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miércoles, 22 de enero de 2020

ESTA GENERACIÓN LITERARIA

Cierro la serie que he estado haciendo sobre mi generación literaria recopilando los enlaces de todas las entradas.

Estuve pensando si faltaría yo, pero en realidad no. Ellos son los que me han influido a mí y con quienes he compartido esta aventura, pero ellos son los de los logros y las buenas historias. Yo no he visto un número uno en Amazon, ni he ganado premios importantes, ni tengo un corto a partir de uno de mis relatos o una serie de televisión; yo no escribo tan bonito, ni tan profundo, no emociono tanto, ni siquiera soy tan popular. Si me apuráis, no tengo biografía ni para salir en la Wikipedia, y eso que ahí sale todo el mundo. Soy a la que más camino le queda de todos. Si he hecho esto es porque sé observar y alguien tenía que recoger sus historias.

¿Sabéis por qué?

Porque hay mucha gente como yo y pocas personas como ellos, y hay que combatir el ruido que a veces oculta la música. Por eso, aunque sea desde un blog que vemos tres, debe quedar por escrito quiénes son de verdad y quienes están porque en esta vida tiene que haber de todo.

Yo doy gracias por haberlos conocido y por seguir aprendiendo cada día de ellos.

Víctor Fernández Correas



Roberto Martínez Guzmán



Mayte Uceda



María José Moreno



Pilar Muñoz



Antonia J. Corrales



Mónica Gutiérrez



Laura Sanz

La imagen puede contener: 2 personas, incluido Ines De Antonio Pastor, lentes de sol, primer plano y exterior

martes, 14 de enero de 2020

MÓNICA GUTIÉRREZ ARTERO

Uno de los primeros blogs que seguí cuando me introduje en este mundo de la blogosfera fue Serendipia. Reconozco que en la cabecera del blog de Mónica Gutiérrez Artero descubrí esta palabra y fue mi curiosidad lo que me empujó a indagar en su significado.

“Una serendipia es un descubrimiento o un hallazgo afortunado, valioso e inesperado que se produce de manera accidental, casual o por destino, o cuando se está buscando una cosa distinta.

Con nosotras, las cosas sucedieron exactamente de ese modo. No sé lo que estaba buscando cuando aterricé en su blog, realmente fue un descubrimiento inesperado y, con el tiempo, sé que también afortunado y valioso, pues tras la elegancia con la que se reseñaban los libros en ese blog había y hay una persona maravillosa. Excelente compañera y mejor amiga.

Todavía eso no lo sabía, aunque estaba segura de que, tras las reseñas que escribía con tanta pasión, habitaba una enorme narradora. Con ella, descubrí un género que para mí tiene y tendrá siempre su nombre: el feelgood.



BIOGRAFÍA LITERARIA

Mónica Gutiérrez Artero nació y vive en Barcelona.

Es licenciada en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, y en Historia por la Universitat de Barcelona, y la mayor parte de su carrera profesional la ha desarrollado en el ámbito de la comunicación y la enseñanza.

Empezó a escribir ficción cuando todavía era una niña, en la escuela, donde sus maestros se dieron cuenta de la enorme capacidad que tenía para transmitir con las palabras. En el instituto, Mónica ganaba cada año los premios Sant Jordi de narrativa breve y poesía, primeros pasos necesarios para ir construyendo los cimientos de lo que sería en el futuro su recorrido como narradora.

Escribe despacio, porque a veces sus actividades personales no le dejan tiempo, pero se ha propuesto que nunca pase una semana sin escribir un capítulo y quizá por eso lleva una trayectoria pausada pero constante. Lectora de todos los géneros, considera que un buen libro es aquel que está exquisitamente escrito y que emociona. Busca en sus lecturas originalidad y estilo, y le encantan los personajes excéntricos, las comedias clásicas y reconocer a un autor por su prosa.

En ella, como narradora, todas estas características están conseguidas.

Lo que le hizo tomarse en serio esto de ser escritora de ficción fueron dos cosas: ganar el Premio Narrativa Breve de la Universidad de Barcelona (2006) y leer a D. E. Stevenson y “La sociedad literaria y el pastel de patata de Guernsey”. El jurado del premio, catedráticos universitarios, la animaron a enfocarse a la escritura. Pero si algo fue definitivo fue descubrir el género feelgood de la mano de Stevenson, el empujoncito que necesitaba para pensar en una novela. Cuando terminó el libro de Shaffer se dijo: “yo quiero escribir así, justo así, contando historias pequeñas de personajes pequeños, hacer sonreír al lector”.

LA CORRECCIÓN COMO MARCA PERSONAL

Mónica Gutiérrez dice que en Historia le enseñaron a pensar y en Periodismo a escribir con corrección. Todo lo que sabe de semiótica, gramática, lingüística..., lo aprendió en la Facultad de Periodismo. Una de las cosas que compartimos es el no comprender que alguien publique sin saber escribir con corrección. Al fin y al cabo, las palabras y sus mecanismos de conexión, son las herramientas del escritor y es una obligación saber manejarlas con soltura. Sabemos que existen los correctores que pueden acabar de encontrar esos pequeños fallos que todos inevitablemente cometemos, pero deben ser eso, pequeños.

El trabajo principal siempre tiene que ser obra del escritor que firma la obra.


