jueves, 11 de enero de 2018

PLANIFICAR EL TIEMPO DE UNA NOVELA

Estaba pensando esta mañana, mientras daba resbalones con la nieve del pinar, en lo mucho que ha cambiado mi manera de trabajar en los últimos años. No solo porque he modificado los horarios -escribía después de comer, que era cuando los niños se dormían la siesta y me dejaban-, era capaz de hacerlo aunque estuviera la televisión puesta y hubiera un escándalo de mil demonios, y nunca me molestaba dejar frases a medias.

Un vez deje a unos personajes en un camino polvoriento, a punto de ser asaltados por tres rufianes y me dio lo mismo que pasara un año entero hasta que decidí terminar la escena.

No planificaba nada, simplemente me sentaba y escribía, siguiendo el instinto de la lectora que siempre he sido. Era todo caótico y mágico, porque de aquel desastre fui capaz de sacar de mí varias novelas y muchos relatos que incluso se llevaron premios.

Insensatos jurados que pensaban de mí cosas buenas...

El caso es que desde hace unos años eso se ha dado la vuelta del todo.

Para escribir necesito silencio absoluto, nada a mi alrededor que perturbe la paz que me permita no dejarme frases a medias ni personajes esperando durante un año en un camino para que los rescate. No puedo soportar la televisión puesta y me cuesta muchísimo concentrarme si hay alguien más en el mismo espacio que yo. Si contamos con que no tengo un lugar para escribir -eso de un despacho con tus cosas, una mesa y una silla para mi no existe, escribo con el portátil sobre las piernas en cualquier lugar-, muchas veces me encuentro con días y días en los que no puedo avanzar.

No hay paz.

En ese contexto de pausas constantes, no puedo exigir a mi familia que me deje la casa para mí sola, he tenido que agarrarme a la planificación. Sobre todo para no verme obligada a releer novelas enteras para ver por dónde iba.

Creedme,cuando llevas 150.000 palabras es una tarea titánica.

Mi modelo de planificación pasa por un cuaderno. En él trazo un calendario, a veces del año que necesito por la misma trama de la novela y otras uno cualquiera. Solo necesito apoyarme en él, situar en un tiempo las escenas para estar segura, por ejemplo, de que no mando a nadie al instituto un domingo -que me pasó en un borrador-, o para no hablar de una tarde fría si por el transcurrir de la novela resulta que hemos llegado al mes de agosto.







Los calendarios tienen notas. Sobre lo que sucede, sobre el tiempo que abarca un capítulo o el día en el que transcurre una escena. A veces escribo quién interviene en cada una y algún dato significativo que no debe pasarme por alto.

¿He dicho planificar?

En realidad, el tiempo no lo planifico, sino que lo fijo en estos calendarios y en esas notas a posteriori, pero no sabía cómo titular la entrada. Lo hago después, me preocupo de dejar esto claro en mis notas, como en otras notas del cuaderno -lo hago a mano- que lleva todos los apuntes de la novela. Las fichas de los personajes, donde apunto a grandes rasgos cómo los imagino -está por la primera vez que use la foto de alguien, pero todo se andará-, lo que sucede en cada capítulo, el esquema previo, el armazón de la novela que a veces no ha sido más que una palabra que definía cada capítulo.

Y vosotros, ¿hacéis algo así? ¿Sois ordenados? ¿Sois un caos? ¿Sois felices escribiendo?

miércoles, 10 de enero de 2018

TODAS LAS HISTORIAS ESTÁN CONTADAS



Desde hace mucho tiempo, todas las historias están contadas. Quizá por eso, porque sorprender cuando has leído tanto te parece una quimera, porque sabes que por mucho que te esfuerces no vas a descubrir la pólvora -que ya está más que descubierta- hace tiempo que perdí las ganas.

La pasión.

La ilusión.

El empuje que a menudo me hacía soñar, perseguir los sueños y cumplirlos.

Y he ido dejando poco a poco de aporrear el teclado y de buscar esos finales que tanto me cuestan, concentrándome en dos cosas: este blog, donde escribo textos cortos que calman la ansiedad por las palabras y la lectura, los libros en los que me pierdo.

Así he estado un tiempo.

Pero ha llegado un momento en el que me he dado cuenta también de dos cosas (pienso las cosas a pares): la primera es que, por mucho que las historias estén contadas, siempre existe la posibilidad de hacerlo de otra manera. La mía, mi manera de narrar, es solo mía. Tiene mi ritmo, mis pausas, mi sintaxis a veces desordenada. Las frases cortas que de pronto rompen el ritmo de unas oraciones más largas. Mis pausas y lo que cuento sin escribir, porque flota entre las líneas, para que los que saben leer lo encuentren y los que no tampoco se vuelvan locos. La que soy cuando en lugar de hablar, escribo.

