MAYTE ESTEBAN. Escritora. Abrí paso en España al mundo de la autoedición. Hoy publico con HarperCollins.
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jueves, 5 de julio de 2018
TODOS LOS VERANOS DEL MUNDO DE MÓNICA GUTIÉRREZ
Sinopsis:
Helena, decidida a casarse en Serralles, el pueblo de todos sus veranos de infancia, regresa a la casa de sus padres para preparar la boda y reencontrarse con sus hermanos y sobrinos. Un lugar sin sorpresas, hasta que Helena tropieza con Marc, un buen amigo al que había perdido de vista durante muchos años, y la vida en el pueblo deja de ser tranquila.
Quizás sea el momento de refugiarse en la nueva librería con un té y galletas, o acostumbrarse a los excéntricos alumnos de su madre y a las terribles ausencias. Quizá sea tiempo de respuestas, de cambios y vendimia. Tiempo de dejar atrás todo lastre y aprender al fin a salir volando
Mis impresiones:
Cuando un libro de Mónica Gutiérrez llega a mis manos, sé que tengo las expectativas muy altas, porque ella no me ha fallado nunca. Todas sus historias me han encantado, todas han tenido algo mágico que las envuelve y que de alguna manera me arropa como lectora. En definitiva, me he sentido muy cómoda en todas sus obras.
Sin embargo, a esta, le tenía un poco de miedo.
Venga, preguntadme por qué.
Bueno, ya sé que no me lo podéis preguntar, así que os lo cuento yo. Transcurre en verano. Mónica es la mujer del invierno, de las historias navideñas o de las tormentas de nieve en noviembre y, de pronto, se saltaba una de las premisas de todas sus novelas, una que me gusta especialmente porque soy una adoradora del invierno. Me temía un libro sin mantitas y sin chimeneas encendidas, un libro sin toda la magia que ella sabe ponerle a esta estación.
¿Qué encontraría?
Al final ha sido un paseo tan agradable como todos los demás que he dado de su mano, en el que no han estado ausentes las reflexiones durante toda la lectura. En el que he sentido pellizquitos en el corazón cuando a Helena le pesa tanto la ausencia de su padre. Una oleada de empatía me ha invadido, y me he parado a pensar si será cierto que el no tenerlo te hace idealizar su figura. Yo me peleaba con el mío un par de veces por día, pero nos reconciliábamos a la misma velocidad y creo que hasta eso echo de menos desde que no está...
Creo que de todas sus historias, y esto es aventurarme mucho, Todos los veranos del mundo es la más romántica. Tiene una historia de amor de esas que te gustaría vivir, de ese que puede con el tiempo y aguanta paciente durante décadas mientras le llega su oportunidad. Es una historia de familia que se quiere y que se extraña y es la nostalgia de un padre ausente y de una madre a la que le cuesta demostrar afecto. Es la historia de unos hermanos que se adoran a pesar de que son tan distintos como el agua y el aceite.
Mónica se marca la novela menos feelgood de todas sus novelas, pero no pierde ese toque que la hace única, esa forma de narrar en la que de vez en cuando deja caer perlas literarias que te recuerdan que ella misma es una lectora voraz y apasionada. Aparecen sus personajes entrañables, esos que sabe dibujar tan bien. Como siempre hay un librero, un anciano que se parece a Eduardo Mendoza, un hermana loca y adorable, un hermano escritor de éxito y unos sobrinos encantadores. Pero también hay una protagonista, Helena, que vive dentro de una mentira que ha fabricado ella misma para protegerse del dolor, de esas mentiras que, por mucho mimo que les pongas, te acaban haciendo el mismo daño que tratas de evitar.
Y está Marc. De todos los protagonistas masculinos de Mónica Gutiérrez es el que más me ha gustado, un Peter Pan que hace un tándem perfecto con su Wendy, a la que está empeñado en enseñar a volar. ¿Dónde existe un hombre como él? Porque si los vendieran, os aseguro que habría cola para hacerse con uno. De los que hacen levitar con sus besos y no se cortan en ir a por lo que quieren, por muy imposible que parezca. Hay mucha química entre los personajes protagonistas y se nota.
Sé que nadie se cree mis reseñas porque son buenas, y eso que este es el único libro que he salvado de los diez últimos leídos -llevo unos días que leo un montón-, pero no por eso voy a dejar de recomendarla en mi blog. Yo estoy tranquila, digo la verdad siempre aquí porque hacer otra cosa sería como mentirle a tu diario. ¿Quién es tan estúpido como para hacer eso? Este es mi registro de lecturas y me niego a guardar las que no me llenan. Me ahorro los libros de los que mi verdad sería decir que he perdido miserablemente el tiempo porque lo que más prisa me corre es olvidarme de ellos. Me han dejado fría, así que para qué...