SERENDIPIA, EL BLOG.

Hace unos diez años, Mónica decidió abrir un blog de reseñas literarias para compartir con otros lectores sus libros preferidos. La idea que tenía en mente era que reseñar lecturas le ayudaba a mejorar la fluidez y la expresión, a resumir, a opinar con respeto y a analizar a fondo lecturas que le encantan. Se puso manos a la obra y construyó un espacio en el que, además, ofrecía un extra que no tiene casi ninguno de los blogs que sigo, incluido el mío, y es que ella siempre reelabora las sinopsis de las novelas. Tanto es así que, en una de las que hizo a uno de mis libros, le pedí permiso para utilizarla en lugar de la mía, porque era infinitamente mejor.

Recuerdo Serendipia como un remanso de paz. Siempre que entrabas a leer su opinión de una novela te ibas con una sensación maravillosa, aunque la mitad de las veces ni siquiera hubieras oído hablar del libro. Porque, otra cualidad de Mónica es que lee alentada en exclusiva por sus deseos lectores: busca libros que le llamen la atención y la da lo mismo si son de hoy de ayer o de hace un siglo. En todos ellos descubre valores positivos y sus impresiones de lecturas despiertan el deseo de quienes están al otro lado de la pantalla.

Más de una vez, sus recomendaciones han acabado siendo lecturas para mí.

Hace un tiempo, cuando su nombre como escritora empezó a sonar con fuerza, trasladó su blog y usó su nombre para presentarlo, pero siempre, de alguna manera, será Serendipia, porque el espíritu de esta escritora de raza está presente en él.

CUÉNTAME UNA NOCTALIA.

Estábamos a finales de 2012 cuando recibí un correo de Mónica. Yo ya había publicado algunos libros y ella me preguntó si me apetecía leer uno que acababa de terminar. Me sorprendió mucho, la verdad, porque aunque yo sabía que detrás de la persona que firmaba las reseñas de su blog había alguien que escribía muy bien, no tenía ni idea de que estaba inmersa en una novela. Ella es tímida y esa timidez le había hecho no decir una sola palabra de su proyecto, como tampoco había contado en público sus logros literarios ni sus premios.

Sin saber qué me iba a encontrar, empecé a leer Cuéntame una noctalia (Amazon, 2012).


Fue una delicia perderse por las páginas de un cuento de invierno, ambientado en Mic Napoca, un lugar tan inolvidable que, por más que pasan los años, siempre recuerdo. Sobre todo cuando entro en Pedraza (Segovia), que no es ni por lo más remoto el pueblo de su novela, pero que para mí se convirtió, en la imaginación, en mi Mic Napoca particular.

Mientras leía, era capaz de sentir el frío de las calles o el calor de la chimenea. Podía oler las magdalenas del Sinaloa, podía sentirme parte de esa historia en la que, además, iba en zapatillas. Porque eso es el feelgood y esa es la magia de Mónica, en hacerte sentir en casa y bien, muy a gusto entre sus palabras que se convierten en sensaciones que se quedan contigo.

La novela hizo que yo, y como yo muchas más personas, descubriéramos que hay libros que tienen mucha magia envuelta en el relato de la sencillez de las cosas cotidianas. Que una taza de té al calor de la chimenea es tan emocionante como veinte asesinatos en serie, aunque te deja mejor el cuerpo, por supuesto.

UN HOTEL INOLVIDABLE

Después de esa experiencia, llegó  Un hotel en ninguna parte (Amazon, 2014). Otra vez tuve la inmensa suerte de descubrirlo un poco antes que los lectores y, si en la primera novela me había sentido bien, esta superó todas mis expectativas.


Es una novela epistolar, pero con cartas del siglo XXI; son los correos electrónicos sin respuesta los que constituyen el armazón de esta novela. Varios personajes van contando una historia que sirve de hilo conductor, y que tiene que ver con un camino en mal estado que hace que el hotel se convierta prácticamente en inaccesible. Pero no es eso lo que importa en este libro: son todas las pequeñas historias que contiene, los magníficos personajes que están caracterizados a la perfección. Unos, a través de las palabras que van escribiendo en esos correos. A otros los conocemos a través de los primeros.

Prima en la novela un excelente sentido del humor que convierte las situaciones muchas veces en cómicas.

EL SALTO AL MUNDO EDITORIAL

No hacía falta ser un lince para darse cuenta de que Mónica Gutiérrez enseguida acabaría llamando la atención de una editorial tradicional. No solo por la maestría que muestra en el uso de las palabras, en la imaginación que desborda en sus historias y ese sentido del humor tan especial, sino porque Un hotel en ninguna parte batió records de ventas y de permanencia en el top de las novelas más vendidas en Amazon. Y, no solo eso, convenció a lectores poco propensos a leer nada de este género que acabaron rendidos a sus pies.


La primera novela con editorial de Mónica fue El noviembre de Kate (Roca, 2016). Otra vez, no sé si pretendiéndolo o no, una de sus novelas volvía a ambientarse en invierno. Eso tienen en común sus tres primeras novelas, el frío que invita a tomar un té calentito, un frío que solo es escenario, porque la calidez de la escritura lo inunda todo. Una tormenta de nieve hace que los personajes se queden encerrados durante unos días en una casa, pero dentro se puede estar en calcetines porque así es como te sientes.