La segunda, que si no encuentro esa historia que me apetece leer, puedo escribirla. Hay personas que no son capaces, pero yo sí. Mejor o peor, pero puedo hacerlo.

Así que, la conclusión es que, aunque todas las historias estén contadas, no tengo más remedio que contar las mías. Porque nadie lo hará igual y porque hay alguien que me espera.

Yo misma.






lunes, 8 de enero de 2018

ENHEDUANNA, LA PRIMERA POETISA.



Cuentan de ella que fue una princesa, la hija de Sargón I de Acad, y que nació allá por el 2285 a. C. en Mesopotamia, en lo que hoy se conoce como Irak.

Enheduanna, la bella sacerdotisa de la luna del cielo, de la que no estamos seguros ni de que este fuera su verdadero nombre, sí es la primera mujer de la que se tiene constancia de que escribió poesía. Cuenta Eduardo Galeano que le cantaba a la luna, la diosa Inhanna, su protectora, y que para ella la escritura era como concebir el mundo, como un parto con el que se daba la vida.

Un principio para el mundo. El punto de inicio de todo.

Dicen que esculpía himnos en cuneiforme, en tablillas de barro que transformaba en peticiones a los dioses para que favorecieran las campañas militares de su padre y que el hecho de que ella firmase sus himnos es señal de la alta estima en la que se tenía a las mujeres en aquella época tan lejana.

¡Cuántos tiempo ha pasado desde que Enheduanna pisó por última vez este mundo! Y, sin embargo, los sentimientos siguen siendo los mismos porque no podemos escapar a lo humanos que somos, por mucho que el tiempo no se pare. La princesa, la mujer, ha sido casi olvidada. No conocemos su aspecto, nada quedó registrado de cómo era, pero sí sabemos de la poetisa, de sus emociones, que permanecen esculpidas en el barro de aquellas antiguas tablillas.

Es la primera escritora de la que tenemos constancia, aunque haya quedado sepultada bajo toneladas de nombres de escritores -casi todos hombres- que llegaron después y haya hecho falta excavar para rescatarla del olvido. Yo la encontré por casualidad en una enciclopedia antigua y he querido dejarle un pequeño hueco el blog.

Porque las pioneras siempre se merecen un respeto.

Los pocos datos que he encontrado de ella son de la enciclopedia del estudiante de Santillana impresa en 2005 y la Wikipedia.



Algunos de sus títulos:

Exaltación de Inanna
Himno a Nanna
Los himnos del templo

domingo, 7 de enero de 2018

LOS CORRALES DE COMEDIAS



Acaba de empezar el siglo XVI y el gremio de artesanos de Madrid prepara la fiesta del Corpus con una representación. Ellos mismos, esos que en sus horas de trabajo se dedican a labrar los metales o a curtir pieles, durante unas horas se convertirán en actores. No habrá decorado, no habrá un escenario fijo: tan solo el humilde carro que después se usará en la procesión, con la pared de la iglesia al fondo.

Ni siquiera sabrán esos artesanos, aficionados a entretener a sus congéneres, que están sentando las bases del teatro que en un siglo será el mayor espectáculo del que disponga la capital. Pero han dado un paso de gigante, ha sido tal su éxito que, a mediados de siglo, ya existirán espacios donde se cobrará una entrada para verlos contar historias sobre un rudimentario tablado: los corrales de comedias. En ellos, el público se separará por clase social, puesto que los pudientes, incluido el rey, tendrán reservados los corredores de las plantas. Y por sexos: las mujeres al fondo, en la cazuela, y los hombres en el centro del patio. Ellas son espectadoras de segunda y tampoco tienen presencia en la escena. De hecho, los papeles femeninos hasta la segunda mitad del siglo los representarán hombres disfrazados...

Un escritor puede contar las cosas tal como sucedieron o darles una vuelta. A veces, solo con esto, aparecen historias inolvidables. La ficción, ante todo, es ficción. O debería serlo…


viernes, 5 de enero de 2018

BASTA CON VIVIR DE CARMEN AMORAGA



Sinopsis:

Pepa es una mujer madura en quiebra emocional. Siente que ha malgastado su vida y culpa al mundo de su aparente desgracia. Sola, enfadada y amargada, siente como una herida la felicidad del resto, y para protegerse del dolor no encuentra otra forma que vivir dentro de una coraza que oculta sus verdaderos sentimientos.