Puedo asegurar que con Todos los veranos del mundo no fui capaz de sacar la nariz del libro hasta que lo terminé: en una tarde. Ayuda que es cortito, pero además es que está tan bien escrito que, si tienes tiempo como tengo yo ahora que no estoy escribiendo, no lo podrás soltar.
Espero impaciente el siguiente libro de Mónica Gutiérrez. O paciente, tengo todos los veranos del mundo por delante.
Gracias por estos libros, son un remanso de paz en medio de las tormentas cotidianas.
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viernes, 8 de septiembre de 2017
LA LUCHA DE JAN DE LAURA SANZ
Sinopsis:
Han pasado ocho meses desde que Jan Landvik, antiguo campeón de MMA, se vio forzado a tomar una decisión: entregarle un año de su vida a Bajram Sejdiu, participando en su circuito de peleas ilegales para poder hacerse cargo de las deudas de juego de su hermano pequeño. Siempre dispuesto a sacrificarse por los que ama, no contaba con que esta vez el precio a pagar iba a ser muy alto… demasiado alto.
Inmerso en esa nueva y destructiva forma de vida, alejado de su familia, endurecido por las circunstancias y tratando de sobrevivir en un ambiente violento… Jan ha comenzado a convertirse en un hombre sin escrúpulos.
Pero el destino, a veces ingrato a veces cruel, va a poner en su camino a una mujer que necesita desesperadamente ser rescatada.
Y eso… va a cambiarlo todo.
Mis impresiones:
Sabéis que Laura Sanz y yo compartimos origen alcarreño, por lo que nos hemos visto algunas veces y tenemos buena relación, pero voy a decir una cosa: la odio. Escribe unas historias tan envolventes que hace que cuatrocientas y pico páginas te sean más fáciles de leer que cien de otros autores. Que te den las tantas de la madrugada -cuando al día siguiente hay que madrugar- y tú sigas ahí, pegada a estos personajes que se saca de la manga, de los que es imposible no enamorarse.
¿No os parece odiosa?
Hace que cuando leo lo que escribe se me olviden la hora, las prisas, las citas, dormir, planchar... contribuyendo a que mi vida se vuelva aún más caótica de lo que ya es por sí sola.
Y eso que yo la leo con un handicap, el del lector cero que tiene que estar atento a la forma, a que los giros en la trama no se metan en laberintos, a que no haya cabos sueltos o momentos en los que la verosimilitud se tambalee. A que ninguna la palabra se tome la libertad de significar a su antojo o que ninguna letra equivoque su lugar. Es igual. Ni siquiera eso es capaz de frenarme y a veces me he tenido que dar la vuelta para revisar alguna escena en la que literalmente se me había olvidado que esa era mi misión.
Solo estaba disfrutando de lo que me había puesto ante los ojos.
Leí esta historia tiempo antes de que se publicase y desde ese momento supe que la reacción que iban a tener las lectoras de este libro sería tal y como ha sido: espectacular. Derechito al número 1 sin trampa ni cartón, sin más estrategia que la de escribir una buena historia y hacerlo respetando profundamente al lector. Corrigiendo hasta la extenuación y ofreciendo un producto de calidad. Laura, en eso es como yo, es perfeccionista hasta la médula y siempre quiere aprender. Y es una esponja.
¿Pero qué cuenta La Lucha de Jan?
Esta novela es la segunda de la trilogía de los hermanos Landvik. El protagonista es Jan, el mayor de todos. En La historia de Cas lo conocíamos y, contrario a lo que sucedía con Till, el pequeño, dejaba buenas sensaciones. Ganas de saber mucho más y de lo que le depararía ese futuro que tenía pensado Laura Sanz para él. A pesar de su aspecto, tatuado, rapado, con rastros en el rostro de haber sido luchador, Jan emanaba humanidad. Por culpa del pequeño Till, en la primera novela se veía obligado a saldar una deuda.
Todo para proteger lo que él considera más importante: la familia.
Jan es conocido como Eismann en el circuito de MMA, un hombre tan frío como su apodo, pero eso es algo que cualquiera que lo conozca un poco sabe que no es más que una pose, que se refuerza por su físico imponente. Además de luchar, para terminar de una vez por todas con su deuda decide actuar como matón a sueldo. Un día, en el club de Bajram Sejdiu, se encuentra con una mujer que le cautiva. No sabe hasta qué punto Oksana Novalnyova va a jugar un papel decisivo en su vida y cómo una ucraniana de 20 años se colará en el corazón de este solitario alemán de 34. Ese día solo es capaz de pensar que le recuerda a Blancanieves (en alemán, Schneewittchen).
Cómo acaban juntos no os lo voy a contar, hay que leer. Para el personaje femenino será una experiencia difícil y para él, además, sorprendente. Oksana es dura, no derrama una lágrima y esa fortaleza conmueve y cautiva a Jan, que es muy protector. No necesita mucho tiempo para darse cuenta de que por ella será capaz de hacer cualquier cosa.
