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sábado, 15 de julio de 2017

LA CHICA DE LAS FOTOS, 0,94€



No sé cuánto tiempo durará la oferta, porque de hecho no tenía conciencia de que este mes La chica de las fotos fuera a estar de oferta, pero el caso es que esta mañana la he encontrado en Amazon a 0,94€ en el formato digital. Pulsa el enlace para llegar a ella.



Si eres de papel, por menos de ocho euros la tienes en casa. Pero si la quieres en este formato, date prisa: queda un ejemplar. Justo al pulsar ese enlace la puedes encontrar.



¿Por qué os la recomiendo?

En primer lugar, porque está bien escrita. Eso para mí es esencial, así que cuando escribo una novela pongo mucho trabajo y mucho esfuerzo en que el resultado esté muy trabajado. Sí, no os fiéis de un comentario que tengo en el .com de Amazon: trabajé y mucho la novela. Tanto que quedé finalista en un certámen al que se presentaron más de 400 novelas, y no gané porque tuve la mala suerte de que Mayelen Fouler se presentara al mismo con En Tierra de Fuego, una novela preciosa que se llevó ese premio con todas las de la ley.

También os la recomiendo.

En segundo lugar, porque cuenta una historia de amor con un trasfondo interesante: el mundo del cine, la prensa del corazón, los montajes, los robados...y las mentiras que nos venden. Al final, quien las protagoniza es el último que se entera, igual que pasa en lugares pequeños, en lugares como Grimiel, el pueblecito de la novela.

Por cierto, Grimiel no existe, aunque se parece mucho a algún pueblo que conozco.

En tercer lugar, por los personajes. Sobre todo alguno que parece una cosa al empezar, pero que acaba demostrando que la imagen que damos muchas veces no se corresponde en absoluto con la realidad.

Y, por cierto, los secundarios no acaban siendo los protagonistas al final. Quizá es que al principio no se nos ha escapado que alguno de ellos es quien ha provocado, de alguna manera, que Lucía y Alberto acaben en Grimiel, que este conozca a Rocío, que la boda se vaya al garete...

No os cuento más.

Por menos de un euro podréis descubrirlo por vosotros mismos.

viernes, 18 de noviembre de 2016

LA CHICA DE LAS FOTOS




Sinopsis:

Rocío, una atractiva camarera de pisos, está a punto de casarse con su novio. Todo parece ir sobre ruedas hasta que Alberto Enríquez y Lucía Vega, los dos actores más populares del cine español, eligen el encantador hotel rural donde trabaja Rocío para descansar unos días. La relación que mantienen se va a hacer pública coincidiendo con el estreno de su último trabajo juntos y buscan desconectar hasta que empiece el acoso mediático.
La impaciencia de un fotógrafo por firmar una jugosa exclusiva pondrá a Rocío en el disparadero, trastocando por completo su tranquila existencia.
Prensa, rumores entre vecinos, unas fotos y la historia de un amor fuera del guion.

Y ahora os estaréis preguntando por qué se me ocurre hablar de mi propia novela en el blog, sobre todo después del tiempo que lleva publicada. Supongo que ahora toca enfocarse en la siguiente, en la que llegará de nuevo de la mano de HQÑ, pero esta novela sigue ahí y, revisando las entradas que le he dedicado en el blog, me he dado cuenta de que, a pesar de que he hablado de ella, no lo he hecho tanto como hice con las otras.

Me apetece compensar.

También creo que ahora, pasado el tiempo, puedo contar lo que yo quise hacer. Muchos ya la habéis leído. Desde mi punto de vista ¿qué es lo que cuenta esta novela?

Más o menos podréis intuir que Rocío acaba en medio de ese huracán que se forma cuando la prensa rosa decide subir los niveles de audiencia de los programas de televisión, y eso afectará a su vida personal. No lo dejé ahí, por supuesto. Rocío, al conocer a Alberto Enríquez, empezará a tener dudas sobre su relación y todos los acontecimientos que rodean esas fotos inoportunas de las que será víctima harán que algunos secretos sobre su vida salgan a la luz. Secretos que en realidad solo existen para ella, porque a su alrededor todo el mundo los conoce.

Mi intención con la novela era que nos planteásemos, al leer, cuánto hay de cierto en lo que se nos vende a través de la televisión y cómo afecta a sus protagonistas cuando en realidad no buscan serlo. Y, por otro lado, que nos parasemos a pensar cuánto desconocemos de nuestra propia vida, de lo que los demás saben (o presumen de saber) en ámbitos mucho más privados. Los rumores en esta novela a veces son vox populi y quienes menos son conscientes de ellos son sus propios protagonistas.