LA LIBRERÍA DEL SEÑOR LIVINGSTONE


Mónica Gutiérrez participó en la antología La librería a la vuelta de la esquina con un relato en el que aparecía una librería extraordinaria. Cuando lo leí, creo que le dije lo mismo que todo el mundo, que quería que me contase muchas más cosas de aquella librería, que me había enamorado del escenario que había planteado en ese cuento.


No tardó mucho en publicar La librería del señor Livingstone, la novela que constituía su vuelta a la autoedición. Si hay algo que tiene claro es que quiere mantenerse como autora híbrida, unas veces publicando con editorial y otras probando suerte en solitario con sus historias. La verdad es que la suerte la necesita poco, porque si has leído a Mónica quieres volver a ella.

Y LLEGÓ EL VERANO


Mi teoría de que en Mónica el invierno era el protagonista casi absoluto de su narrativa se vino abajo con su siguiente novela: nada más bajar del coche en el pueblo de su infancia, Serralles, Helena recibe una bofetada de calor. Recuerdo que cuando vi el título de esta novela, Todos los veranos del mundo (Roca, 2018), pensé que tal vez Mónica había decidido cambiar de registro, que era posible que estuviera ante una novela diferente a las anteriores, pero no fue así. Otra vez encontré las mismas sensaciones, aunque esta vez sí que hay algo más de romance. Transmite paz, nostalgia, felicidad… pero que también hace pensar. No recuerdo que en ningún otro de sus libros me parase tanto a poner señaladores de colores a las frases que me iban llegando dentro.

Y eso que me lo bebí, que solo me duró una tarde de verano porque no podía dejar de leer.

Eso es algo que siempre busco en los libros y que después me hace sentir culpable. Quiero libros que me evadan del mundo, que me hagan olvidar los problemas cotidianos y Todos los veranos del mundo lo consigue.

ALICE LOVELACE

Mónica es una aventurera, aunque su timidez le impida verse a sí misma en el espejo de este modo. Lo es porque un día decidió que tenía ganas de cambiar de registro y lanzarse a escribir una novela de fantasía y para ello eligió un seudónimo. Alice Lovelace fue el nombre elegido para presentarse. De pequeña, una de sus maestras le dijo que le gustaban sus relatos porque estaban justo en el límite entre la realidad y la fantasía. Quizá siempre es así, sus novelas, aunque se muevan en la realidad, tienen determinados toques fantásticos, pero en ninguna predomina la fantasía como en esta, El invierno más oscuro (Amazon, 2018).


Otra vez en invierno se convierte en protagonista de sus páginas.

En esta novela, vampiros y humanos conviven, y Mónica construye una historia que cabalga entre el romance y lo paranormal, con el sello inconfundible del feelgood subyaciendo en sus líneas. Y es que, aunque quiera desprenderse de alguna manera de su otro yo adoptando un seudónimo, la realidad es que su yo narrador siempre está presente en la novela. Es ella, es su voz la que inunda cada página, porque es de las personas que escriben desde el corazón y, en realidad, solo tenemos uno, por grande que sea.

UNA ANTOLOGÍA SOLIDARIA

Mónica Gutiérrez forma parte de esta antología de la que vengo hablando en todas estas entradas, Un 4 de febrero. Fue a través de ella por lo que yo supe del proyecto y me animé a participar. Su relato, El truco de las naranjas, ha sido uno de los que más críticas positivas ha cosechado de los lectores,
quizá por la dulzura de su narrativa.




SU ESTILO LITERARIO

Las novelas de Mónica Gutiérrez Artero cuentan historias cotidianas con un punto de vista humorístico, al estilo de P. G. Wodehouse, E.F. Benson, Arnold Bennett o D.E. Stevenson. Se encuadran en el feelgood, un género literario que tuvo su época de esplendor en la Gran Bretaña de la Segunda Guerra Mundial con autores como P. G. Wodehouse, Stella Gibbons, Dorothy L. Sayers, A. G. Macdonell, James Herriot, Frank Baker, E. M. Delafield, etc. Una tradición de género literario que hundía sus raíces en los inicios de ese mismo siglo y a finales del XIX, con autores que se desmarcaron de la literatura de Virginia Wolfe, D. H. Lawrence o James Joyce, por ejemplo, para seguir senderos más ligeros y algo singulares para la época, como E. F. Benson, Earl Derr Biggers, George Barr MacCutcheon, Winifred Watson, o Arnold Bennett, entre otros.

Pero más allá de las fuentes donde bebe su narrativa, Mónica tiene un estilo reconocible por el uso del lenguaje que hace, un lenguaje valorativo positivo que consigue que el lector sienta paz y termine sus libros con una sonrisa. Si somos como hablamos, diríamos que ella es un maravilloso y estupendo día de primavera, aunque sus novelas, casi en su totalidad, transcurran en invierno.

Como autora, reivindica la definición de literatura feelgood y siempre que puede la recuerda, porque está cansada de que la confundan con otros géneros o que la desprecien. Como ella, yo pienso que hay novelas buenas y malas en todos los géneros literarios, es mezquino y simplista generalizar.