Y hasta aquí puedo leer... digo escribir...
Laura lo cuenta muy bonito, introduciendo las descripciones justas que sitúan al lector y los diálogos que nos permiten conocer a los personajes por sus acciones. Dibuja el ambiente sórdido de los clubs y utiliza como temas de fondo la trata de blancas y las luchas clandestinas. La autora usa dos narradores, uno para lo que es la novela y otro para el diario de Oksana, donde realmente iremos conociendo a este personaje en profundidad. El diario, como todo diario normal que se precie, está en tercera persona y con partes en presente y otras en pasado. La narración del resto de la novela se la deja a un narrador omnisciente en pasado.
¿Por qué os recomiendo leerla?
Si vuestro género es la romántica, porque hace soñar. Porque a pesar de la dureza de algunas escenas, tiene otras muy bonitas y sin necesidad, en ningún momento de echar mano del bote de azúcar. Y está bien escrita, eso no me voy a cansar de decirlo. Hay una evolución en Laura Sanz, de novela en novela, que me está encantando ver en primera persona.
Y también os recomiendo que la compréis, no la pirateéis, por favor: Laura tiene que alimentar a tres gatos.
Podéis conseguirla aquí.
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lunes, 13 de febrero de 2017
ENTRE PUNTOS SUSPENSIVOS
Fecha de salida en papel: 15 de febrero.
Formato: bolsillo.
Precio: 7,95€
Sinopsis:
Mario Aguirre, el padre de Paula, lleva desaparecido unos días. Por más que su hija trata de localizarlo, no logra dar con su paradero y por ello busca la ayuda de Javier Muñoz, inspector de policía. Diez años atrás, Javier y Paula mantuvieron una relación que nunca ha acabado del todo. De vez en cuando sellan treguas que duran solo unos días, y de las que los dos salen siempre heridos.
Paula sabe que estar cerca de Javier no es lo más sensato, porque recuperarse después de estar juntos es cada vez más difícil, pero necesita que sea él el que la ayude a encontrar a su padre y no duda en pedírselo. El magnetismo que existe entre ellos es tal que quizá el viaje que emprenden para encontrar a Mario no sea muy buena idea, quizá exponga demasiado sus sentimientos.
Nunca os he pedido un favor, pero esta vez me atrevo. En este blog hace tiempo que estamos como en casa, así que os considero parte de mi familia digital. Sé que muchos tenéis pensado comprar el libro en papel, porque me lo habéis ido contando. Lo entiendo, porque el precio es más que atractivo. Os voy a pedir una cosa. Si de verdad lo tenéis pensado, hacedlo cuanto antes. Los libros duran cada vez menos como novedades, tienen un tiempo muy corto de estancia en las librerías. Enseguida vienen otros que deben ocupar ese espacio y si tienen suerte se quedan un tiempo en la tienda, pero en muchos casos se devuelven y se marchitan esperando no se sabe qué en los almacenes.
Por eso os pido este favor, que si tenéis decidido que lo queréis en papel, no esperéis al verano. Ni siquiera a mayo, porque quizá ya no esté en muchos lugares.
Y ya que nos ponemos, si os gusta, quizá no venga mal que lo comentéis. O que se lo comentéis a vuestra vecina. O que se lo regaléis a alguien por su cumpleaños...
Voy dando ideas.
Por cierto, yo hoy he recibido el primero del mío. Espero que me dé suerte.
Si lo queréis en versión digital, aquí se puede conseguir. 2,84€. Más barato imposible.
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sábado, 16 de enero de 2016
EN APENAS QUINCE DÍAS
Dentro de quince días, La chica de las fotos estará en
librerías.
He borrado cuatro veces lo que había escrito. En realidad
esa es la noticia, que en apenas medio mes ya se podrá adquirir en libro en
papel, así que supongo que si dejo la entrada aquí ya sería suficiente para
comunicarlo.
Ya lo decía Baltasar Gracián, «Lo bueno, si breve, dos veces
bueno».
Sin embargo, me apetece contar algo más, desde la sinceridad
más absoluta. Estoy en un estado de confusión total con esta novela, porque no
tengo ni puñetera idea de qué esperar de ella una vez que esté en la calle, y
no lo sé porque, a pesar de que las ventas han sido ESPECTACULARES en digital, en cuanto a comentarios públicos (que no privados) no ha tenido una acogida regular, como sí pasó con Detrás del
cristal. Con esta he visto que hay gente a la que le ha entusiasmado, pero
también otra que no se ha cortado un pelo en tirarla por tierra. Y después darle
dos patadas.
Así que… a saber.
Yo sé que a mí me gusta y sé que escrita con todo el respeto
que le tengo a este oficio. No es que esté bien corregida, como me dijeron, es
que conozco las normas y las uso siempre, que para eso están.