De los personajes, confieso que tengo debilidad por tres: Víctor, un adolescente insolente que no es más que el reflejo de aquellos con los que comparto mis tardes; Luisa, una mujer mayor, gruñona al extremo, que trata de protegerse en esa apariencia. Y Lucía Vega, la actriz. Lucía fue más divertido de trazar, jugué con ella todo el tiempo y al final acabé enamorada de este personaje.

Hay momentos muy disparatados, tan difíciles de seguir como los programas de la televisión que destripan la vida de famosos, porque yo misma, puesta en la tesitura de verlos para intentar reflejarlos, no era capaz nada más que de registrar un sinsentido detrás de otro.

He dejado caer un par de guiños que quienes me conocéis encontraréis sin problema. Siempre los hay en mis novelas, pero me los guardo.

¿Por qué la escribí?

Llevaba tiempo tentándome la idea de contar una historia que transcurriera en un pueblo pequeño. Empecé a pensar en la posibilidad de que sucediera algo excepcional, pero se me antojaba escasa, porque yo misma he vivido en un pueblo tan pequeño como Grimiel y casi nunca pasa nada. En ello estaba cuando me acordé de que vivo en una zona llena de hoteles rurales con mucho encanto y me pareció el mejor escenario para empezar. Hotel e historia romántica son una combinación perfecta, ¿no creéis?

Después pensé en qué tipo de clientes podrían causar revuelo si se alojaran en ese hotel y se me ocurrió que fueran dos actores de mucho éxito. Soy muy impaciente, así que comencé a escribir sin tener clara la trama. Sin embargo, solo hicieron falta tres o cuatro escenas para que la historia empezara a tomar cuerpo dentro de mi mente y de ahí surgió todo este enredo que vais a leer.

Por otro lado quería reflexionar un poco sobre la manipulación que se hace con las noticias, de cómo se usan para conseguir determinados fines. Se me ocurrió que esta historia era perfecta para esa pequeña crítica. En el caso de la novela, lo que empieza siendo un montaje entre los actores -Alberto Enríquez y Lucía Vega- para obtener publicidad para una película que se acaba de estrenar, acaba yéndose de las manos y poniendo a Rocío, la camarera de pisos del hotel, en mitad de los flashes. Su vida cotidiana, tranquila, encauzada, de pronto salta por los aires cuando un paparazzi decide publicar unas fotos suyas que adornan con una enorme mentira.

Quiero comentar un pequeño aspecto de la novela que solo UN lector (él, era chico) vio. Luego yo lo he comentado en las redes, así que a lo mejor lo sabéis, pero para quien no me lo haya escuchado, se lo cuento. Tiene que ver con los nombres de los personajes. Todos los que pertenecen a la farándula tienen apellido, aunque su participación en la historia sea mínima, mientras que el resto no. Rocío es solo Rocío, aunque sea la protagonista. ¿Por qué? No era casual, sino una manera de acercar y alejar focos. Los personajes del mundo del espectáculo necesitan apellidos porque están lejos del común de los mortales. Los habitantes de Grimiel, no. ¿Tú llamas a tu amiga Rocío, Rocío Gómez? No, ¿verdad?

Supongo que leo de más, que analizo demasiadas novelas a lo largo del día y se me ocurren cosas de estas para las mías que después no se ven (os remito a un comentario en la página americana de Amazon que me hizo una lectora, que me decía que la novela está poco trabajada).

Gracias por todo lo que me habéis devuelto con ella, por las seis mil copias digitales que lleva vendidas, por todos los préstamos en unlimited, por los ejemplares en papel que están en vuestras casas.

Sueño con que la siguiente os guste tanto o más que esta.

De momento, ya sabéis el título: Entre puntos suspensivos.

sábado, 9 de abril de 2016

SORTEO DE UN EJEMPLAR EN PAPEL DE LA CHICA DE LAS FOTOS

Hoy vengo a contaros que en un blog, Con Aroma a Libros, este fin de semana sortean un ejemplar en papel de La chica de las fotos, ejemplar que llegará a manos del ganador o ganadora, firmado por mí.



Quizá os preguntéis por qué no he hecho yo misma este sorteo y os lo voy a explicar. Yasnaia, la administradora del blog, fue la primera persona que leyó la novela, antes de que tomase la decisión de presentarla al concurso que cada año organiza Harlequin. Se me había ocurrido que, por la temática de la historia, por el modo en el que estaba escrita, podía encajar en el perfil, pero era solo una idea mía. Como os he dicho mil veces, yo no soy el mejor ejemplo de lectora del género, de hecho hasta hace poco ni siquiera me llamaba la atención. Por eso, y porque es mi amiga y ella tiene más libros románticos a sus espaldas que yo, le pregunté a Yasnaia cuando la acabé, qué le parecía si la mandaba.

Ni dudó en darme el último empujón tras leerla.