¿Conocéis a Mónica? ¿No? Estáis tardando.

jueves, 5 de julio de 2018

TODOS LOS VERANOS DEL MUNDO DE MÓNICA GUTIÉRREZ



Sinopsis:

Helena, decidida a casarse en Serralles, el pueblo de todos sus veranos de infancia, regresa a la casa de sus padres para preparar la boda y reencontrarse con sus hermanos y sobrinos. Un lugar sin sorpresas, hasta que Helena tropieza con Marc, un buen amigo al que había perdido de vista durante muchos años, y la vida en el pueblo deja de ser tranquila.

Quizás sea el momento de refugiarse en la nueva librería con un té y galletas, o acostumbrarse a los excéntricos alumnos de su madre y a las terribles ausencias. Quizá sea tiempo de respuestas, de cambios y vendimia. Tiempo de dejar atrás todo lastre y aprender al fin a salir volando

Mis impresiones:

Cuando un libro de Mónica Gutiérrez llega a mis manos, sé que tengo las expectativas muy altas, porque ella no me ha fallado nunca. Todas sus historias me han encantado, todas han tenido algo mágico que las envuelve y que de alguna manera me arropa como lectora. En definitiva, me he sentido muy cómoda en todas sus obras.

Sin embargo, a esta, le tenía un poco de miedo.

Venga, preguntadme por qué.

Bueno, ya sé que no me lo podéis preguntar, así que os lo cuento yo. Transcurre en verano. Mónica es la mujer del invierno, de las historias navideñas o de las tormentas de nieve en noviembre y, de pronto, se saltaba una de las premisas de todas sus novelas, una que me gusta especialmente porque soy una adoradora del invierno. Me temía un libro sin mantitas y sin chimeneas encendidas, un libro sin toda la magia que ella sabe ponerle a esta estación.

¿Qué encontraría?

Al final ha sido un paseo tan agradable como todos los demás que he dado de su mano, en el que no han estado ausentes las reflexiones durante toda la lectura. En el que he sentido pellizquitos en el corazón cuando a Helena le pesa tanto la ausencia de su padre. Una oleada de empatía me ha invadido, y me he parado a pensar si será cierto que el no tenerlo te hace idealizar su figura. Yo me peleaba con el mío un par de veces por día, pero nos reconciliábamos a la misma velocidad y creo que hasta eso echo de menos desde que no está...

Creo que de todas sus historias, y esto es aventurarme mucho, Todos los veranos del mundo es la más romántica. Tiene una historia de amor de esas que te gustaría vivir, de ese que puede con el tiempo y aguanta paciente durante décadas mientras le llega su oportunidad. Es una historia de familia que se quiere y que se extraña y es la nostalgia de un padre ausente y de una madre a la que le cuesta demostrar afecto. Es la historia de unos hermanos que se adoran a pesar de que son tan distintos como el agua y el aceite.

Mónica se marca la novela menos feelgood de todas sus novelas, pero no pierde ese toque que la hace única, esa forma de narrar en la que de vez en cuando deja caer perlas literarias que te recuerdan que ella misma es una lectora voraz y apasionada. Aparecen sus personajes entrañables, esos que sabe dibujar tan bien. Como siempre hay un librero, un anciano que se parece a Eduardo Mendoza, un hermana loca y adorable, un hermano escritor de éxito y unos sobrinos encantadores. Pero también hay una protagonista, Helena, que vive dentro de una mentira que ha fabricado ella misma para protegerse del dolor, de esas mentiras que, por mucho mimo que les pongas, te acaban haciendo el mismo daño que tratas de evitar.

Y está Marc. De todos los protagonistas masculinos de Mónica Gutiérrez es el que más me ha gustado, un Peter Pan que hace un tándem perfecto con su Wendy, a la que está empeñado en enseñar a volar. ¿Dónde existe un hombre como él? Porque si los vendieran, os aseguro que habría cola para hacerse con uno. De los que hacen levitar con sus besos y no se cortan en ir a por lo que quieren, por muy imposible que parezca. Hay mucha química entre los personajes protagonistas y se nota.

Sé que nadie se cree mis reseñas porque son buenas, y eso que este es el único libro que he salvado de los diez últimos leídos -llevo unos días que leo un montón-, pero no por eso voy a dejar de recomendarla en mi blog. Yo estoy tranquila, digo la verdad siempre aquí porque hacer otra cosa sería como mentirle a tu diario. ¿Quién es tan estúpido como para hacer eso? Este es mi registro de lecturas y me niego a guardar las que no me llenan. Me ahorro los libros de los que mi verdad sería decir que he perdido miserablemente el tiempo porque lo que más prisa me corre es olvidarme de ellos. Me han dejado fría, así que para qué...

Puedo asegurar que con Todos los veranos del mundo no fui capaz de sacar la nariz del libro hasta que lo terminé: en una tarde. Ayuda que es cortito, pero además es que está tan bien escrito que, si tienes tiempo como tengo yo ahora que no estoy escribiendo, no lo podrás soltar.

Espero impaciente el siguiente libro de Mónica Gutiérrez. O paciente, tengo todos los veranos del mundo por delante.