Sé que mis personajes no son marionetas, que los
estereotipos solo los utilizo en un par de ellos, secundarios, y a los demás
los dejo ser humanos, que duden, que sientan, que se equivoquen o que sean
idiotas. Que no sean perfectos porque si los pintase perfectos la primera que
no se los creería, sería yo. Que los hay que son un leve reflejo de personas reales con las que
me he tropezado, porque si hay algo que se me da bien es observar. Os puedo decir que la conversación más surrealista que hay en ella, en el bar del hotel, está basada en una que escuché. O que una conversación entre Alberto y Rocío, acerca de la fama, no me la he inventado, sino que es también mi interpretación de algo que contó una persona que tuvo que lidiar con la prensa rosa cuando publicaron unas fotos suyas que no autorizó.
Sé que cumple con los patrones del género –porque me los he
estudiado en profundidad, con manuales de teoría y leyendo muchas novelas, que es como mejor se aprende-,
pero que también los rompe en determinados momentos porque, todos los que
estudian literatura lo saben, para evolucionar hay que romper con lo
establecido, dar pasos adelante. Conocer todas las normas, pero darles una vuelta, y es lo
que hice con ella y lo que seguiré haciendo con todo lo que escriba. Repetir lo
mismo una y otra vez para mí es un aburrimiento. Necesito avanzar aunque a veces, no soy perfecta, pegue un tropezón.
Sé que me gustan todas las críticas que metí en el texto –las
obvias y las sutiles, esas que se te pasan como hagas lectura vertical, o
dispersa, porque apenas están escondidas en una línea, o entre líneas, que también soy muy dada-; me gusta, y muchísimo,
haber sido valiente y en los tiempos que corren haber defendido mi derecho a
escribir una historia que no es erótica y haber conseguido con ella, además, un
premio.
Me gusta la ambientación en ese pequeño pueblo inventado,
Grimiel, algunas frases que tienen doble intención, los escenarios que dibujé y
haber seguido siendo valiente, poniendo un final que es de novela romántica,
pero que no es el típico –si la has leído sabrás por qué lo digo-. Y más, haber
decidido que la novela no tenga epílogo porque a mí no me gustan y la madre de
la criatura soy yo.
Al fin y al cabo soy la que tiene que decidir lo que
escribo.
Y tú, decidir si lo quieres leer.
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lunes, 16 de noviembre de 2015
¿Y SI NO ES CASUALIDAD? DE SARA VENTAS
Sinopsis:
Celia tiene una vida ordenada que comparte desde hace cuatro años con Rubén, su novio, un abogado guapo y trabajador, aunque poco espontáneo y nada detallista. Ella está convencida de que todo lo que ocurre en el universo, lejos de estar escrito en las estrellas, es fruto de la casualidad. El día que cumple treinta años sus amigas le regalan un precioso vestido acompañado de una casual noticia: tienen la dirección de Marco Ferlini, un antiguo amigo a quien perdieron la pista y con el que Celia mantenía una estrecha relación de amistad con derecho a cama. Con el resentimiento y la curiosidad de saber qué habrá sido de su vida, Celia se decide a escribirle una carta. Pero la respuesta no es la que esperaba. Atraída por la impertinencia de su misterioso remitente, Celia se ve arrastrada a mantener una fluida correspondencia con él, creándose entre ellos un mundo paralelo al margen de sus vidas. ¿Quién se esconde tras esa correspondencia? ¿Podrá el destino cruzar sus vidas de nuevo?
*La reseña contiene un mínimo spoiler que espero que no os destroce la lectura. Prometo que es mínimo.
Mis impresiones:
Me ha encantado.
Así de contundente es mi primera valoración de la novela, lo primero que me sale de dentro contar sobre la última (segunda) novela de Sara Ventas.
Hace unos años leí Treinta postales de distancia. Era una de las novelas que en ese momento triunfaban en Amazon y la compré porque su argumento despertó mi curiosidad. Recuerdo perfectamente que leí un treinta por ciento de la novela de una sentada, maravillada por ver que era una novela independiente que estaba dejando en mí mejores sensaciones que muchas de las que llevaban detrás un sello editorial avalando de alguna manera su calidad. Eran los primeros tiempos de la autoedición y Sara creo que fue una de las responsables de que mucha gente se animase a emprender ese camino.
Tiempo después, como no podía ser de otro modo, Sara tenía la novela en papel, con una editorial, incluso existe la versión en inglés de Treinta postales de distancia. Yo quería tenerla y la compré, y con ello le conseguí una lectora más de rebote, puesto que mi hija, aunque en principio no tiene la edad objetiva para esta novela, la leyó y le encantó.
Con estos precedentes, sabía que en cuanto estuviera disponible la segunda novela de Sara Ventas correría a comprarla, aún sin saber nada de la sinopsis. Me arriesgaba, pero poco, se ha tomado su tiempo para escribirla y eso también era sinónimo en mí de ciertas garantías. Por lo menos la de saber que ha mimado el texto, que se ha tomado su tiempo en crear una historia.
