al viernes. De éstas también he leído No siempre ganan los buenos, novela que por cierto, le he debido prestar a alguien y no ha vuelto a casa.
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