Le pedí que no le contase a nadie que me había presentado y ella mantuvo el secreto. Creo que el día que me confirmaron que había sido finalista dio tantos botes como yo.

El caso es que cuando llegó el momento de plantear este sorteo, con su blog recién nacido, se me ocurrió que era una manera de devolverle la confianza que puso en mí, el apoyo en todos esos meses y el comernos las uñas juntas (metafóricamente hablando). Y que no dudó sobre la idea de presentarla al concurso, cosa que yo sí, que soy una duda con patas.

Por eso, para participar, tendréis que pasar por su blog. Es sencillo, solo tenéis que pinchar en este enlace:


Tenéis que daros prisa, porque es un sorteo expres NACIONAL que finaliza el domingo 10 de abril, así que decididlo ya. No tiene nada de complicado, porque así lo hemos decidido. ¿Que hay que hacer? Compartir públicamente la foto del libro (os la podéis llevar de la que incluyo en esta entrada) en el muro de Facebook diciendo que participas en el sorteo y seguir el blog, Con Aroma a Libros. Tenéis que dejar un comentario en su blog para que Yasnaia os pueda incluir en la lista.

Nada más.

Yo, si queréis después contarme qué os ha parecido la historia, estaré encantada de escucharlo, si me mandáis una foto con él, presumiré de lectores, pero eso ya es totalmente optativo. Y si ya tenéis el libro, no importa, apuntaos igual y lo regaláis. Ya sabéis eso que dicen, regalar un libro es regalar diversión, compañía, el recuerdo del lugar donde lo leíste... quien regala un libro, regala amor.

¿Os animáis?

¿Me ayudáis a difundirlo en las redes?



sábado, 16 de enero de 2016

EN APENAS QUINCE DÍAS


Dentro de quince días, La chica de las fotos estará en librerías.

He borrado cuatro veces lo que había escrito. En realidad esa es la noticia, que en apenas medio mes ya se podrá adquirir en libro en papel, así que supongo que si dejo la entrada aquí ya sería suficiente para comunicarlo.

Ya lo decía Baltasar Gracián, «Lo bueno, si breve, dos veces bueno».

Sin embargo, me apetece contar algo más, desde la sinceridad más absoluta. Estoy en un estado de confusión total con esta novela, porque no tengo ni puñetera idea de qué esperar de ella una vez que esté en la calle, y no lo sé porque, a pesar de que las ventas han sido ESPECTACULARES en digital, en cuanto a comentarios públicos (que no privados) no ha tenido una acogida regular, como sí pasó con Detrás del cristal. Con esta he visto que hay gente a la que le ha entusiasmado, pero también otra que no se ha cortado un pelo en tirarla por tierra. Y después darle dos patadas.

Así que… a saber.

Yo sé que a mí me gusta y sé que escrita con todo el respeto que le tengo a este oficio. No es que esté bien corregida, como me dijeron, es que conozco las normas y las uso siempre, que para eso están.

Sé que mis personajes no son marionetas, que los estereotipos solo los utilizo en un par de ellos, secundarios, y a los demás los dejo ser humanos, que duden, que sientan, que se equivoquen o que sean idiotas. Que no sean perfectos porque si los pintase perfectos la primera que no se los creería, sería yo. Que los hay que son un leve reflejo de personas reales con las que me he tropezado, porque si hay algo que se me da bien es observar. Os puedo decir que la conversación más surrealista que hay en ella, en el bar del hotel, está basada en una que escuché. O que una conversación entre Alberto y Rocío, acerca de la fama, no me la he inventado, sino que es también mi interpretación de algo que contó una persona que tuvo que lidiar con la prensa rosa cuando publicaron unas fotos suyas que no autorizó.

Sé que cumple con los patrones del género –porque me los he estudiado en profundidad, con manuales de teoría y leyendo muchas novelas, que es como mejor se aprende-, pero que también los rompe en determinados momentos porque, todos los que estudian literatura lo saben, para evolucionar hay que romper con lo establecido, dar pasos adelante. Conocer todas las normas, pero darles una vuelta, y es lo que hice con ella y lo que seguiré haciendo con todo lo que escriba. Repetir lo mismo una y otra vez para mí es un aburrimiento. Necesito avanzar aunque a veces, no soy perfecta, pegue un tropezón.

Sé que me gustan todas las críticas que metí en el texto –las obvias y las sutiles, esas que se te pasan como hagas lectura vertical, o dispersa, porque apenas están escondidas en una línea, o entre líneas, que también soy muy dada-; me gusta, y muchísimo, haber sido valiente y en los tiempos que corren haber defendido mi derecho a escribir una historia que no es erótica y haber conseguido con ella, además, un premio.