Gracias por estos libros, son un remanso de paz en medio de las tormentas cotidianas.

lunes, 13 de noviembre de 2017

LA LIBRERÍA DEL SEÑOR LIVINGSTONE DE MÓNICA GUTIÉRREZ



Sinopsis editorial:

Agnes Marti es una arqueóloga en paro que se ha mudado a Londres en busca de una oportunidad laboral. Una tarde, desanimada y triste por su poco éxito profesional, tropieza en el corazón del barrio del Temple con el pomo de una puerta en forma de pluma, el sonido de unas lúgubres campanillas y el hermoso rótulo azul de Moonlight Books. La librería, regentada con encantador ceño fruncido por Edward Livingstone, debe su nombre a un espectacular techo de cristal que permite contemplar la luna y las estrellas en las noches despejadas. Intrigada por la personalidad y el sentido del humor del señor Livingstone, Agnes decide aceptar la oferta de convertirse en ayudante del librero mientras continúa su búsqueda de trabajo. El té de la tarde en el rincón de los románticos, las visitas de Mr. Magoo, las conversaciones con la bella editora de Edward, las cenas junto a la chimenea del Darkness and Shadow y la buena lectura convencerán a Agnes de que la felicidad está en los pequeños detalles cotidianos. Pero aunque Moonlight Books podría parecer un oasis de paz en el acelerado Londres, las extrañas campanillas de su puerta daran paso a los sucesos más inesperados: una noche de tormenta, el inspector John Lockwood...

Una comedia muy feelgood, con un toque Wodehouse irresistible.

Mi sinopsis:

Existe una librería en el Temple londinense, de suelos de madera, escalera de caracol y un impresionante techo de cristal desde el que se pueden contemplar la luna y las estrellas en las noches sin nubes. Admite escritores residentes, niños abandonados con nombre de huérfanos literarios, editoras arruinadas y enamoradas, ancianos sastres, jóvenes arqueólogas exiliadas y policías poco cuidadosos con las campanillas de la puerta. Al frente de ella está el señor Livingstone, un librero con aire decimonónico que finge tener mal carácter. De todos es sabido que en Moonlight Books eso es imposible. En este extraordinario oasis de paz solo hay sitio para que las buenas gentes encuentren feelgood porque, ¿de qué otro modo podría compensarse a los lectores por todos los problemas y las malas noticias con las que lidian a diario fuera de los libros?

Mis impresiones:

Todos los que atravesáis el espejo sabéis que no suelo rehacer las sinopsis de las novelas. Hoy, sin embargo, me salto esa premisa porque la novela la ha escrito Mónica Gutiérrez. Es mi pequeño homenaje a lo que ella hace en su blog (espero haber estado a la altura), que siempre escribe una nueva sinopsis de las novelas, algunas mucho mejores que las originales. Pero también lo hago por otra razón: creo que la librería es la verdadera protagonista de esta novela y me apetecía centrar el foco en ella más que personalizarla en cualquiera de sus maravillosos personajes. Son todos protagonistas en su momento, en sus escenas, pero quien realmente destaca en sus páginas es ese espacio mágico que se esconde entre las estanterías de Moonlight Books.

Hace un par de años leí una antología: La librería a la vuelta de la esquina. En ella, un montón de autores se reunían para hacer un homenaje a las librerías, ese sitio tan mágico para lectores y escritores. Una de las librerías que aparecía, creada por Mónica Gutiérrez, era Moonlight Books. En cuanto me sumergí en su cuento, El té de los viernes en Moonlight Books, y sonaron las campanillas de la puerta me sentí dentro de ese mundo único que es capaz de crear Mónica con sus palabras.

Recuerdo que me dio mucha pena que ese relato se acabase tan pronto y le dije una cosa: "Esta librería se merecería una novela". Bueno, no sé si fui así de literal, pero estoy segura de que lo hablamos. Por eso, al ver el libro, sonreí. Cuando volví a entrar hace unos días a Moonlight Books e hice sonar las campanillas (antes de que se las cargase John), me sentí muy feliz. Lo había hecho, al final Mónica había escrito una historia para la librería. Tenía algo que contarme que transcurría bajo esa cúpula desde la que se pueden ver las estrellas en noches despejadas, a la que se llega por la escalera de caracol, acariciando la barandilla de madera pulida...

(Suspiro)

¿Os he dicho alguna vez que mola mucho tener amigas escritoras? Son capaces de hacerte feliz sin ni siquiera estar cerca de ti. Estoy segura de que no fui la única que se lo pidió, ni siquiera fui la primera, pero no quiero que nadie me saque de mi error. Quiero creer que me hizo caso y que este libro está aquí, aunque sea un poquito, porque cerré los ojos y pedí un deseo a una de esas estrellas fugaces que se pueden ver desde Moonlight Books surcando el cielo del Temple londinense (y quizá contó algo que se lo dijera en un mensaje).

(Aprovecho para decirle a cualquier otra amiga escritora que tenga, que le haya pedido que escriba una historia, que sigo esperando. A los escritores no se lo digo porque no me hacen ni puñetero caso, son más suyos.)

¿Qué vais a encontrar en esta novela?

Muchas cosas. La primera, una maravillosa ambientación de esa librería que debería existir de verdad. Y Londres, con la lluvia como telón de fondo, que se convierte en un personaje más. La ciudad posee unas condiciones climatológicas únicas para que Mónica, una enamorada del invierno, la traslade a su novela y a nosotros nos transporte a ella. Serán constantes las referencias a sus barrios, monumentos, parques y callejuelas, haciéndonos sentir como si paseáramos por la ciudad.