Lo que no esperaba es que me asaltase al leerla esa sensación tan maravillosa que solo sucede de vez en cuando, la que me grita “esta novela la querría haber escrito yo”.
Sara plantea una historia que arranca en 2003. La elección de la fecha no es casual. Aun siendo una historia actual, tenía que ser de un momento en el que no se hubiera popularizado en exceso el uso del correo electrónico, para que el comunicarse por carta, incluso sonando un poco anticuado, resultase más verosímil. Y es que las cartas son las protagonistas absolutas de ¿Y si no es casualidad? Las cartas y esa discusión que se traen Celia y Marco sobre la casualidad y el destino, las dos posturas que cada uno defienden con encontrados argumentos.
Sara usa dos narradores para esta historia. Por una parte tenemos a Celia, que escribe en primera persona, y a la que conocemos a través de sus palabras, además de las cartas. Celia es un poco cuadriculada, en su vida no hay aventura y eso se lo echará en cara Marta, su hermana, que es bastante más loca que ella. La decisión de escribir a Marco Ferlini, un antiguo amigo con el que perdió el contacto después de la universidad, surge a través de una de sus amigas, que en el día de su treinta cumpleaños le dice haber conseguido su dirección. Al principio Celia no piensa escribirle, pero lo piensa mejor y en su primera carta, que pretende ser cortés, acaba echándole en cara que desapareciera sin más, dejándola con miles de preguntas.
Marco, el destinatario de la carta, no está presentado en primera persona por el narrador, sino en tercera. Vive en Verona y es italiano, traductor de español, y recibe la carta con sorpresa. No es el Marco que busca Celia, todo es un terrible malentendido, pero en lugar de contestar simplemente señalándole su error inicia con ella una correspondencia en el que ambos van a ir conociéndose.
La novela tiene un montón de giros, pero es una novela, sobre todo, de personajes. Celia y Marco se desnudan en esas cartas, vemos cómo, poco a poco, pasan a buscar con ansiedad en sus buzones la respuesta del otro, y no solo porque Celia esté aterrada de que Rubén, su novio, descubra que sigue manteniendo contacto con alguien que le contó que no era quien buscaba.
Hay más personajes, todos merecen la pena y están muy bien perfilados, desde la hermana de Marco, las amigas de Celia, su familia... no ha dejado ningún detalle de ellos y tienes la sensación de que los conoces.
Sabéis que nunca destripo las novelas en las reseñas, me gusta que las descubra cada uno, pero no puedo dejar de contar mis sensaciones. Me ha gustado la ambientación, cómo está escrita, las cartas, los personajes... Me ha gustado todo. Le deseo a Sara mucha suerte y os digo que se ha colado entre mis mejores lecturas del año.
Y la quiero en papel pronto.
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lunes, 1 de junio de 2015
DESCUBRIENDO A VALENTINA DE MARA MACBELL
Sinopsis:
Cuando descubres que
tu vida no es todo lo que podría llegar a ser; cuando piensas que no estás
sacándole todo el jugo que podría tener... entonces tienes que reconstruirlo
todo y, en especial, reconstruirte a ti misma.
Valentina ha temido
esa decisión durante los últimos años en los que ha estado viviendo una vida
que a priori debía pertenecerle, pero con la que jamás se ha sentido completa.
La aparición de una
persona, extrañada pero no extraña, le ayudará a dar el paso idóneo para
despertar en ella su parte más íntima y más real: su verdadera identidad,
anulada durante el tiempo suficiente como para que esta resurja con la fuerza
necesaria para afrontar su futuro inminente.
El apoyo de sus amigos
será indispensable para no desviarse del camino trazado, para no tropezar y
para huir de las incertidumbres.
Pero, ¿para
levantarse, no es necesario caer anteriormente? ¿Y si el camino trazado fuese
el primer desvío hacia la verdadera felicidad de Valentina?
Mis impresiones:
Lo primero que tengo que decir es que fue toda una sorpresa descubrir
que conocía a Mara Macbell. Detrás del seudónimo estaba Maca, alguien con quien
interactuaba en las redes, a la que conocía a través de su blog, pero como
siempre voy a la carrera no me había dado cuenta de que tenía un seudónimo con
el que escribía. Cuando compré Descubriendo a Valentina, en preventa, no sabía
que era ella, simplemente había leído a quienes habían tenido la oportunidad de
leer el libro antes de que se publicase y sus opiniones positivas me empujaron
a decidirme por él.
¡Fue genial!