Me gusta la ambientación en ese pequeño pueblo inventado, Grimiel, algunas frases que tienen doble intención, los escenarios que dibujé y haber seguido siendo valiente, poniendo un final que es de novela romántica, pero que no es el típico –si la has leído sabrás por qué lo digo-. Y más, haber decidido que la novela no tenga epílogo porque a mí no me gustan y la madre de la criatura soy yo. 

Al fin y al cabo soy la que tiene que decidir lo que escribo.


Y tú, decidir si lo quieres leer.

lunes, 30 de noviembre de 2015

EL KINDLE FLASH DE HOY: LA CHICA DE LAS FOTOS

Hoy me guardo en el blog que La chica de las fotos, la novela con la que quedé finalista en el III Premio Digital HQÑ, está en oferta. Durante las 24 horas de hoy baja desde su precio habitual hasta los 0,94€. Una oportunidad de conocer una novela que estoy segura de que te entretendrá y, si sabes leer entre líneas, también te hará pensar un poco.


A las doce en punto, como en el cuento de Cenicienta, volverá a su precio normal, así que, si aún no te has animado, es el momento de hacerte con ella. Pincha en el título para llegar a ella.


*Nota del 1 de diciembre.

Me guardo esta captura, porque es emocionante verla ahí. Sobre todo por el empeño que han puesto en que no estuviera.


jueves, 4 de junio de 2015

YA ESTÁ A LA VENTA LA CHICA DE LAS FOTOS DE MAYTE ESTEBAN (HQÑ)

Esta noche, como Cenicienta, he esperado a que dieran las doce. A esa hora estaba previsto el estreno –se permitían ciertos minutos de retraso como cortesía–, y había que prepararse como esta novela merece. Como en realidad no me iba a ver nadie, lo que he preparado ha sido más sencillo que el vestido de la portada y la alfombra roja: una botella de vino blanco que puse a enfriar y un par de copas.

Con él voy a brindar.

Primero, por aquel día de diciembre de 2011, cuando surgió dentro de mí la primera semilla de esta novela, que nacía simplemente para entretenerme durante la Navidad. A continuación, por mis lectores cero, las tres personas que la leyeron antes de enviarla al HQÑ y que estuvieron seguros de que la que tenía entre manos era una buena historia. Después, a dos pedazo de amigas que no han dejado de alentarme todo este tiempo –y que estoy segura de que no dejarán de hacerlo-. A quienes han compartido estos días de preventa (preestreno casi) las promos, a quienes las han puesto por su cuenta, a quienes me han mandado todos esos preciosos mensajes de ánimo que he estado contestando hasta hace un momento y a los que incluso han hecho un conteo hacia atrás de este momento, para el que yo no he tenido ni tiempo.

A quienes me aguantáis con paciencia los enlaces que de pronto llenan mis perfiles sociales cuando me dan arrebatos de sobreprotección maternal hacia la novela.

No  pongo nombres porque siempre me olvido de alguien y no es justo. Al fin y al cabo, quienes sois os reconoceréis.

Y en último lugar, pero no los últimos, a todos y cada uno de vosotros, los que esta noche recibiréis en vuestro lector el libro. La confianza mostrada en mí al comprarlo a ciegas emociona y pesa a partes iguales. Espero devolvérosla con palabras: las de la novela.

Todo empieza en Grimiel, un pequeño pueblo en la falda de una montaña, a unas tres horas al norte de Madrid. Es invierno, y lunes, así que el coqueto hotel rural está a punto de cerrar. Luisa se irá a ver su serie, Dani a celebrar su cumpleaños y Rocío seguirá con los eternos preparativos de su boda, para la que queda mes y medio. Nada parece interrumpir la suave rutina que preside entre semana este pequeño paraíso. ¿Nada? Este lunes, sí. Una pareja de actores, Lucía Vega y Alberto Enríquez, lo han elegido para relajarse antes del estreno de su última película. La prensa no tiene que saber de su idílico descanso, y mucho menos de la relación que los une. Al menos hasta que la película se estrene.

Pero ¿todo esto es verdad o no es más que parte de un guion de cine?

Leo estos días un libro, Mientras escribo, de Stephen King. En él dice que pone a los personajes en una clase de aprieto y se dedica a observar y transcribir cómo salen de él. Pues algo así es lo que hice.


Espero que os divirtáis.

jueves, 28 de mayo de 2015

ASÍ EMPIEZA... LA CHICA DE LAS FOTOS

Grimiel

Cocina del hotel. Lunes por la tarde.