Por otro lado, son muchas citas literarias insertadas en la narración, muchos giños para lectores que me han hecho sonreír. Es muy interesante cómo ha sabido insertarlos en los diálogos y cómo es capaz, sin ser inglesa, de transmitir ese humor tan peculiar que tienen los británicos. Esta novela es literaria por todas partes, por cómo está escrita y por ese mundo de los libros que a los apasionados de las citas literarias, como lo soy yo, no se nos escapan.

¿ Y los personajes? Ya os he dicho algo al principio. Supongo que lo típico en otros géneros, en el feelgood no tiene importancia. Nos importan sus pequeñas historias, su día a día más que una gran historia sorprendente. No hay un foco único, un personaje al que persiga cada palabra de la trama y que destaque por encima de los demás. El señor Livingstone es quizá el que está mejor retratado, es el dueño y parte de la librería, y de su carácter gruñón sabemos porque lo nominan a un premio, porque en realidad, cuando lo conocemos, es imposible no quererlo. Pero sucede lo mismo con Sioban, incluso no podemos odiar del todo a la madre de Oliver, la señora Twist, por mucho que deje a su pequeño, que sueña con ser astrónomo, todas las tardes abandonado en la librería.

El protagonismo se lo da la sinopsis a Agnes Martí, una barcelonesa, arqueóloga en paro que acaba en Moonlight Books por aquellas cosas del destino. Y también a John, un atractivo policía que investigará la desaparición del diario del doctor Livingstone. Incluso la señora Dresden, que llega cada lunes renegando del libro que compró el lunes anterior, o el sastre que recuerda a Mister Magoo hasta en la manera de hablar.

¿La recomendaré? Ya lo he hecho. Porque siempre hay momentos en los que apetece apretar un libro contra el pecho y suspirar pensando en lo hermoso que es lo que nos cuenta, porque es necesario perderse en una escritura que no puede sonar más dulce y afinada. Porque, cada vez más, este mundo loco necesita feelgood.

Y tazas de té caliente.

Y alguien que te regale un paseo privado por el British en plena noche de Navidad.

Porque, como dice al final el señor Livingstone, esta novela está escrita para disfrutar el camino.


jueves, 14 de julio de 2016

EL NOVIEMBRE DE KATE, DE MÓNICA GUTIÉRREZ



Sinopsis:

En vísperas de una tormenta de nieve, tras la barra de galeón pirata de un bar escondido, un barman recién llegado del Loira espera la llegada de Kate ese viernes, la chica del extraordinario cabello flotante y las larguísimas bufandas.

Kate vive en un edificio tan antiguo como su propia tristeza. Hace tanto tiempo que se ha dejado llevar por la rutina que ya no recuerda el sentido de los pequeños detalles, la aventura escondida en las sorprendentes pistas cotidianas. Un extraño jardín y una emisora de radio colgada del cielo en una buhardilla de madera constituyen su refugio para ese otoño. Y, sin embargo, aunque en la pequeña ciudad de Coleridge todos ignoren las advertencias de un excéntrico meteorólogo, el tiempo está a punto de cambiar el noviembre de Kate de la mano de un hombre bueno con planes de venganza, un sábado de tortitas y la risa de los argonautas.


Mis impresiones:

Creo que no es un secreto que me gusta cómo escribe Mónica Gutiérrez. Sus novelas me transportan a lugares como Coleridge, que solo existen en la imaginación de la autora, pero que están tan bien narrados que no cuesta nada confundirlos con el mundo real. No es la primera vez que lo hace. Mic Napoca, en Cúentame una noctalia y El bosc de les Fades en Un hotel en ninguna parte tampoco existen, pero sus descripciones -delicadas, dulces y llenas de detalles- provocan que mucho tiempo después de haber leído las novelas los sigas recordando. Y no solo los lugares, recuerdo la sensación de haberme querido perder en ellos.

No es esa la única coincidencia entre sus tres novelas (hasta el momento). Hay otra: el invierno. La nostalgia de los días grises, las mantas, la nieve, el fuego encendido, las tazas de té en torno a las cuales es tan sencillo compartir confidencias... son elementos comunes en los tres libros, aunque quizá sea en este en el que podemos sentir más el frío, más que nada porque este noviembre en el que transcurre la novela es anormalmente frío en Coleridge.

Una Gran Tormenta Blanca amenaza con aislar a sus habitantes.

Esa tormenta llega precedida de lluvia, granizo y vientos huracanados y el encierro, curiosamente, saca a Kate de otro, el interior, ese en el que lleva sumida mucho tiempo. Le muestra que la felicidad siempre es posible encontrarla en los pequeños detalles cotidianos, en la sonrisa de un par de gemelos rubios (los argonautas) o en el olor del pan recién hecho de Norm Berck. Que se puede vivir cinco días en calcetines y que un hombre serio como Don es capaz de sonreír y superar el dolor del pasado.

Pero no solo nos cuenta la historia de Kate, sino también la venganza que lleva planeando años Don para vengar la muerte de su amigo Gabriel. De esta no os voy a contar nada, os dejo que descubráis qué es lo que pasó y cómo se soluciona. Y qué tendrá que ver la chica de la cabellera pelirroja, las largas bufandas y los zapatos de bruja buena en ello.