Descubriendo a Valentina es una historia fresca, actual, con
un personaje que enamora desde el principio. Su situación personal es
complicada, pero no pierde el sentido del humor en ningún momento cuando
empieza a contarla en primera persona, y eso hace que sigas leyendo,
empapándote con sus inquietudes que se van haciendo un poco tuyas. Valentina
viene de un matrimonio en el que se ha sentido anulada y la decisión de dar por
terminada esa historia le ayuda a tomarla Jack, un hombre al que ha conocido a
través de un chat y con el que siente una conexión especial, aunque nunca se
hayan visto. Cuando se marcha de casa lo hace sin nada, se instala en casa de
su mejor amiga, Rebeca, y allí vuelve a coincidir con Rubén, el hermano pequeño
de Rebeca, que se ha convertido en un hombre atractivo. Valentina y Rubén
empiezan una relación en la que ella se muestra cauta, porque después de lo
vivido le da miedo el compromiso, pero la personalidad de él, la manera de
comportarse con Valentina van haciendo que pierda todos los miedos.
¿Por qué os la recomiendo?
Pues porque es de esas historias que se leen solas, que
cuando te quieres dar cuenta llevas media novela y no quieres que se termine,
aunque a la vez buscas llegar al final, seguir de la mano de un personaje que
le ha salido redondo.
Descubriendo a Valentina es una novela autoeditada, está
disponible en Amazon por menos de lo que cuesta un café y prueba de que lo que
estoy contando sobre su calidad es cierto es que en menos de un mes se ha
colocado número uno del top. De verdad, hacedme caso, descubrid a Valentina porque
no os vais a arrepentir.
Tiene un alto contenido erótico, pero está tan bien contado,
con tanto sentido del humor, que hay escenas en las que vais a soltar una
carcajada.
Felicidades Maca/Mara, me has conquistado.
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lunes, 16 de febrero de 2015
CRÓNICA DE UN ENCUENTRO ROMÁNTICO #VRA
Febrero. San Valentín. Fin de semana. Amor por todas partes,
mil historias inventadas que se mezclaban con las reales en un hotel lleno de
románticas (y algunos románticos). El marco no podía ser más apropiado para lo
que allí iba a suceder.
Este pasado fin de semana, en el Hotel Convención, en la
Calle O´Donnell de Madrid, a dos patadas de la Puerta de Alcalá, se reunió lo
más selecto de las plumas que escriben romántica en este país. Y no solo eso,
también se dio cabida a lectores y lectoras del género, logrando una macro
convención con 500 personas. Sí, habéis leído bien: 500. Quienes no vais a
estas cosas quizá la cifra no os dice nada, pero yo que soy asidua de charlas
con escritores os digo que 500 no es normal. Lo normal es una docena. Incluso
si van seis alguna vez te puedes dar con un canto en los dientes. Cuarenta es
una multitud, pero 500… eso es grande, grande.
No fui capaz de reconocer a una tercera parte. Tenemos la
mala costumbre de no poner fotos nuestras en los perfiles de las redes, sino de
nuestras novelas, y a veces, en el caso de que sean nuestras, engañan. Yo, por
ejemplo, salgo sin gafas, pero esta vez no llevé lentillas y hubo a quien le
costó mucho saber que era yo. Y luego está que en las fotos nos falta el
cuerpo, son solo de la cara. ¿Será alta? ¿Bajita? ¿Tendrá dos piernas?
Te
asaltan muchas dudas.
El encuentro empezó el viernes. Muchos habían quedado en un
café, Lury Margud que es una lianta maravillosa y se las arregló para que se fueran
reuniendo en algún lugar antes de ir a la presentación. Lo que parecía que
sería un pequeño encuentro acabó siendo otra súper reunión de, por lo que me contaron,
unas setenta personas. Imagino al camarero preguntándose qué había hecho él
para merecer semejante castigo.
Imagino que pensó: ya lo tengo, es viernes 13.
Siguió con una
presentación a cuatro bandas en la Fnac de Callao. Yo estaba allí desde mucho
antes de la hora, porque no llegaba al café, antes incluso de que apareciera
Regina Román, la primera que vino, pero empezó a llegar gente a la que quería
saludar y al final no fui capaz de entrar del follón tan inmenso que se montó.
También he visto presentaciones en Fnac menos multitudinarias.
Esperaba a mis chicas. Quería, por fin, abrazar a Mel Caran
y a Yasnaia Altube, a quienes tenía, además, que dar en persona un regalito de
un juego de Facebook, y creo que eso me frenó a la hora de buscar sitio
sentada. Esperando, alguien abrió la puerta a mi lado, para salir a la calle.