Durante unas vacaciones forzosas, Pepa se ve obligada a reflexionar y a tomar consciencia de los errores que la han llevado a estar donde está. Justo cuando comienza a reconciliarse con sus recuerdos, empieza a observar a una chica embarazada que toma el sol a diario en un banco de la misma plaza en la que Pepa pasea a su perro. Esa joven es Crina, que vive una tragedia ante los ojos impasibles de una sociedad que no quiere verla.

Crina llegó a España engañada por su propia pareja, que la vendió a una red de trata de blancas, y ahora esa red planea vender al bebé que espera. Pepa, inmersa en el proceso de rehabilitación de su invalidez emocional, es la única persona que puede ver más allá de lo que se ve, y decide volcarse en ayudar a esa desconocida.

Mis impresiones:

Esta novela ha sido el regalo que he recibido estas navidades. Me lo ha hecho Margalida Ramon, a quien conozco a través del blog desde hace al menos siete años y la verdad es que fue toda una sorpresa encontrarme con el paquete en casa, una felicitación de Navidad que llegó tarde, acompañada de un libro que me apetecía leer. Había caído en mis manos el principio a través de un tuit y me gustó cómo empezaba. Lo comenté y Marga ha hecho que mi deseo se cumpla.

Basta con vivir es una novela que está escrita en presente. Los capítulos cuentan por separado las historias de los dos personajes que se mencionan en la sinopsis, Pepa y Crina, presentándonos dos vidas completamente distintas. Pepa es una mujer hermética y malhumorada a la que una serie de disgustos encadenados le rompieron el corazón y no ha hecho ningún esfuerzo en salir de la coraza en la que se protege del mundo, sino que se ha pasado la vida quejándose de su suerte y culpando a los demás. Crina era una joven estudiante de medicina que llegó a España engañada por el que ella creía que era su novio. De un día para otro, su vida feliz se convierte en el infierno de verse convertida en una prostituta. Cuando ambas coinciden, Crina está embarazada, al cuidado de unas personas que la mantienen en un piso hasta que dé a luz, momento en el que le quitarán a su hijo.

Es una novela lenta. Esto, que lo he contado porque aparece en la sinopsis y no desvelo nada, podría resumir las 250 primeras páginas de una novela de poco más de 300. No se trata de un libro en el que predomine la acción, sino que se basa en las emociones, sobre todo las de Pepa, que es la verdadera protagonista del libro. Asistimos a su renacer como persona, nos cuenta cómo se ha ido autodestruyendo durante toda la vida y cómo, en un momento dado, decide darse una oportunidad y salir del círculo vicioso en el que lleva años dando vueltas a lo que no pudo ser en el pasado.

La escritura tiene algunos párrafos brillantes, otros se recrea en la lengua coloquial, usando recursos que en algún momento me han recordado a la forma en la que está narrada Patria, ese lenguaje que transcribe los pensamientos del personajes. Esto aporta fluidez y hace que resulte menos denso el libro, que como digo está hecho de emociones, recuerdos, fragmentos de unas vidas contadas a saltos. Los demonios de Pepa se exponen ante nosotros y, a través de lo que se nos cuenta, vamos reconstruyendo a esa mujer rota que, cuando conoce a Crina a través del panadero, un jubilado que camina con un andador, encuentra el camino para recomponerse. En algún momento, su amiga Paqui le dice que de todas las actividades a las que se ha apuntado, la que más le gusta es el voluntariado. Porque ayudar a los demás, en el fondo, es muy egoísta. Lo hace porque es la manera se sentirse bien con uno mismo.

Y parte de esto puede ser lo que le sucede a Pepa al ayudar a Crina. Ese corazón roto con el que ha vivido tantos años se empieza a reconstruir al poner la tragedia de otro ante sus ojos, la de Crina, la de una mujer joven que está aterrada porque le van a quitar a su bebé. Eso sí que es grande, y no que te deje en plena juventud tu novio Ramón -al perro que tiene le ha puesto ese nombre-, o que tengas cáncer, o que tu padre se muera, o que tus amigas, las muy hijas de puta decidan todas tener sus hijos a la vez ahora que tú no puedes. Y te quedes sola y perdida, sin ganas de vivir.

La parte final de la novela tiene un ritmo más acelerado, porque pasan más cosas y la historia da un par de giros muy interesantes.

Lo que menos me ha gustado ha sido lo largas que son algunas frases, secuencias infinitas de oraciones subordinadas aunque responden a la perfección a esa intencionalidad coloquial. A mí me agotaban.

Es una novela interesante que recomiendo.