Rocío irrumpió en la cocina del hotel empujando la puerta con energía y se dejó caer rendida en la silla más cercana al acceso del restaurante. Las bisagras batientes tardaron un poco en encontrar de nuevo el punto de reposo.
—¡Catorce habitaciones terminadas! ¡Odio los lunes con todas mis fuerzas! —dijo mientras se servía agua de una jarra.
—No te quejes tanto, sabemos que te encanta venir a vernos cuando acabas de borrar el rastro de los clientes del fin de semana.
Daniel, el cocinero, acercó a Rocío un café recién hecho y el último trozo de la tarta de chocolate que había preparado para celebrar su entrada en la treintena.
—¡Felicidades! —dijo ella, levantándose para darle un sonoro beso. Apretó los labios contra su mejilla dejando un bonito estampado de carmín digno de protagonizar una camiseta.
—Ya pensaba que se te olvidaba, por eso he decidido guardarte una pista —aclaró Daniel—. Estos buitres no han dejado nada más.
Desde el otro extremo de la cocina se escuchó un gruñido, un murmullo ininteligible al que ninguno de los dos prestó la más mínima atención. Luisa, ayudante de cocina y camarera ocasional, limpiaba la plancha con energía. Para ella la jornada laboral se terminaba en el instante en el que decidía que se podía ir a casa. No le preocupaba si había llegado la hora, solo si le parecía que el trabajo estaba terminado.
—¿Qué hora es? —preguntó Rocío. Se había vuelto a olvidar del reloj en el cuarto donde se cambiaban.
—Las cinco y media. Hoy has acabado antes que otros días. ¿No te habrás dejado alguna habitación a medias?
—¿Dudas de mi profesionalidad, Daniel? —Sonrió Rocío—. ¡Esta tarta está deliciosa! Me tienes que dar la receta —dijo, saboreando los restos de chocolate prisioneros en la comisura de sus labios.
—¿Y se puede saber para qué quieres mi receta de la tarta de chocolate? Reconócelo, no tienes ni idea de repostería, te acabarás cargando esta obra de arte.
—Tendré que empezar a aprender ahora. Mi madre dejará de cocinar para mí dentro de poco más de un mes —apuntó Rocío —. Por cierto, ¿de verdad crees que tengo tan mala memoria como para olvidarme por completo de tu cumpleaños, Daniel?
Se levantó, salió al comedor a través de la puerta de la cocina y volvió con una enorme caja que llevaba todo el día esperando escondida debajo de una de las mesas.
—¡Vamos, Dani! ¡Cógela! ¡Cuidado, pesa mucho!
El cocinero, estupefacto por recibir un regalo y por el tamaño del colorido paquete que cargaba la camarera, tardó un poco en reaccionar. Rocío se lo puso en las manos cuando todavía no había logrado cerrar la boca.
—¿Lo abro?
—No, si quieres te puedes quedar mirándolo eternamente… ¡Pues claro, hombre! ¡Ábrelo!
La paciencia no era una virtud de Daniel así que en pocos instantes el envoltorio acabó hecho trizas, desperdigado por la cocina del hotel.
—No quiero ver un solo papel en el suelo —gruñó Luisa.
Incluso de espaldas era capaz de adivinar el desorden montado por Daniel. Sin embargo, este, más pendiente de descubrir lo que contenía el paquete que de su huraña ayudante, no le hizo el más mínimo caso. Debajo de los papeles había una caja blanca. Cuando Daniel quitó la tapa y descubrió su contenido los ojos se le abrieron como platos.
—¡La madre que…!
—Como puedes comprobar, sí sé hacer tartas, colega —dijo Rocío sonriente, remarcando la afirmación—. Las mías tienen un aspecto tan apetecible como las tuyas aunque… te aconsejaría que no intentes hincarle el diente, puede que después necesites visitar al dentista y de eso no me haré cargo, te lo advierto.
—¡Pero es espectacular, Ro! Parece… real.
—Tócala, es real… pero no creo que te la quieras comer.
La tarta, de tres pisos, simulaba estar recubierta de una capa de fondant blanca y una cascada de flores rosas con sépalos y hojas verdes la recorría formando una espiral. El delicado diseño de las flores se repetía en el plato sobre el cual se apoyaba. Cuando Daniel la sacó, comprobó que pesaba bastante más que las suyas.
—Desventajas de usar arcilla en lugar de huevos, azúcar y harina —dijo Rocío intuyendo su pensamiento por la expresión de su rostro.
—Eres una artista, deberías dedicarte a esto profesionalmente, te lo digo en serio.
—Me moriría de hambre, Dani. Mejor seguiré limpiando habitaciones que es muchísimo más rentable: el arte no llena la bolsa, al contrario, acabaría gastando todo en más material. Felicidades, ya me contarás cómo es eso de inaugurar la tercera década.
La ayudante dejó de frotar para interrumpir la conversación con una lacónica pregunta.
—¿Ya tienes todo preparado para la boda?
Rocío sonrió. A veces parecía que Luisa vivía en su mundo, pero no era cierto, siempre se enteraba de todo. En lo concerniente a su boda era normal: ella no hablaba de otra cosa desde hacía unos meses, del gran día que la uniría para siempre a Óscar, su novio de toda la vida. Los preparativos le estaban robando mucho tiempo, pero le encantaba tenerlo todo bajo control.
—No, quedan muchos detalles, pero aún tengo tiempo.
—Yo no me voy a casar nunca —dijo Daniel—. Cada vez que lo pienso... Fotos, invitaciones, flores, trajes, restaurante, iglesia... y eso sin contar con colocar a la gente en las mesas del superbanquete. ¡Qué locura! Si algún día a mi cabeza le da por hacer saltos mortales sin red y decido casarme lo haré en secreto.
—Se te ha olvidado la despedida de soltera en esa lista interminable —sonrió Rocío.
—No se me ha olvidado, bonita, suponía que de esa se iban a encargar tus amigas.
—Ni loca dejo que se ocupen de ella, ¡qué dices...! A saber qué se les ocurriría.
—Ese día está pensado para hacer una última locura hasta que te encierren en esa cárcel sin rejas que se llama matrimonio. Si la preparas tú, seguro que locuras haréis pocas —apuntó Daniel.
—Yo volví a los dos días a casa —dijo Luisa—, y no me acordaba de nada.
