Llegó a casa y soltó el bolso en cualquier lugar, sin molestarse en si aquel gesto era el adecuado. Las noticias en la última revisión eran demoledoras: el tumor avanzaba rápido y el tratamiento ya no estaba resultando eficiente. Mientras la doctora hablaba, con toda la parafernalia técnica que acompaña a estas explicaciones, ella pensaba en sus propias cosas, sus asuntos pendientes, esos que consideró de pronto más importantes que nada.
Daba lo mismo el tiempo que le quedase si era suficiente para lo que tenía que hacer.
El abrigo fue a parar al suelo. De un vistazo recorrió la entrada de la casa. Descolgó un cuadro y lo puso en el suelo. Lo había pintado de pequeña y era horrible, pero era suyo y por eso tenía su lugar en casa. Para nadie más tendría sentido conservarlo. Entró en el salón y fue vaciando cajones, sacando de ellos cualquier objeto que a ojos de alguien que no fuera ella misma tuviera algún valor. Le siguieron su habitación, su armario, su carpeta de documentos, incluso el disco duro de su ordenador… uno por uno los fue despojando de las partes de su alma que los componían.
Cuando acabó era tarde, muy tarde, y un buen montón de cosas esperaban en la entrada de casa. Necesitó cinco viajes al contenedor de basura. Exhausta por el esfuerzo que todo esto supuso para sus menguadas fuerzas se acostó en su cama. No se durmió enseguida pensando si todavía quedaban asuntos pendientes. Había uno, ser capaz de deshacerse de los recuerdos que anidaban en su mente. Sonrió porque para eso quedaba muy poco tiempo.
Ya no había futuro.
Es muy triste no querer dejar ni una mínima huella de tu paso por la vida. ¿No? Es curioso, Margarí nos regaló el otro día una poesía de Juan Ramón Jiménez sobre los recuerdos preciosa y yo tengo reposando un relatillo de mi Julio que habla también de recuerdos y que hice pensando en dos personas muy importantes de mi familia que este año pasado nos han dejado para siempre. Hubiese sido muy injusto para nosotros que se lo hubieran llevado todo. ¿No crees, Mayte? ¡Besazos!
ResponderEliminarRomán, para compensar esto está La arena del reloj, mi novela, llena de recuerdos y sentimientos. Échale un vistazo si quieres, se puede descargar desde el blog gratis.
ResponderEliminarEsto es sólo un pequeño relato sobre lo contrario. Días tontos que tiene una.
Un besote.
¡Uyyy, qué me ha gustado!
ResponderEliminar¿Hasta qué punto nos pertenecen los recuerdos?
Si son nuestros, ¿porqué no podríamos arrojarlos a la basura?
¿Todo cuanto sucede queda de alguna forma grabado y, por tanto accesible?
Oiga, doctor. ¿tendré yo alguna manía con el olvido?
Enrique, será que cada uno tiene fijaciones con determinadas cosas. Hace tiempo que me he fijado que en muchos de mis relatos se repiten dos cosas: los reflejos y los espejos.
ResponderEliminarConozco a alguien que hizo esto, deshacerse de sus cosas personales antes de irse. Habiendo tenido que hacerlo yo por otra persona, y sabiendo lo doloroso que resulta (aunque sea un anzuelo de pesca) me parece que es valiente y un gesto protector.
¡Qué bonito encontrar escritores leyéndose!
Un abrazo.
Es bonito y debe ser así, que nos leamos los escritores y que intercambiemos opiniones. ¿No crees? Te he hecho caso a medias con lo de tu libro. Prefiero tenerlo de verdad y lo he comprado en Lulu. Ya te contaré.
ResponderEliminar¡Un besazo!
Madre mía, Román. ¿Sabes que inaururas el contador de ventas en papel? En realidad, las ventas que se han hecho de La arena del reloj siempre habían pasado por mí o han sido descargas gratuitas.
ResponderEliminarHoy amaneció un día especial, no quiero que se acabe.
Un beso.
Siempre tiene que haber una primera vez. Espero que esto sirva para que lleguen muchas más. ¡Ah! El día que nos conozcamos en persona ya me lo firmas.
ResponderEliminar¡Un besazo!
Me has dejado pensando mucho... Que extraña sensación el querer deshacerse de todo lo que nos representa...
ResponderEliminarSupongo que al menos en alguna persona quedará aunque sea un pequeño recuerdo...
Un abrazo!
¡Qué bonita la nueva imagen, Kyra!
ResponderEliminarTe debo mil comentarios. A ver si me pongo al día.
Un beso