Un viento gélido, mezclado con una brisa achicharradora procedente del aire
acondicionado del edificio me hicieron girar la cabeza y gritar un nombre:
¡Claudia! Por favor, casi me muero de la emoción cuando vi a Claudia, de La
magia de los libros, llegada desde Chile, a la que tenía que dar un beso sí o
sí. De pronto giré la cabeza, para ver quién la acompañaba y me encontré con…
Mariel Ruggieri, una autora uruguaya que venía como ponente para el día
siguiente. ¿Qué os digo de las dos? Pues que son encantadoras, que ahí
estuvimos las tres rajando un poco y que al día siguiente, cuando nos volvimos
a ver, fue como reencontrarte con viejas amigas (se entiende por el tiempo que
hace que las conoces, of course, estamos estupendísimas todas). Con Claudia hubo foto que espero que me pase
en cuando pueda, Mariel, como estaba mega ocupada, se me escapó, pero da lo
mismo, creo que me quedo con lo cercana que es, con lo bien que me trató, con
la conversación sobre el cambio de los enchufes entre España y América… vamos,
una conversación normal para un encuentro de romántica. Para que hablen dos
escritoras.
Al rato llegaron Mel, Yasnaia, Iris y Maca, y allí todo
fueron abrazos, besos, presentaciones de las que muy bien no me enteré (Jose,
que ya sé que te llamas Fran, pero para mí serás siempre Jose), de gente que he
visto mil veces en las redes porque tenemos vínculos comunes. Alberto hizo
fotos, Marcos puso la sonrisa que no le abandonó en todo el fin de semana y
tuve que irme antes de tiempo porque tenía otra cita.
A Fnac se acercó Mercedes Gallego. Ella escribe novela
negra, pero ahí estaba. Yo creo que en el fondo todos hacemos lo mismo. Con palabras,
los personajes acaban muertos: los suyos de un disparo, una puñalada, con
veneno… los nuestros (más metafóricamente), víctimas del amor que a veces es muy puñetero. Mercedes
se adelantó hasta el café de Oriente, donde nos esperaban Pepa, Alicia, Gema,
Begoña, Mari, María Loreto… con su club de lectura. Charlan sobre libros con la
música de fondo de un piano. O más bien, dando voces por encima del volumen
descomunal que tiene el instrumento. ¿No tendrá volumen? Porque los pianos,
como los ambientadores, cuanto más sutiles, más gustan.
La noche acabó, hube de volver a casa por unas horas, antes
de la maratón del sábado.
Empecé el sábado escribiendo. No sé estar un día sin hacerlo
y aunque ahora no sean novelas, siempre caen palabras; en el blog, en un
cuaderno, en las redes, en la primera servilleta que me encuentro…
Toca madrugar para seguir el plan trazado para hoy, aunque el reloj ha
vuelto a ser innecesario. Ulises ha soñado algo que ha provocado que se le
escapase un ladrido dormido. Willy ha reclamado su salida al patio, maullando
desde temprano, y mi reloj interno, alerta y descontrolado al notar en los pies
el roce de unas sábanas extrañas, ha dicho basta.
Levántate.
El caso es que hace
frío y la pereza me está haciendo cosquillas en la espalda. Quiere que cierre
los ojos, me dé la vuelta y me duerma, pero recuerdo que, dos casas más
adelante Meg Ferrero me esperará en un rato y le digo a este pecadillo que lo
de revolverme el pelo lo deje para otro día.
Hoy hay cosas mejores
que hacer.
Buenos días.
Con las pilas listas, el maquillaje en la mochila (que luego
no usé por pereza de ir al coche a buscarlo), pusimos rumbo a Madrid. Habla que
te habla, que mira que somos cotorras las dos, que las horas se nos encojen
cuando estamos juntas. El viaje, sin sobresaltos. Llegamos a la primera,
conseguimos aparcamiento en la puerta pero era zona verde (qué manía en las
ciudades de ponérselo difícil a los de pueblo como nosotras) y como no
estábamos seguras de qué significaba aquello, lo acabamos metiendo en un
aparcamiento.
Primera odisea del día.
Porque, vamos a ver, entrar en un parking es fácil. Aprietas
el botón, se levanta la barrera y entras. Aparcar, chupado, si no había ni
media docena de coches a esas horas. Pero, ¿y salir? No me digáis que siguiendo
los carteles porque fue exactamente lo que hicimos. Nos encontramos deambulando
por pasillos solitarios donde los tacones (de Meg) resonaban de manera
inquietante. Donde ni una sola puerta se abría. Donde los ascensores no
funcionaban… Tuvimos que dar media vuelta, pero media vuelta cuando llevas
doscientas no te lleva al principio. Pánico. ¿Hemos sido capaces de llegar
desde Guadalajara en poco más de media hora y nos va a costar más salir de puto
parking? Al final apareció la puerta por la que habíamos intentado salir. Ahí
estaba el coche y la solución, la fácil, era intentar salir por el acceso de
vehículos, pero vimos un señor con casco.
Nuestra salvación.
Le preguntamos cómo se salía de ahí y nos miró con media
sonrisa encantadora que no supe si interpretar como “pobres, se han perdido” o “serán
tontas, que se han perdido en un aparcamiento vacío”. En cualquier caso nos
indicó la puerta y en la calle ya nos orientamos.