Daniel y Rocío se quedaron mirándola un instante. Luisa rondaba los sesenta años y hasta donde sabían estaba soltera, por lo que el comentario los pilló desprevenidos. No entendían a qué despedida se refería. De todos modos era muy complicado seguir los pensamientos de Luisa y siempre era mejor no preguntarle si no se querían llevar una respuesta brusca, así que siguieron hablando como si ella no estuviera.
—La verdad, estoy atacada —continuó Rocío—. No me imaginaba que preparar una boda estresara tanto, pero estoy contenta, es lo que quiero.
—El merluzo de tu novio te estará ayudando, ¿no? —preguntó el cocinero.
—¡No le llames merluzo!
—Es pescadero y un poco merluzo, si me lo permites.—¡Dani!
—¿Te está ayudando Óscar o no?
—Lo que puede, ya sabes que se levanta pronto para ir al mercado y luego le espera la tienda... Yo me ocupo de casi todo lo relacionado con la boda.
Daniel se dio la vuelta. No quería hacer otro comentario desagradable. Le tenía demasiado cariño a Rocío como para dañarla, pero por otro lado sentía que alguien debería hacer algo antes de que cometiera el error de su vida. Le parecía una flor demasiado preciosa para marchitarse al lado de un tipo como Óscar. Acabaría trabajando con él en la pescadería y terminaría desdibujándose entre la rutina que esperaba agazapada en cuanto se apagasen las luces de esa boda. Con él, el recorrido era corto: de casa a la pescadería y de la pescadería a casa.
—Rocío, te estaba buscando, ¡menos mal que no te has ido!
Marcos, el dueño del hotel, entró precipitadamente en la cocina, llevándose por delante los cubos de agua que Luisa había dejado preparados para fregar el suelo cuando terminase con la plancha. La mirada reprobadora a su jefe provocó que este se arrugase al instante.
—Perdón, Luisa. Lo siento, de verdad, no los he visto. Ya lo recojo, no te preocupes.
Rocío y Daniel contuvieron la risa ante la cara de apuro del que se suponía que era el jefe de todos, aunque, por su manera de actuar, siempre parecía estar tres pasos por debajo de Luisa en el escalafón de mando.
—Rocío, una emergencia —logró decir Marcos mientras escurría la fregona en el cubo rojo.
—¿Emergencia? —preguntó ella mientras apuraba la tarta.
—Sí, te necesito un rato más.
—Pero...
—Te prometo que te pagaré el doble por este tiempo, pero tienes que preparar la suite.
Rocío lo miró extrañada. La suite se había ocupado el día anterior y la había dejado lista, como el resto de las habitaciones.
—La suite está perfecta, Marcos. ¿Me he olvidado de algo?
—No, no, tú has hecho bien tu trabajo, de eso estoy seguro. Luisa, ¿así está bien? —preguntó Marcos, dirigiéndose a la ayudante de cocina, que contestó con un gruñido cuando comprobó que el suelo estaba casi más mojado que al principio.
—Pues no lo entiendo —dijo Rocío—. Si está bien, ¿para qué tengo que prepararla otra vez?
—Me acaban de llamar porque Alberto Enríquez y Lucía Vega llegarán dentro de un par de horas para quedarse hasta el jueves. ¡En mi hotel! ¿No es genial?
—¿Los actores? —preguntó Daniel.
—Los mismos. Se ve que van a estrenar una película y han decidido tomarse unos días de vacaciones antes de que empiece todo el lío ese de la promoción.
Rocío no era demasiado asidua de la prensa rosa ni de los programas del corazón, pero no había que serlo para conocer a Alberto Enríquez y Lucía Vega. Además de ser dos de los actores españoles con más proyección internacional, acababan de protagonizar una película cuyo estreno era inminente. No se hablaba de otra cosa en esos programas televisivos que su madre devoraba cada tarde.
La elección del hotel para aislarse durante unos días parecía justificada. El establecimiento era un pequeño alojamiento rural con encanto situado muy cerca de la montaña y relativamente alejado de la capital. Era el lugar ideal para que se pudieran sentir cómodos. En un pueblo diminuto seguro que su presencia generaría cierto revuelo: los vecinos sentirían curiosidad por los ilustres visitantes y especularían sobre las razones de su visita, pero enseguida volverían la vista hacia sus asuntos y les dejarían pasar unos días tranquilos. La curiosidad de la gente de la zona por los extraños se limitaba al principio. Cuando algo alteraba su calma, la rutina suave que presidía su forma de vida, se paraban a mirar. No duraba mucho. De todos modos, era tan poca la gente en el pueblo durante el invierno que el alboroto no provocaría un vendaval sino, como mucho, una suave brisa.
—Pero, Marcos, ¿qué tengo que hacer...? —Rocío se quería marchar, aunque la curiosidad impulsó sus labios.
—Nada, nada, manías de famosos. Quieren sábanas de hilo, toallas rosa palo, un jabón especial que solo tienen en la farmacia de Lorsa y... ¡No me acuerdo! ¡Algo más que se me olvida!
—Tranquilo, Marcos —dijo Daniel—. Siéntate y te preparo una tila.
Rocío se levantó de la silla para cedérsela a su jefe.
—¡Ya sé! Una cesta de fruta, un benjamín de cava, bombones...
—Una caja de condones... —añadió Daniel.
—¡Dani! ¿No ves que se está poniendo muy nervioso? —Se enfadó Rocío—. Deja de decir chorradas.
—Era otra cosa, algo más de la habitación... Era... Era...
—Marcos, ya te acordarás, no te preocupes. Hay que buscar sábanas de hilo y toallas rosa palo. Lo que no sé es de dónde las vamos a sacar. En el hotel no hay nada de eso y en Lorsa lo veo complicado —dijo Rocío. El pueblo de al lado era más grande que Grimiel, pero no tanto como para que les fuera fácil localizar unas toallas de ese color sin encargarlas.
—¡Ay, Dios! La oportunidad del siglo para elevar la categoría de este sitio definitivamente, y vamos a fallar por unas malditas sábanas rosa palo y unas toallas de hilo.
—Al revés —corrigió la chica.
—¿Qué?
—Sábanas de hilo y toallas rosa palo, o eso has dicho antes.
—Ya no sé ni lo que digo... No lo lograremos.
—Creo... —Ella había tenido una idea.
—¿No me digas que sabes dónde encontrarlas?
La radiante sonrisa de Rocío dibujó la posible solución al contratiempo.