La novela está llena de referencias literarias. Estas empiezan a aparecer cuando Kate acepta colaborar en el programa de la Longfellow radio, escondida en una buhardilla de un viejo caserón del XIX. Supongo que es deformación profesional, pero las charlas con los oyentes sobre los románticos, el romanticismo, Napoleón... a mí me han parecido deliciosas.

Como siempre que leo a Mónica Gutiérrez, me he encontrado un catálogo de personajes muy bien caracterizados. No se queda en los principales, otorga a todos características diferenciadoras (menos a los argonautas, pero es obvio por qué) que hacen que los individualices. Puedes sentir el rancio carácter de Charlie Berck, la manera particular de hablar de Norm, la ironía de Pierre, el barman del bar escondido del Ambassador, o el mal humor del señor Torres, que habla siempre con mayúsculas...

Kate y Don serán los encargados de ir contándonos la historia, alternando sus voces en primera persona en los distintos capítulos. Estos vienen precedidos de un título y el nombre de quien nos va a hablar. A ellos se unen las memorias de William Dorner, un meteorólogo al que nadie hace mucho caso cuando pronostica la Gran Tormenta que envolverá unos días a Colleridge y paralizará la ciudad, dando a sus habitantes la posibilidad de mirarse a sí  mismos.

La novela está llena de frases preciosas, huele a caramelo y a tortitas, te apetece arrebujarte en una manta y acompañar a Kate a su jardín escondido en el viejo edificio que resiste como puede el paso del tiempo. Y te hace soñar, deslizarte por un mundo que ejerce un hechizo en ti. No sé si serán los zapatos de bruja. O el pelo rojo. O que, de vez en cuando, apetece perderse en lugares que no existen y soñar de nuevo.

Gracias, Mónica, lo has vuelto a conseguir.

jueves, 5 de junio de 2014

UN HOTEL EN NINGUNA PARTE DE MÓNICA GUTIÉRREZ



Sinopsis:

¿Quién dijo que las segundas oportunidades no podían ser las mejores? No importa lo mucho que te escondas: cuando el amor viene a por ti, te encuentra. 

A Emma Voltarás no le queda nada: ni trabajo, ni casa, ni pareja. Por eso acepta una oferta para trabajar todo el invierno en El Bosc de les Fades, un hotel escondido en un bosque. Allí aprenderá que todo lugar extraordinario esconde secretos pero ¿no es ese el mejor punto de partida para empezar de nuevo? Y es que cuando no te queda nada allí de donde vienes no tienes más remedio que seguir adelante. 

Emma pronto descubrirá que la amistad puede encontrarse en cualquier lugar, por muy escondido que esté, quizás de la mano de una camarera de habitaciones hada madrina, o de una niña extraordinaria, o de un viejo escritor necesitado de ternura, o de un cocinero que le abrirá las puertas de los escenarios, o de un surfero que se hace mayor a su pesar, o de una jardinera susceptible; o, quizás de la mano de un hombre huraño y maravilloso capaz de devolverle la ilusión por volver a bailar sobre zapatos de cristal entre las flores de un jardín encantado. 

Sin mapas. 
Sin prisas. 
Sin condiciones. 
Ven a perderte en El Bosc de les Fades.

Mi lectura:

A veces hago lecturas cero de las que no puedo hablar hasta que la novela se publica y este es uno de esos casos. A través del blog he ido conociendo a muchos escritores y blogueros y Mónica Gutiérrez reúne en su persona ambas cosas. Serendipia, su blog, es uno de los que visito asiduamente y la verdad es que, cuando apareció Cuéntame una noctalia, no sabía que Mónica escribía aunque podía intuir que algún día lo haría porque, si algo destaca de sus reseñas, es la inmensa calidad de escritura que las envuelve.

La lectura de su primera novela fue una experiencia maravillosa. Enseguida me vi transportada a ese pequeño pueblo que ella sitúa en Transilvania, Mic Napoca, y me encantaron los personajes que le daban vida a ese hermoso cuento. Cuando tienes una experiencia lectora de este calibre siempre te planteas, al enfrentar lo siguiente, si habrá sido capaz de volver a crear un mundo que te enamore de la misma manera: pues os digo que se supera.

Un hotel en ninguna parte me ha gustado todavía más.

Ahora no es tiempo de desvelar sino de descubrir y si en todas las "reseñas" que hago de las novelas que leo (nótese que lo pongo entre comillas porque no creo que lo sean) siempre intento no dar demasiados datos que puedan estropear la lectura, en esto que hago hoy todavía menos porque lo que quiero es que le deis una oportunidad.

Solo os diré que os vais a enamorar de El Bosc de las Fades y de ese hotel al que es muy complicado acceder porque el camino que lleva a él está en muy mal estado. Que los personajes, absolutamente todos, tienen un encanto muy especial. Que la prosa de Mónica es deliciosa, que sabe bien, que cuando terminas la novela abrazas el libro, cierras los ojos y lo dejas pensando que alguna vez tienes que volver a él porque cuando las historias tienen alma es lo que sucede.

Hacedme caso.

Tengo que agradecer a Mónica que me concediera el privilegio de ser una de sus primeras lectoras. Sigue así, sigue escribiendo con esa magia que transmiten tus letras.

Y mucha suerte. El talento ya lo tienes.