Recoger la acreditación costó un poco porque Meg conoce a
todo el mundo!!!!!!!!! Al final me puse en una de las dos filas y esperé
mientras ella iba repartiendo besos a diestro y siniestro, presentándome gente
tan rápido que a mí me resultaba imposible procesar tantos nombres. A la pobre
Tessa C. Martin le pregunté varias veces, y eso que se llama como yo!!
Una vez dentro, empezaron las charlas. Lo único que he
encontrado mal es que duraban mucho y las pausas muy poco. Y me explico. En
eventos como este, tan importante es escuchar a los ponentes como compartir con
el resto de la gente que va unos minutos. Los diez entre charla y charla,
quince a veces, eran muy pocos para poder establecer vínculos que son tan
importantes como lo que te van a contar en las mesas. Sobre todo contando con
que tenías ese tiempo para ir al servicio y éramos muchos. Haber acortado un
poco las charlas y expandido los descansos, en mi opinión, y solo es eso, una
opinión, hubiera dado más juego. Llegaba un momento en cada una en el que la
sala se llenaba de murmullos de puro cansancio. La atención en alumnos de
secundaria es solo posible mantenerla unos cincuenta minutos y nosotros, aunque
más mayores, estábamos disfrutando cual adolescentes en jornadas culturales.
Como han sido muchas, las fotos os invito a
visitarlas en mi perfil de Twitter, donde las fui colgando a medida que se producían,
con algunas frases rescatadas de los ponentes. Todo el día estuve al lado de
Sara Ventas, una persona maravillosa que me ha encantado conocer, de Pepa, de
Qué locura de libros y detrás de Meg Ferrero y Tessa C. Martin. Detrás de mí,
Pepa Fraile y Laura Nuño, con la que hablé poquito pero que me causó muy buena
impresión.
El final del día fue apoteósico para mí. Durante la comida
una chica se me acercó y me llamó por mi nombre. Mi confusión se fue
desvaneciendo con la primera sílaba de su nombre: Carla Crespo!! Con las ganas
que tenía de que nos viéramos. Ambas habíamos quedado con María Jeunet, aunque
solo fuera para darle un beso y aquello parecía el juego del ratón y el gato
porque no había manera, pero al final lo conseguí. ¡Encontré a María! Mentira,
me encontró ella, con la ayuda de Lidia Herbada. A la que no encontramos fue a
Carla. Nos pusimos a hablar fuera y charlando nos cerraron la puerta. Y en esto estábamos cuando apareció alguien a quien no conocía, pero que espero conocer, una barcelonesa de ojos azules que se llama Sandra Parejo y que ahora mismo está en el top de Amazon!!
¡Quién podía osar a desafiar a las guardianas para entrar!
Sara no entendía dónde me había metido, Meg tampoco y
mientras, fuera, conocí a Lidia. En realidad ya nos habíamos visto pero creo
que nos conocimos el sábado. Hija de mi corazón, lo que me pude reír contigo.
Espero que se solucione el problema que tenías el otro día, pero nos dio para
un buen rato de risas. Mientras esperábamos que María terminase de firmar
algunos libros (es toda una estrella), fuimos vigilando a las guardianas y a la
que se despistaron entramos en la sala. Como ya era tarde, nos sentamos donde
pudimos, atrás, al lado de la Doctora Jomeini (Ana González Duque) y Lorraine Coco. En el rato
del sorteo creo que no paramos de hablar, tanto que le tocó a Lidia un lote de
libros y tuve que levantarle la mano porque no se había enterado de que era el
suyo. Volvió triste y compungida por su mala suerte: ¡todos en inglés! A María,
a Ana y a mí no nos tocó nada. Le dije a María que no se preocupe, que a ella
le va a tocar ser súper ventas.
A la salida me esperaban Alberto, Juan Carlos y Maribel, con
los que estuve reponiendo líquidos, charlando y relajándome después de un día
agotador. Tenía muchas ganas de verlos, hacía tiempo que no compartíamos unos
momentos y espero que otra vez encontremos la manera de sentarnos juntos, pero
mucho más tiempo. Juan Carlos me regaló una de sus libretas, con la portada de
Brianda, que he estrenado con teléfonos de autoras.
Volví al hotel y el fin de fiesta fue con Yasnaia, Maca,
Iris, sus respectivos y Mel Caran. Una cenita rápida y volver, porque el día
fue para vivirlo, no para contarlo. AGOTADOR.
Me quedo con muchas cosas, millones de emociones que le
ponen un broche magnífico a estos dos años en los que he jugado a ser
escritora. Le doy las gracias a Merche Diolch por lo que se lo ha currado,
porque yo sé que no es fácil organizar eventos de este tipo, habrá estado a
punto de volverse loca. Que sepas que has hecho algo grande, que has logrado
que personas que comparten la misma pasión y que hacía tiempo que deseaban
encontrarse, lo hicieran en un día algo más que especial.
Solo me queda desearos mucha suerte a todas con vuestros
libros y vuestra aventura literaria.
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