—Vuelvo en un momento.
* * *

¿Os apetece seguir? Os dejo el enlace de compra. En una semana ya estará disponible para lectura.


Os agradezco mucho los tuits y los enlaces que estáis poniendo por todas partes. ¡Sois geniales! No os olvidéis incluir en Twitter el hastag #LaChicaDeLasFotos para reunirlos.


martes, 26 de mayo de 2015

LA CHICA DE LAS FOTOS de MAYTE ESTEBAN





Sinopsis:

Rocío, camarera de pisos de un hotel rural y escultora en sus ratos libres, vive al borde de un ataque de ansiedad: el día de su boda está a la vuelta de la esquina, faltan muchos detalles por concretar aún y su novio no ayuda. Para colmo, se encuentra con que tiene que trabajar horas extra en el hotel. Todo debe estar impecable para la llegada de Alberto Enríquez y Lucía Vega, la pareja de actores de cine más rutilante del momento. Cuando aparecen, a Rocío le ocurre algo que no logra entender. Es verdad que Alberto tiene un físico imponente y una mirada terriblemente sexy, pero lo que empieza a sentir es desconcertante e inoportuno, y por ello lo trata de manera fría, hasta brusca.

Alberto enseguida descubre que Rocío no es la típica muchacha encandilada por un famoso y justo eso es lo que llama su atención. Sin embargo, algo se le escapa: ¿por qué Rocío evita mirarlo a los ojos? Impaciente por descubrirlo, idea mil maneras de tropezar con la esquiva camarera. Con lo que no cuenta es con que la prensa sensacionalista es capaz de cualquier cosa con tal de lograr una exclusiva.


* * *

¡Ya está en preventa!