Por cierto, no sé si lo sabéis pero ya está en el top 100 de Amazon.

martes, 25 de diciembre de 2012

CUÉNTAME UNA NOCTALIA DE MÓNICA GUTIÉRREZ



Sinopsis (extraída de Amazon):

Grace vive en Londres y trabaja como cirujana de éxito en uno de los hospitales más prestigiosos de la ciudad pero se siente sola. En vísperas de Navidad decide volver a su pueblo natal, una pequeña aldea de Transilvania, donde viven sus abuelos y su padre. Grace se reencuentra con su infancia, con una vida plena y feliz, con su familia. Pero además de los excéntricos vecinos del pueblo, la mula de Cesare, el cotilla del farmacéutico y los misterios de su padre y su hermana, Grace va a encontrarse con algo que no esperaba y que trastocará todos sus planes.
"Cuéntame una noctalia" es una historia divertida y llena de ternura que seduce por el encanto de sus protagonistas y por un entorno mágico, cálido, del que cuesta muchísimo marcharse.
Lector, puede que el pueblo de Grace no salga en todos los mapas pero la felicidad y el amor saben llegar a cualquier sitio.

Mi opinión:

Cuéntame una noctalia es el primer libro de Mónica Gutiérrez, para quien nos movemos en este mundo de los blogs, más conocida como Serendipia.

Días antes de la publicación del libro estuve intercambiando correos con ella, comentando todos esos miedos que nos asaltan cuando nos decidimos a embarcarnos en esta aventura de la autoedición. Me hizo ilusión que contase conmigo para resolver algunas dudas, de las que siempre surgen y cuando finalmente me envió un correo con el enlace y pude ver la portada… ¡qué bonita! Es de esas que te llaman, que te animan para que leas el libro.

La verdad es que, aunque parezca extraño con toda la cantidad de autores que conozco, era la primera vez que alguien compartía conmigo estos momentos previos a exponer nuestro trabajo a ojos de los demás. Ni se imagina lo importante que fue, la confianza que sentí que estaba depositando en mí, y la alegría que supuso ser un poco cómplice de todo esto. Le dije que la leería, sin duda, porque el argumento me llamaba la atención y porque sé que Mónica escribe muy bien por todos los detalles que se le escapan cuando redacta una reseña en su blog.

Cuéntame una noctalia, además, tenía el aliciente de ser una novela corta, lo que aún me llamó más. Comencé la lectura nada más terminar el libro que reseñé la semana pasada, y pronto me vi envuelta en un relato que, con un tono intimista, me trasladó a un pequeño pueblo de Transilvania: Mic-Napoca.

Reconozco que al principio, lo de Transilvania me sonó a vampiros (ya sabemos, conexiones mentales tontas que por defecto efectúa nuestro cerebro) pero nada más lejos de la realidad. Cuéntame una noctalia es una preciosa historia de reencuentros familiares, de búsqueda de la raíces que todos los que nos hemos marchado lejos del lugar donde crecimos, sentimos alguna vez. Grace, la protagonista de esta novela, vuelve al pequeño pueblo de Mic-Napoca unos días antes de Navidad. Su familia está feliz con la visita, con volver a verla: lo que no saben es que Grace está cansada de la vida londinense, de la frialdad de sus habitantes, y que quiere abandonar su excelente trabajo de cirujana en uno de los hospitales más prestigiosos de Londres para reencontrarse con Traian, el abuelo que lee a los clásicos, su padre Pete, la abuela Constanza, su hermana Lena y todos y cada uno de los habitantes de este pequeño pueblo de apenas 300 almas.

Una de las mayores habilidades de Mónica, además de tratar el lenguaje con una sutileza impresionante, es que es capaz de dibujar, con muy pocos rasgos, a todos ellos. Conoceremos a Cesare y su mula, a Teresa, la dueña del único bar, el Sinaloa, a Gregor, el policía que patrulla en bicicleta, a George y su emisora de radio que retransmite desde el pajar… y acabaremos queriéndolos, enamorándonos de ellos.

Mic-Napoca, además, le reserva una sorpresa a Grace: encontrará, sin buscarlo, el amor, en la persona de Cole, un marine de los Estados Unidos que una noche de frío aterriza en el pueblo por sorpresa.

La novela está escrita en primera persona. De este modo, lo que escucharemos serán los pensamientos de Grace, salvo en el inicio de la mayoría de los capítulos, en los que el que habla es George, dando las noticias locales desde una peculiar emisora de radio. Cuando digo noticias no me refiero a grandes acontecimientos, sino a esas pequeñas cosas que normalmente se comentan en casa. Porque todo en esta noctalia es cercano, tan próximos los sentimientos que explotan en cada página del libro a lo que cualquiera de nosotros ha podido sentir en algún momento, que hace que a Mic-Napoca, a pesar de estar en Transilvania, la sintamos cerca. Y sintamos el olor a caramelo del pelo de Nicolai, y nos creamos que pasea de la mano de una ninfa llamada Grace. El bosque que rodea al pueblo, podría ser el que rodea al mío y las nubes de vapor que a veces se escapan de los labios de los personajes, envueltos en sus bufandas, son casi como las que el frío dibuja cada mañana cuando encamino mis pasos al colegio.

Y no cuento más, porque os he dicho que es corta y se lee de maravilla.


¿Queréis una noctalia para navidad? Por cierto, ¿sabéis qué es una noctalia? ¿No? Pues entonces no hay excusa