El piso
de Marcelo Usera era un décimo.
Mi hermana, mis primos y yo siempre
intentábamos que nos dejasen subir y bajar por las escaleras, evitando el ascensor,
corriendo. Bajar era muy sencillo, aunque te jugabas hacerlo rodando porque
éramos niños y los niños ponen muy poco cuidado mientras juegan. Subir era otra
historia, las tres o cuatro primeras plantas eran relativamente fáciles pero
cuando ibas por el sexto empezaba a fallar el aliento, en el séptimo los ánimos
que te dabas a ti mismo empujaban más que las piernas que hacia la novena
planta directamente ni las sentías. Llegar al rellano del décimo era ganar la
carrera, el pequeño reto de llegar a la meta, que no era ni más ni menos que la
puerta de la casa de la tía María.
¿Por
qué nos retábamos? Pues a saber. Tonterías de niños pequeños, competitividad
infantil que no buscaba más que demostrarte a ti mismo que ese día estabas en
mejor forma que los demás.
La vida
está llena de escaleras, de décimos pisos que alcanzar aunque en el intento
acabes con una tremenda flojera de piernas y el premio, el único, sea
demostrarte que puedes. Hay ascensores, claro que los hay, atajos cómodos que
te sitúan al final del camino en muy poco tiempo pero, ¿qué es la vida sin
emociones? ¿Qué satisfacción queda si detrás de un logro no ha habido aunque
sea un mínimo esfuerzo?
Valoramos
las cosas en la medida en que nos cuesta alcanzarlas. Lo fácil, lo que aparece
de pronto y se pone ante nuestras manos, acabamos dejándolo abandonado en un rincón.
¿Quién
dijo miedo?
Lo
cobarde es no intentarlo.
Completamente de acuerdo! La victoria, después de un gran esfuerzo, sabe mejor, y la satisfacción personal y el orgullo de haberlo conseguido nos enriquece muchísimo más, porque nos demuestra que se pueden superar dificultades que un principio parecían insalvables y que si nos lo proponemos siempre podremos dar un poco más de sí de lo que pensamos.
ResponderEliminarBesitos!!
Totalmente de acuerdo con todo. Poco más puedo añadir.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me has hecho recordar las carreras, escaleras abajo eso sí, con mi hermano. Una bonita reflexión
ResponderEliminarQué buen símil Mayte. Biquiños!
ResponderEliminarHermosas palabras,vos sos una escritora.....
ResponderEliminarSí, demostrarte que puedes es el mejor premio. Gran artículo. Mayte en estado puro.
ResponderEliminarClaro que sí, hay que luchar por lo que uno desea. Ningún camino fácil lleva a un lugar que merezca la pena. Con esfuerzo, lucha y tesón se llega lejos y saboreando el sudor valoramos más lo conseguido. A por todas!
ResponderEliminarBesotes