Pincha aquí para verla en la página

Desde ya mismo podéis descargar mi nueva novela, LA CHICA DE LAS FOTOS y el 4 de junio se transferirá automáticamente a vuestros lectores electrónicos. Al menos desde Amazon, y hablo de esta página porque es la que más controlo.

Tenía muchísimas ganas de poder contaros esto. Han sido muchos meses desde que puse la palabra fin (mentira, nunca la pongo) a esta historia.

Sé que todas las novelas tienen dos maneras de verse. La primera, la importante, leyéndolas y empapándonos de la historia que nos cuentan. Hay otra, cuando conoces detalles del proceso de creación, que te hacen mirarla con otros ojos.

Yo dejo que la primera la descubráis y os pido una cosa: hacedlo también para mí. Contadme lo que os ha parecido, porque me ayudará a aprender, que es en definitiva para lo que estoy aquí. Supongo que con todo lo que me habéis ido diciendo de las otras he construido el camino que me ha llevado a ser finalista en el HQÑ, pero sabéis también que soy inquieta y que no me voy a quedar parada.

No puedo.

La segunda historia me corresponde contarla a mí. Os diré que esta novela la empecé en las navidades de 2011. Por aquel entonces descubrí que no sabía poner la raya. He aprendido leyendo pero nunca me había fijado en detalles que no estaba haciendo bien. Leyendo en un blog supe que lo estaba haciendo muy mal y se me ocurrió que una manera divertida de aprender era empezar a escribir una historia en la que me tenía que obligar a seguir las reglas.

En quince días tenía las cuarenta mil primeras palabras.

Ya, ya sé que suena excesivo, pero estábamos de vacaciones y tenía mucho tiempo libre y muchas ideas en la cabeza, además de otra cosa: ninguna intención con ella. Eso es lo mejor, porque te libera de presiones absurdas y me permitió ir avanzando con paso seguro. Una palabra detrás de otra la historia fue tomando cuerpo y creció de forma sorprendente.

Después, un frenazo.

Tenía otras cuestiones en mente, meterme en el lío de publicar en Amazon, por ejemplo. Dos novelas pugnaban por ser la primera: Detrás del cristal y El medallón de la magia. Ganó la segunda, quizá porque la primera lectura cero de la primera no fue hecha por la persona más indicada (no volveré a contar esto porque no quiero ni acordarme de lo que estuve a punto de hacer con ella). Publiqué El medallón, le siguieron La arena del reloj y Su chico de alquiler y con esas tres tuve más que suficiente. Me estaban pasando tantas cosas y todas tan alucinantes que esta novela se quedó perdida.

La publicación de Detrás del cristal, su éxito inmediato en 2013, el contrato con Ediciones B y el lanzamiento en papel para 2014 siguieron, y La chica de las fotos siguió escondida entre los proyectos inacabados. Incluso escribí otra novela ATCLV, que sigue esperando su oportunidad (no seáis pesados, la tendrá, yo creo en ella firmemente, pero dejadme que lo siga intentando un poco más).

El verano pasado me puse como meta terminar dos novelas. Una fue Brianda, el origen del medallón, con la que quería dar por cerrada la aventura en Amazon que empezó dos años antes. La otra, esta chica a la que un paparazzi mete en el lío de su vida. Como no sé escribir novelas de una en una fui saltando, ocupando mi tiempo en ambas a partes iguales.

Cuando la terminé y le hice la revisión pertinente, no me lo pensé.

Había visto ya el certamen HQÑ y pensé que, tanto la trama como el estilo en el que está escrita, encajaban a la perfección en lo que buscaban. Como estoy loca, pero solo a medias, le pedí a una amiga (Yas) que se la leyera. Su entusiasmo, contagioso, me hizo cerrar los ojos y enviarla.

Siempre creí en ella.

Es algo que a veces sucede, te convences de que las cosas pueden pasar y ocurren. Cuando la editora, María Eugenia Rivera, me llamó, mi cabeza era un hervidero. Alegría. Sorpresa. El pensamiento de que mi mente estaba enfocada en esto y había sucedido... No sé. Fue un subidón, en un momento más que oportuno porque me estaba planteando, en serio, dejar esto de una vez.

¿Qué vais a encontrar? Pues una historia romántica, o dos, quién sabe. Una pequeña reflexión sobre la prensa rosa y los pocos escrúpulos que de vez en cuando se gastan. Un estreno. Líos. Risas. Un adolescente que me encanta...

Os dejo que seáis vosotros quienes me lo contéis.

¡Pero hacedlo!

Es importante para mí.

Muchas gracias al equipo de HarperCollins Ibérica por confiar en mí y sobre todo a María Eugenia Rivera, mi editora, que siempre está disponible para cualquier pregunta tonta que se me ocurra. También quiero darle las gracias a Mónica Sota por la portada. ¡Me encanta!